Entrar a la preparatoria era algo, según lo que me habían comentado, complejo. Era lidiar con muchas cosas que al menos yo no tenía ganas de enfrentar y es que la vida ya me había pegado demasiado duro en estos últimos meses, digo todo el tema de mi mama y en general todo es tan estresante. Últimamente parecería que el mundo está en mi contra, parece que cada pequeño rayo de esperanza que logra colarse dentro de mi habitación, la vida se encarga de tapar bien el lugar del que esa luz viene dejándome nuevamente atrapado, dejándome nuevamente solo.
Mi cuarto era una combinación de dos cuartos, los recuerdos de ambos son demasiados para contarlos siquiera, mientras me ponía mi ropa solo podia pensar en las miradas, los pares de ojos que se pondrán sobre mi se sienten siempre como reflectores, reflectores que aclaran mi alma y no me deja ver, no me permite verme. Luego de vestirme para ir a mi primer día bajé las escaleras directo a mi comedor, miré la mesa vacía y fue imposible no dejarme llevar por los recuerdos que yacían ahí tan cerca, pero a la vez muy lejos. No hablando de distancia sino más bien de tiempo, el tiempo se encargó de ayudarme a guardar y atesorar esos recuerdos que ahora mismo parecían ser dagas dentro de mí, clavándose en el fondo de mi corazón.
Lentamente, mientras recuerdos bombardeaban mi cabeza fui caminando directo a mi mochila, tomé mis audífonos y coloque mi canción favorita en estos momentos, esta canción habla sobre cuando no hay nadie más en este mundo que esa persona, esa persona que llena tus días de alegría y te hace esperar un siguiente día. Esa persona en mi caso, no existe o bueno al menos no ha existido en los últimos años, consecuencia de haber descubierto mi sexualidad hasta hace un mes. Suspire antes de colocarme mi cubrebocas y salí directo a mi escuela.
Mientras iba en el cablebus me puse a pensar, ¿qué hubiera pasado si esa convulsión nunca hubiera ocurrido? La respuesta, aunque no certera, era siempre la misma en mi cabeza "todo estaría bien" pero, ¿realmente sería así? Porque gracias a eso yo descubrí mi sexualidad una noche que estaba llorando, destruido por lo que el mundo había preparado para mí y simplemente me vi cuidado y protegido por mi antiguo mejor amigo, esa noche él me hizo sentir tanta luz que mis lágrimas, iluminadas por la luz que me brindó mostraron el arcoíris que no sabía que estaba en mí. En ese momento todo tuvo sentido, las canciones, los poemas, incluso entendí porque no podía sentir más por mis amigas a pesar de ser tan perfectas.
Supongo que lo peor que viví luego de la convulsión fue el descubrimiento, el llegar a descubrir quiénes de los que me rodeaban estaban realmente ahí para mí. La respuesta, aunque triste es predecible, nadie se quedó conmigo, ni siquiera mi mejor amigo. Dolió horrible saber que estaba tan solo entre toda la gente a la que me mate por darles todo, por darles un mínimo de atención y cariño, los ayude en sus peores momentos, cuando dudaron, cuando cayeron, cuando murieron por dentro. Pero al final me quedé solo, al final nadie estuvo ahí para tomarme de la mano cuando caí, nadie estuvo para recordarme quién era en verdad, mi casa ahora no era la única que guardaba recuerdos sino también los lugares que vieron lo que era yo antes y lo que espero nunca volver a ser.
La lágrima que recorrió mi mejilla me mostró lo absorto que estaba en el recuerdo de mis sentimientos al vivir todo eso, lo único que impidió que la gente notara mi tristeza fue mi cubrebocas que se llevó la lágrima y la escondió tan bien que no pude evitar pensar, realmente, cuantas lagrimas derrame sin darme cuenta mientras pensaba en esto.
Al bajar en la última estación mire a través de las ventanas las calles, antes esas calles eran más coloridas de lo que lo son ahora, antes por esas calles yo habría corrido para no perder el metro. Ahora solo quiero no llegar a la escuela, solo quiero olvidarme de todo esto y correr lo más lejos que pueda de todos los recuerdos que esta ciudad guarda sobre mí, sobre lo que alguna vez fui.
El metro es fácil de usar, es seguro en muchos aspectos que los microbuses no lo son y, sobre todo, el mundo ahí se mueve tan rápido que nadie se fija en ti, no tienes importancia hasta que te interpones en el camino de alguien, puedes llegar a muchos lugares sin estar mentalmente en ellos. Aquí todo funciona de forma automática. Cuando uso el metro solo me preocupo por dos cosas, la primera es que la canción que esté escuchando quede con el momento, porque no será lo mismo mirar a un hombre quedándose del otro lado de las puertas al cerrarse con "Yo quisiera" de Reik a verlo con "Recuérdame" de coco, mal ejemplo lo sé, pero se entiende, lo segundo y más importante, asegurarme de tener un buen lugar para no salir volando al más mínimo movimiento del metro.
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En Tu Mirada
Teen FictionTal vez, no sea tan malo caer si al hacerlo puedo mirar tus ojos y sentir tus brazos alrededor de mi. Sentir no parece tan malo cuando todo lo que siento te rodea a ti.