Solo es el comienzo

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Oscuridad.

Fue lo único que pude distinguir al momento de despertar.

Sentía como la cabeza me daba vueltas, el suelo estaba húmedo y frío a mi alrededor.

Traté de incorporarme, pero al momento de hacerlo, un fuerte dolor de cabeza paró mi movimiento.

— Hey, ¿Ya estás despierta?

Escuché una voz femenina que está tan presente en mi vida que era imposible confundirla.

Era Dalya, mi mejor amiga desde la infancia.

Entre cerré los ojos intentando buscarla entre la oscuridad hacia el lugar donde escuche su voz pero difícilmente veía mas que mi propio cuerpo.

Pude imaginar que se estaba acercando hasta donde yo me encontraba, ya que se escuchaban las pisadas cercanas.

— Ah, una disculpa, recordé que te da miedo la oscuridad — soltó de una manera muy tranquila.

Después de que dijo aquello, se iluminó la habitación, se veía algo desgastada, tal vez por el foco que ya era algo viejo.

Pero la escasa luz de ese momento fue perfecta para mi, dando visibilidad al lugar donde me encontraba, estaba en una habitación bastante grande y amplia.

Se sentía algo de humedad y lo que pude llegar a precisar, en una esquina del lugar había una gran caja de madera, quise pensar que era para guardar herramientas.

Esta vez con más calma me incorporé, Dalya venía hacia mí aunque todavia no lograba ver del todo bien.

Me sentía débil o más bien… drogada.

— ¿Te sientes bien? —

Noté como se agachaba para estar en mi misma altura que me encontraba.

— Debes de tener hambre, ¿cierto?

No le conteste, ahora que estaba recuperando poco a poco la vista podía ser más fácil de comprender en dónde estaba.

Acaso… ¿Me encontraba en un sótano?

— Te traje algo para que comas, tus tripas gruñen por comida

Vi como se levantaba para ir hacia una mesa que se encontraba a un rincón del sótano y tomó – lo que pude alcanzar a apreciar– un plato.

Después se acercó de nuevo y tomó asiento delante de mí, deslizando el plato hacia mi para que lo tomara.

— Aquí tienes, lo cocine especialmente para ti — sonrió gentil.

Yo solo pude deslizar mi mirada hacia el plató con comida, y luego volví a posar mi mirada en ella con desconcierta.

— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? — fue lo que pude limitarme a decir.

— No es necesario responder esas preguntas ahora.

Dijo sin dejar su sonrisa de lado, se veía dulce, pero la situación no lo ameritaba para que salieran mis dudas.

— El hambre te está provocando imágenes que no son ciertas, vamos, come.

Tomó una cuchara y colocó una porción de comida en ella para acercarla.

— Dalya, ¿Dónde estoy?

Volví a preguntar, esta vez un poco más seria.

Quería una buena respuesta.

— Ya te dije que no es el momento de responder preguntas absurdas.

Contestó de la misma manera en que le había hablado anteriormente.

DALYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora