IMPERIUM.

EMM.

No existen las casualidades. 

Con los años, he dejado de creer en las casualidades y en que todo estaba destinado para mi. Que no sepas por qué sucede algo, no significa que sea fortuito, que no tenga un motivo. 

Y cuando algo quieres que vaya bien, hay que poner todo el esfuerzo que hay dentro de ti para que salga como te lo imaginabas, aunque por el camino haya personas que quieran pisarte y apropiarse de lo que no es de ellos. 

De la gente deje de imaginarme cosas buenas hace mucho tiempo, mas tiempo del que puedo llegar a recordar. Siempre me habían dado una mano por delante, y un cuchillo afilado por detrás. Confiar en las personas era un reto para mi y para todo el que quisiera entrar en mi vida.

Siempre he sido confiada por naturaleza y admito que me ha llevado más de una decepción en la vida. 

Pero para confiar hay que ser valiente.

Ser valiente implica un acto de coraje en un mundo donde la confianza se ha vuelto muy escasa. Siempre he creído en el poder de la confianza. En el poder que las personas manejan cuando su autoestima incrementa y su confianza se vuelve notoria, con poder, con fuerza, marcando y dominando el territorio asegurándose de que todo lo tienen a su alcance, sin dejar escapar ni un solo detalle.

Para ser valientes y confiar, debes estar dispuesto a enfrentar tus miedos y aceptar la posibilidad de decepción. Y yo no estaba dispuesta a volver a confiar en las personas, ni en lo profesional ni mucho menos a nivel personal.

La confianza es sólo para valientes, y sólo desde la confianza se puede construir una conexión de verdad, fuerte y resistente a todos los golpes de la vida.

Esa conexión volvió a existir en el momento en el que me miro a los ojos de nuevo.

En ese instante, el juego termino y la partida la perdí para siempre.