¿Nunca les pasó eso de extrañar mucho a una persona y no animarse a decirle "Te extraño, te necesito"? y no por orgullo, sino que no se lo decís por miedo a que no le importe, a que "le chupe un huevo", a que no quiera saber nada de vos, a que no te extrañe como vos lo hacés. Aunque no se lo digas, ese dolor que te genera el no poder hablarle sigue estando en tu pecho. Esas ganas de estar a su lado te invaden y dan vueltas en tu cabeza una y otra vez, hasta a veces se presentan en tus sueños y lo ves tan... real. Esa resulta ser tu imaginación jugandote en contra, haciendo que pienses en mil y una historias, abrazos, besos, miradas, sonrisas, todo con esa persona. Porque vos la extrañás, la queres ver, acercarte, hablarle, que todo vuelva a ser como antes, que la felicidad compartida reaparezca. Y después de soñar con todo eso, te das cuenta de que sólo es eso, es un sueño, todo sigue igual, nada cambió. Pero, eso podría cambiar, ¿cómo? Enfrentando tu miedo, arriesgandote, hablándole de una vez por todas. Si no lo hacés, la duda de "¿Qué habría pasado si me animaba a hacerlo, a decirle todo lo que siento?" va a seguir dando vueltas por tu mente, atormentandote hasta el punto de no poder pensar en otra cosa, de no poder olvidar, de vivir del pasado aunque intentes seguir adelante. Sentís que nada ni nadie va a reemplazar a ese alguien y te cerrás a los demás, pero los que te rodean te dicen "tenés que seguir adelante, viví tu vida" y lo primero que se viene a tus pensamientos es que ellos no saben nada, que no te entienden, que sólo vos sabés lo que sentís, aunque a veces ni vos sabés qué es lo que te está pasando y llorás sin motivo. Pero bueno, a seguir adelante, va, si es que podés, si lográs arreglar ese corazón, el cual, se rompió en tantos pedazos que ni siquiera llegás a contarlos. Ese que sólo va a estar en calma cuando por fin, logres soltar esas palabras que están atrapadas hace un largo tiempo en tu garganta, las causantes de tu gran dilema, mi dilema.
