capítulo 1

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Bien dicen que las historias que empiezan mal terminan mal, pero no nos adelantemos a los hechos, siempre me considere una mujer sincera, respetuosa y con poca disponibilidad a los problemas, pero hay ocasiones en la vida en donde tus virtudes se convierten en tus cadenas, cadenas que te atan a el miedo de hacer algo equivocado aun así sea necesario para salvarte a ti y a los que amas.


Es por eso que en este momento me encuentro en este lugar, el sitio es amplio, iluminado y atestado de personas que mantienen sus ojos cerrados seguramente recitando plegaria, orando a nuestro señor, o tal vez criticando en la pésima vestimenta que lleva la señora Lorena, lo decía por las múltiples veces en que escuche a "el grupo del domingo" hablar de ello y si, así había llamado a el grupo selecto de seis mujeres las cuales aparte de escuchar la palabra de dios también usaban su tiempo libre en dictaminar como seria mejor la vida de los demás.


-Por eso nuestro señor padre siempre nos enseña el camino del bien, solo su palabra nos dará la paz que tanto anhelamos y que jamás encontraremos en los placeres mundanos...-


Salgo de mis pensamientos al escuchar las palabras que salen de la boca de nuestro líder, el padre Josep tenia la habilidad de envolver con el dulce tono que usaba para darnos las interpretaciones de la biblia cada semana, lo había conocido desde que era una niña pues mi madre había querido que creciera sabiendo el camino correcto, cosa que agradecía, mi vida era tranquila y así quería que fuera siempre, tomo la mano de la mujer que esta a mi lado cuando llega el momento de dar la oración final, sus manos cálidas aprietan las mías mientras ambas cerramos los ojos para agradecer a dios por el hermoso momento vivido, era la mujer que mas amaba en el mundo y haría cualquier cosa con tal de verla feliz.


Una vez el padre nos da la bendición salimos del lugar, Albrecht era un pueblo relativamente tranquilo, y justamente en esta temporada del año estaba fresco debido al otoño, los colores anaranjados reinaban en el lugar haciéndolo lucir agradable y acogedor.


-Madre ¿no estas feliz? Mañana viene papá, y no te veo agradecida por eso–


Hablo después de un rato, mi madre no era de tener una sonrisa pintada en el rostro siempre, pero sabia cuando estaba inquieta, como ahora.


-Claro que si cariño... es solo que ya sabes que aun estoy molesta por lo que hizo en tu cumpleaños-


Si, así como era de amorosa, también era de resentida, para mi cumpleaños número diecisiete mi padre no había asistido, aunque había prometido que pediría ese día libre en su trabajo para acompañarme, no lo veo hace seis meses.


-Sabes que siempre para esa temporada es en donde mas ventas realizan mamá, además no debes preocuparte por eso, yo estoy bien-


Mi padre prácticamente vivía en la ciudad, pues en ese lugar era mas fácil llegar a tiempo a su trabajo un concesionario que ocupaba la mayor parte de su tiempo, al principio viajaba todos los días pero el trayecto era de dos horas por lo que era riesgoso sobre todo a la hora en la que salía pues en la carretera se reportaban muchos robos, por lo que mi padre tomo la decisión de vivir allí, ninguna de las dos entendía el por que simplemente no buscaba un trabajo dentro del pueblo pero debido a su insistencia no quedo mas que dejarlo y rezar para que este bien lejos de casa

-Tú siempre le dejas pasar todo, pero yo no Evangeline, es injusto que siempre salga con largas para su familia, pero no se pueda tomar un día libre para compartir contigo-

Decido no refutarle más, sabía que no la haría cambia de opinión, aunque, por alguna razón sentía que, aunque si estaba molesta por haberme dejado plantada, no estaba de esa manera solo por eso.

Solo nos había tomado veinte minutos llegar a casa, la iglesia estaba cerca. Sentía mucha emoción, hacia mucho no veía a mi padre y ya lo extrañaba mucho, en su trabajo era el mejor en lo que hacía, gracias a eso nos permitía vivir de una manera "acomodada" pero por esa misma razón pasaba mucho fuera de casa, cosa que era siempre el tema de discusión entre mis padres "nunca estas en casa, Evangeline solo te ve cuando recuerdas que además de un trabajo tienes una hija" siempre escuchaba a mi madre gritar casi la misma oración en las noches en donde pensaban que ya estaba dormida, pero no era así, de verdad se esforzaban para que no me diera cuenta de las cosas, pero era algo difícil con mi edad sin duda alguna.


-Mañana antes de que te vayas al instituto quiero que pases a recoger el florero que le prestaste a la señora furrier, sabes que era el favorito de tu abuela-

-Está bien mamá-

Mi madre se voltea para mirarme, solía hacerlo de vez en cuando, no sabía por qué, pero me escudriñaba como si quisiera encontrar algo, y aunque había querido preguntar solo se limitaba a decir: "¿acaso no puedo admirar a mi preciosa hija?" respuesta que debiera de bastarme si no fuera porque esa acción era algo extraña, al menos para mi.

-Sabes que te amo, ¿no es así? -

-Lo sé madre, yo también te amo-

Antes de poder preguntar por su inesperada confesión se escucha la puerta principal siendo abierta por lo que sabiendo de quien se trataba me apresuro a ir a su encuentro, iba a lanzarme a los brazos de mi padre cuando reparo la escena pues este no estaba solo, a su lado había alguien más, alguien que apenas apareció por el umbral de la cocina poso sus oscuros ojos en mí, todo se quedó en pausa al verlo a Él.

El edén en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora