Capítulo 4

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—Se que busco trabajo, pero no está en mis planes ser niñero.

Aquella había sido su respuesta ante la euforia de Shisui, quien le había comentado que debía presentarse al salir de la universidad para cuidar de alguien.

No le había dicho el nombre de la familia siquiera, solo le había dado un pequeño trozo de papel con la dirección a la que debería ir y luego se mantuvo en silencio mientras lo oía preguntarle lo necesario.

No es que le moleste cuidar de un niño, pero teniendo en cuenta sus estudios, buscaba un trabajo que le permitiera continuar con sus deberes en cuanto tenga oportunidad.

Quizás podía aprovechar mientras el infante dormía su siesta, aunque no tenía idea de si el niño tendría esas costumbres.
Sus estudios no eran del estilo donde podría relajarse aunque sea un poco. Después de todo, se encontraba estudiando medicina, que ya de por si le era bastante difícil. No quería tener que dejar su tiempo de estudios para dedicarse por completo a un pequeño que iba a depender completamente de él en poco tiempo.

Una casa de dos plantas se mostraba a través de la verja. Su jardín perfectamente acomodado y con el césped cortado, sus techos se abrían y se elevaban hacia arriba en cada esquina. La madera exterior se encontraba perfectamente barnizada y un sillón de madera oscura se encontraba junto a la puerta de entrada, debajo del techo que dirigía una galería hacia uno de los costados de la casa.

Un casa japonesa tradicional y bien cuidada.

Tocó el timbre en cuanto leyó los números ubicados en un pilar y la verja se abrió automáticamente.

Una mujer de cabello largo y negro, vestida con traje de ejecutiva, abrió la puerta y lo esperó de pie hasta que el joven se aproximó.

—Buenas tardes, señora.—El rubio se inclinó ante la mujer, recibiendo un saludo de su parte.

—Shisui me ha hablado de ti, cariño, adelante.—Comentó ingresando a la vivienda.— Mi nombre es Mikoto.—Sonrió esperando a que el chico quitara sus zapatos en la entrada.— Supongo que Shisui te ha comentado con respecto al labor que llevarás a cabo.

—Solo me ha dicho que seré niñero.—Sus ojos observaban con cuidado el lugar.

El suelo de tatami se sentía debajo de sus pies y las puertas fusuma le impedían la vista a las demás habitaciones. Cada una cerrada como si quisieran ocultar el mayor secreto dentro de aquellas paredes.
Los aparatos electrónicos le daban aquel aspecto actual al hogar a pesar de que la sala no contaba con sillones, sino con un kotatsu con la única decoración de un florero encima.

Las paredes se encontraban completamente vacías y no había nada fuera de lugar.

—Bueno, algo así.—Rio la dama caminando hacia la cocina.— ¿Gustas un poco de té?

El menor asintió y a pedido de la fémina, caminaron hacia la cocina. 

No pasó mucho tiempo para que la dueña del hogar comenzara con sus preguntas. Desde a qué familia pertenecía, hasta sus horarios de universidad y la carrera que cursaba.
Era una mujer agradable y elegante, tanto para moverse como para hablar, aún cuando no lo hacía con la formalidad con la que había esperado al verla.

—Debes tener en claro una cosa.—Comentó bebiendo de su té.— Puedes hacer lo que gustes aquí. Si quieres estudiar, ya sea solo o traer a algún compañero, mi marido y yo no tenemos problemas con eso. Sabemos que necesitas este trabajo y que no puedes dejar tus estudios de lado.—Su mirada se dirigió hacia la puerta y volvió una vez más hacia el rubio.— Siéntete como en tu casa, cariño. Solo te pido que no desacomodes nada de donde está ni dejes nada en el suelo ¿Si? Puede ocurrir un accidente.—Naruto la miraba con el ceño fruncido, confuso, pero igualmente asentía a sus órdenes.— Evita, también, oír música demasiado alta. Mi hijo tiene un oído demasiado sensible a ello.

Oscuridad (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora