» 01. Cosas del pasado

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Con tan solo catorce años ya había perdido la cuenta de a cuantas personas les había corregido la mala pronunciación que tenían hacía mi nombre y el mi madre, para tener que recordarles que yo no era Hiah sino Hiyori

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Con tan solo catorce años ya había perdido la cuenta de a cuantas personas les había corregido la mala pronunciación que tenían hacía mi nombre y el mi madre, para tener que recordarles que yo no era Hiah sino Hiyori.

Hiah, mi madre, era de Corea del sur, lugar donde nació y vivió hasta que decidió tomarse un año sabático y irse a recorrer el mundo, ¿el resultado?, conocer al hombre que se convertiría en su futuro esposo. Era gran aficionada de la moda y el maquillaje cosa que resultó ir a mejor cuando se entero que el segundo resultado de su escapada (según ella) iba a ser una niña, a la que le heredó el gusto por lo mismo formando una relación aparte del madre-hija llegando a considerarse mejores amigas al pasar los años.

Por el lado de mi padre, Yordi o Yori como la gente le llamaba, proveniente de Aguascalientes fue un gran fanático de los deportes siendo entrenador por varios años y maestro de educación física. En una de sus caminatas mañaneras conoció a la que seria su futura esposa, gracias a que se veían casi del diario, con el tiempo se volvieron compañeros de ejercicio y la pequeña relación escaló a más hasta que él mismo decidiera irse con ella a Corea después de enterarse del embarazo no planeado de su primer hijo. Si bien, su amor dejó a varios extrañados, no les importó y siguieron hasta que al fin pudieron sellarlo y casarse por el civil en Corea junto con la familia de mi madre y después otra boda, esta vez por la iglesia, en México y con la familia de mi padre.

A pesar de que ninguno hubiera planeado un hijo a los apenas veintitrés años, de cada uno, no lo tomaron como algo malo. Ambos compartían el sueño de casarse y formar una familia, aunque la idea original era para después de los 30s, siguieron con todo el plan para poder tenerlo.

No soy hija única, tengo un hermano tres años mayor con quien pasaba la mayor parte de nuestro tiempo juntos, era un hermano mayor muy protector y invertía la mayor parte de su tiempo jugando con una mini yo a juegos inventados por nosotros mismos, eramos el dúo de hermanos que muchos esperarían, yo siendo alguien tranquila y reservada y él, el hiperactivo que no podía quedarse ni un momento quieto.

Hiven y yo nacimos y vivimos en Suwon pero viajábamos con regulación a México por petición de nuestro padre, y después de mi madre. Ahí mismo aprendimos español para poder convivir con los niños de la misma edad y aunque la idea sonaba tentadora en un principio, se esfumó cuando la gente inconscientemente, o no, nos llamaban por nombres que no eran los nuestros. Con el tiempo nos acostumbramos a corregir a la gente.

Después de tanto en ese momento me encontraba con el mismo vecino que había conocido la vez anterior que habíamos visitado México. Según palabras de mi padre, era hijo de la vecina a dos casas de la nuestra por lo que me extrañe la primera vez que lo vi delante mio. Esa primera vez no se había acercado y solo lo vi de lejos, cosa de la cual él se dio cuenta, para la segunda fue cuando se me acercó y comenzó a hablarme, al parecer era un niño realmente energético que disfrutaba de las nuevas amistades.

-Hola. -su voz la tome de imprevisto alzando la mirada que tenía en la pequeña flor que recién empezaba a germinar, un recuerdo del primer día que había pisado la antigua casa de mi padre.

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⏰ Última actualización: Aug 07 ⏰

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𝗢𝘂𝗿𝘀 ; 𝗔𝗹𝗱𝗼 𝗚𝗲𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora