Sombras y Estrellas
En una pequeña ciudad llena de tristeza y monotonía, vivía un chico que se sentía indiferente a todos los demás. La vida en ese lugar seguía un ciclo interminable de rutina, donde cada día parecía una repetición del anterior. Los edificios grises y las calles desiertas reflejaban el estado de ánimo de sus habitantes. El chico, de nombre Alejandro, solía encontrar refugio en los libros y en sus pensamientos, anhelando algo que rompiera la monotonía.
Un día, al salir de un centro comercial para tomar un taxi que lo llevaría a su hogar, Alejandro se encontró con una chica rubia que le impedía el paso, caminando exactamente enfrente de él y ralentizándolo. Frustrado por la interrupción, le dijo:
-Perdona, ¿puedes dejarme pasar?
La chica, con una vibra misteriosa, solo lo volteó a ver sin decir nada y siguió caminando lentamente. Alejandro, nuevamente, le dijo:
-¿Puedes hacerte a un lado, por favor? -con un tono molesto pero intrigado por aquella mujer misteriosa.
Ella solo respondió con una sonrisa juguetona pero retadora a la vez. Sus ojos brillaban con una intensidad que Alejandro nunca había visto antes, y esa sonrisa, aunque molesta, tenía algo que lo atrapaba.
Alejandro quedó impactado al ver la belleza de esa mujer y esa sonrisa que lo sorprendió. De pronto, la chica ya no le impedía el paso, pero ahora era él quien la seguía, sintiendo una extraña conexión muy especial con esa desconocida. Quería averiguar quién era esa persona y por qué sentía esa atracción inexplicable.
-Soy Luna -dijo ella finalmente, como si hubiera leído sus pensamientos.
Empezaron a hablar durante varias horas. Luna le contó que también se sentía atrapada en la monotonía de la ciudad, buscando algo que la hiciera sentir viva. Después del centro comercial, se dirigieron hacia un parque y se quedaron allí hasta que el sol se escondió tras el horizonte, provocando así un espectacular y hermoso atardecer que los dos disfrutaron en compañía.
Mientras las sombras de la noche caían sobre la ciudad y las primeras estrellas empezaban a brillar en el cielo, Alejandro y Luna sintieron una calma y una conexión que nunca antes habían experimentado. Se dirigieron a la casa de Alejandro, un lugar modesto pero acogedor. En el camino, continuaron hablando sobre sus sueños y aspiraciones, compartiendo historias y risas.
En la casa, supieron que eran como almas gemelas. Disfrutaron de un encuentro íntimo que ambos gozaron profundamente, pero más allá del encuentro sexual, tuvieron un vínculo emocional y espiritual. Entre todas las personas de esa ciudad triste y monótona, encontraron un rayo de esperanza y un sitio seguro en el cual, sin prejuicios y sin conocer bien a la otra persona, se dejaron llevar por el momento y las emociones que experimentaron tras su encuentro horas antes. Esto resultó en la unión de dos seres humanos con metas y aspiraciones.
Pasaron la noche conversando, mirándose a los ojos y descubriendo en el otro una profundidad que nunca antes habían conocido. Luna habló sobre su amor por la música y su sueño de viajar por el mundo, mientras Alejandro compartió su pasión por la literatura y su deseo de escribir una novela. Se sentían libres y auténticos, como si el encuentro hubiera desbloqueado partes de sí mismos que habían estado dormidas.
Al amanecer, cuando el sol empezó a teñir el cielo con colores, ambos sabían que algo había cambiado dentro de ellos. Despertaron juntos, conscientes de que aquel incidente no fue eso, sino un cruce de destinos y de vidas. La luz de la mañana bañaba la habitación, y ambos sintieron que el nuevo día traía consigo una nueva oportunidad, una nueva dirección.
Se despidieron haciendo una promesa: volverse a ver. Estaban conscientes de que habían encontrado algo invaluable. La vida de ambos tenía ahora nuevos propósitos y una nueva dirección. Alejandro decidió que era hora de empezar a escribir su novela, inspirada por su encuentro con Luna, mientras ella se sintió más decidida que nunca a seguir su sueño de ser música y viajar por el mundo.
Durante los días siguientes, ambos sintieron la ausencia del otro, pero también la presencia de lo que habían compartido. La monotonía de la ciudad ya no parecía tan abrumadora, y cada rincón tenía un nuevo matiz, una nueva luz. Alejandro comenzó a escribir con una pasión renovada, sus palabras fluyendo como nunca antes. Luna, por su parte, comenzó a planificar su viaje, cada nota de su música impregnada de la conexión que había sentido.
Pasaron semanas y luego meses. Finalmente, llegó el día en que se volvieron a encontrar. Esta vez, no fue por casualidad, sino por elección. Se vieron en el mismo parque donde habían compartido su primer atardecer juntos. El tiempo no había disminuido la intensidad de sus sentimientos; al contrario, había profundizado su conexión.
-Sabía que volverías -dijo Luna, con esa sonrisa juguetona que Alejandro tanto amaba.
-Nunca lo dudé -respondió él, tomando su mano.
Juntos, caminaron bajo las estrellas, sabiendo que, aunque el destino los había unido por un momento, ahora era su decisión mantener viva esa conexión. Y así, en medio de las sombras de la noche y la luz de las estrellas, encontraron su camino juntos, transformando la tristeza y la monotonía de la ciudad en un lugar lleno de posibilidades y esperanza.
![](https://img.wattpad.com/cover/370101783-288-kaaaaa5.jpg)