──𝕮𝖆𝖒𝖊𝖑𝖔𝖙.

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  El olor de las moras silvestres y naturaleza en general inundó sus fosas nasales, amaba el olor, la esencia de el bosque, hasta que el olor fue interrumpido por una fragancia de jengibre, lo que hizo que su piel se erizara

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  El olor de las moras silvestres y naturaleza en general inundó sus fosas nasales, amaba el olor, la esencia de el bosque, hasta que el olor fue interrumpido por una fragancia de jengibre, lo que hizo que su piel se erizara.
  Supo al instante de quién se trataba, ese aroma de jengibre solo venía de una persona y siempre lograba hacer que un nudo apareciera en ella con solo olfatear esa fragancia.

—Si te escondes en el mismo lugar, siempre te ganaré, incluso empiezo a dudar de que sepas realmente como se juegan las escondidas, cariño.

  Se sobresaltó como si de un gato se tratase, a pesar de que sabía quien era, no había forma de que se acostumbrara a la presencia del chico.

—¡No es mi culpa que este lugar del bosque sea tan cómodo! ¡No jugamos este tipo de cosas de donde yo vengo! —se quejó sonrojada—. ¡No me asustes así, maldición!

—¿Te pusiste nerviosa porque te asusté? O... ¿por la forma en la que te llamé?—preguntó el pelirrojo, mientras se acercaba a ella.

—No juegues, tonto, yo no lo estoy haciendo—soltó alejándose de él, apartando la mirada hacia otro lado para que no vea lo sonrojada que estaba—. ¿Olvidas que puedo matarte de un golpe?

—Lo tengo presente todos los días, eso sin mencionar que ellos podrían matarme con un solo desliz—dijo tomándola de la barbilla para que lo mirase—. Pero tú no serías capaz de hacerme daño, ¿verdad, mi amada flor?

—Ehm... yo... si tú no me haces daño yo tampoco lo haré—balbuceo, sin poder evitar que su mirada se desviara a los labios del chico.

—Nunca te haría daño. Ahora... ¿qué tal si me das mi premio por encontrarte, mhm?—preguntó, notando como lo miraba.

—¡Glo...!

[ • • • ]

  Parpadeo, volviendo a la realidad gracias a los llamados del chico delante de ella.

—¡Lady Sedile! ¿Está bien?—preguntó Arthur preocupado.

  La mujer miró a su alrededor, estaba en la biblioteca del gran palacio de Camelot.

—Lo siento, Arthur. Estaba... distraída—se disculpó cerrando el libro que tenia en mano.

—No es su culpa—negó rápidamente—. Usted y lady Merlín se han estado esforzando mucho para ayudarme como gobernante de Camelot...

—¡Ey, niño!—lo regañó—. No te atrevas a sentir culpa por esto, ¿okay?—dijo agarrándolo de las mejillas y jugando con ellas—. Merlín es la que terminó haciendo esto como un experimento y una deuda conmigo, pero yo lo hago por ti y solo por ti, ¿entendido?

  Notó como los ojos morados del pequeño rey se iluminaban mientras que su rostro se sonrojaba levemente.

—Se... se lo agradezco, lady Sedile.

  Sedile sonrió.

—Así me gusta—dijo desordenandole el cabello—. Ahora, concéntrate en los libros de nuevo, tienes que recopilar toda la información de todo tipo para ser un buen rey porque...

—El conocimiento es poder—acabo su oración.

—Exacto, aprendes rápido Arturito.

  Sonrió ante el apodo.
  Tal vez esta mujer intimidante y sumamente poderosa que parecía alguien seria y amargada, pero nada más lejos de la realidad y eso... Le gustaba de alguna manera.

[ • • • ]

  Sedile recorría los pasillos del castillo de Camelot, tratando de no pensar en los recuerdos que por alguna razón venían a su cabeza en esos instantes.
  Un graznido la sacó de sus pensamientos.

—¿Ahora que paso, Leandro?—preguntó la mujer al ver como el cuervo se posaba en su hombro.

  Volvió a soltar algunos chillidos, acompañados con la palabra: “Meliodas, Meliodas”, que repitió varias veces.
  La doncella lo agarró del pico, cállandolo.

—Shh...—repitió—. Si alguien te escucha, nos meteremos en problemas.

  El cuervo ladeó la cabeza y luego picoteó la oreja de la mujer, Sedile soltó un quejido de dolor y miró mal al cuervo mientras se dirigía a su oficina y ponía seguro en la puerta.

—Reverti—dijo moviendo su mano y al instante el cuervo se convirtió en un joven alto de cabello azabache.

—Meliodas-

—Shh—interrumpió la bicolor—. Si Merlín te escucha se volverá loca, habla más despacio, Leandro.

—Tu hermana está loca—soltó el hombre.

—Todos lo estamos.

  Alejandro bufó y bajó la voz antes de continuar con su oración:

—Detecté el poder de Meliodas hace unos días y también el de los demás pecados—habló en susurro pero con seriedad.

  Sedile alzó una ceja.

—¿En serio?—preguntó mientras se cruzaba de brazos y se volteaba.

—Si, en Vaizel—afirmó Alejandro señalando esa parte del mapa—. Algo hizo que su poder demoníaco despertara, pero no era el único, había más rastros parecidos.

  La hechicera no dudó en darse la vuelta hacia su servidor con una expresión neutra pero Alejandro notaba la sorpresa en los ojos de su señora.

—No puede ser... Los demonios están sellados y creo que si el sello se rompiera ya estaríamos todos envueltos en caos—murmuró.

—No es un demonio de alto rango, es algo más parecido a... Demonios rojos pero no exactamente igual.

—Eso es un problema y concuerda inusualmente con la incrementacion del reclutamiento que Liones ha hecho a los pueblos pequeños—dijo la heterocromática llevando su mano a su barbilla mientras pensaba—. ¿Crees que ellos...?

—Es lo más seguro, mi señora.

  Sedile mordió su labio inferior mientras empezaba a inquietarse.

—Solo espero que esto no se salga de control y que Meliodas no se meta en problemas.

—Pide algo muy díficil.

—Lo sé...

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𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 𝐈𝐍 𝐃𝐈𝐒𝐆𝐔𝐈𝐒𝐄 ━━━━━𝒂 𝒏𝒏𝒕 𝒇𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora