🦋 DIEZ

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—¿Ahora eres tú la que me sigue? —se burló la alta viendo a su pequeña caminar a su lado.

—Desde que heriste mi orgullo cerrándome la puerta en la cara, he decidido ser la piedra en tu zapato —dijo Eunha.

—Bueno, eso era para que supieras lo que se sentía cuando me decías que miento —la mayor rio.

Entonces Sowon miró hacia un lado y notó que la mocosa ya no caminaba junto a ella, frunció el ceño deteniendo su paso y girando su cuerpo.

Mala idea, su cuerpo había quedado a sólo un par de centímetros del de Eunha.

—¿E-Eunha? —balbuceó bajando la cabeza y entonces sus mejillas ardieron al sentir las suaves manos de Eunha en ellas.

—Mírame, de verdad me gustas. —dijo la enana y Sowon la miró— No sabes la sensación que me causas al verte, no sabes cuánto tiempo estás en mi cabeza, realmente no sabes nada... —murmuró y la pelinegra intentó alejar su cara avergonzada pero Eunha no se lo permitió— Mírame, por favor, mira mis ojos, dicen todo. Te miro diferente porque me gusta verte, disfruto ver tu rostro independientemente de las expresiones que tengas, me gusta estar contigo sin importar el tema de conversación, me basta estar contigo un segundo para sentirme feliz y me gusta que yo te guste.

—Bunny...

—Dímelo otra vez, por favor —pidió Eunha con sus ojos suplicantes.

—Me gustas mucho... —musitó la alta.

—Te creo.





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