La melodía del silencio

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—¿Cómo es posible que el señor Bowie sea culpable de esos asesinatos? 

—Ya decía yo que no podía ser tan perfecto. Eficiente, caballeroso, guapo; no fuma, no toma, no sale. 

—Demasiado bueno para ser verdad. 

—Me da escalofríos pensar que de verdad lo haya hecho. ¿No lo veían muy animado estos días? ¡Por dios, qué horror!

—Calmense, calmense. Tal vez se trate de un malentendido…

—¿No escuchaste de lo que lo acusan los oficiales?

—Asesinó a esa gente y seguía aquí trabajando como si nada. 

Normalmente las mañanas eran agitadas en J&E Company, pero no tanto como lo fue ese día. El fatídico día en que los oficiales entraron al edificio buscando a Josh Bowie. Su arrestó tomó por sorpresa a todos. Muchos creían que cualquiera, hasta ellos mismos,  podía tener el perfil de un asesino, menos el bueno de Bowie. 

Los padres de Bowie fueron a dar testimonio a su favor, aunque no tuvieran una buena relación con su hijo, podían asegurar que él no era un asesino. Desde muy pequeño no le gustaba jugar con otros niños, solo se limitaba a estudiar y dejarse llevar por su imaginación, ¿eso no era aún mejor? ¡así nace un prodigio! Siempre fue inteligente; ganó medallas, reconocimientos y, finalmente, se graduó con honores en la universidad. 

En el trabajo nadie podía decir que era irresponsable, siempre era el trabajador del mes por ser tan eficiente. 

Sin embargo, sus ex parejas contaban otra historia:

“Le llegué a preguntar si pensaba que yo me alimentaba de aire”. 

“La mínima cosa lo irritaba”. 

“Peleábamos y, al final, siempre era yo la culpable. El santo no hacía nada”. 

“Me golpeó una vez y no dejé que pasara otra vez. Realmente sentí que mi vida corría peligro al lado de ese hombre”. 

“Yo lo amaba, pero él se amaba a sí mismo”. 

|| Noticia de último minuto. Nos acaban de informar que han arrestado a Josh Bowie, un hombre de 30 años acusado de asesinar brutalmente a siete jóvenes universitarios en un complejo de apartamentos en las cercanías de Didsbury. Solo la casera, un inquilino y una pequeña familia, quedaron con vida. El sujeto, al parecer, ni siquiera se acercó a sus puertas. Las víctimas tenían entre 18 y 25 años||. 

—¿Qué? ¿Asesinó a siete personas? Pero ¿cómo?

—¿Ese flacucho? ¿En serio?—no pudo evitar reír, le parecía irónico.

—Pero está guapo, ¿no? 

—Tiene un aire seductor, me gusta.

—¿Están locas? 

—Mira sus ojos. ¿Cómo se llamaba eso? Histerec...

——heterocromia.

—Sí, sí. Vaya… Es muy atractivo. 

Mientras la interrogaban, la casera solo pudo argumentar que el señor Bowie era un inquilino de hace bastantes años, que no daba ningún problema, ni se le escuchaba. No hablaba con nadie a menos que se le dirigiera la palabra, que cumplía puntualmente con la renta y cuidaba del área verde del apartamento, hasta sembraba allí algunas plantas. Inclusive habló de que tenía un gato blanco. Afirmó que, aunque Josh Bowie fuera culpable, era algo difícil de creer. 

La señora también explicó que solo Bowie, dos inquilinos, de estos una familia, y ella vivían allí, nadie más debido a la ubicación. Sin embargo, por alguna extraña razón, a esos jóvenes les pareció el lugar ideal. Todos se conocían y hacían fiesta todos los días.
Aseguró que aquel día, aunque quisiera, no escucharía nada porque tenían la música demasiado alta como de costumbre. 

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