Capítulo único

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Quien dijo que la adolescencia sería increíble, era un vil mentiroso. Eso era lo que pasaba por la mente de Megumi mientras un grupo de idiotas lo molestaba.

Recibió un fuerte empujón que lo llevó a caer en el duro cemento, provocando que soltara un quejido luego de que sus codos recibieran el impacto. El grupo de chicos lo rodeó, y se turnaron para propinarle un golpe, acompañado de alguna estupidez, sin importancia para el agredido. Así llegó el turno de Soka, que le jaló los cabellos y disfrutó de casi romper su nariz.

—Para que aprendas a no meterte con nosotros, marica asqueroso —le soltó, para al fin marcharse.

Megumi no dijo nada, ni se inmutó realmente, ni siquiera se había "metido" con ellos, pero sería inútil tratar de decírselo, pues era demasiado para su pequeño cerebro.
Con una expresión neutra, llevó su mano al puente de su nariz, con la intención de detener el sangrado, y fue ahí cuando se dio cuenta; la combinación del olor a cigarrillo y una suave colonia, esas Converse rojas hechas mierda que llevaba siempre, dibujadas por él mismo. Yuuji. Alzó la mirada para encontrarse con ese desordenado cabello bronce.

—¿Disfrutaste el nuevo show? Esta vez sí hubo sangre.

—No realmente —se puso en cuclillas para estar a su altura, y luego darle una calada al cigarro en su boca—. Siempre es lo mismo, ya resulta aburrido, ¿sabes? —Terminó por exhalar el humo en su rostro.

—Qué lástima que así sea, pero creo tener una idea —simuló un tono entusiasta—, ¿qué te parece... no aparecerte nunca más?

—¡Ja! No me hagas reír.

—No entiendo qué te gusta tanto de venir a observar la forma en que me insultan y golpean.

—No es eso lo que vengo a ver, Meg, estoy a la espera de tu contraataque. Tienes la fuerza suficiente para destrozar sus rostros, y sin embargo, nunca lo haces. —Volvió a inhalar una bocanada.

—¿Y qué con eso?

—¿No piensas decirme el porqué?

—No tengo razón para decirte nada.

—Supongo que para que me lo digas debo darte algo a cambio —le dedicó una media sonrisa, exhalando el humo nuevamente en el rostro de Megumi, a quien no parecía afectarle realmente.

—Tal vez, pero debe ser bueno —quiso seguirle el juego, pues realmente no tenía una muy buena razón para no defenderse, simplemente que le parecía absurdo y una pérdida de tiempo.

—De acuerdo, sígueme. —Se puso de pie, y le tendió la mano a su compañero, quien enseguida la aceptó—. Y casi lo olvido, toma —le entregó un paquete de pañuelos—. Para tu nariz.

—¿Estabas preparado?

—Se podría decir. —Le dio la espalda y lanzó el cigarro al suelo para pisotearlo, listo para emprender camino.

—Gracias.

Yuuji tenía toda la pinta de ser una persona peligrosa, una de la cual temer, sin embargo, Megumi sabía que era inofensivo para cualquiera, pero no para sí mismo; eso era lo único que no podía negar, sus malas decisiones. Tal vez no tenía ninguna mala intención, pero aún así terminaba siendo una "mala influencia", como lo llamaba su madre. A él no le importaba de todas maneras, tenía la edad para tomar sus propias decisiones, y si quería estar acompañado de alguien como Itadori, sería por juicio propio; pues ese chico, por más de que su vida fuera un completo desastre, ahí estaba, admiraba eso suyo, no se rendía, el único problema era cómo le gustaba sobrellevarlo.

—Aquí es —soltó y tomó a su compañero de la mano, para guiarlo.
Habían llegado a un bar bastante desolado y de mala muerte. Megumi dudó, pero quiso confiar en su amigo.

Adolecer || ItafushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora