Won't you promise me? That you'll never forget...

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Me encuentro impaciente, veo los minutos pasar en mi celular y el estómago se me aprieta con fuerza. ¿Por qué Minho no llegaba? Se supone que estaba en camino y ahora no responde los mensajes ni llamadas. Agito las manos intentando disipar la tensión y hago lo mismo con mis piernas para luego practicar nuevamente la coreografía solo marcando los pasos.

Veo a Hyunjin a lo lejos y se acerca a hablarme, no le presto demasiada atención, estoy muy concentrado en mantener mi cabeza en los pasos y no en el retraso de mi mejor amigo. Cuando nota que lo estoy ignorando me toma por los hombros y me sacude levemente.

–¡Hey! –dice, con un tono más alto–. Ya conoces los pasos y te salen magníficos, no es necesario continuar practicando tanto, te pondrás más nervioso –me suelta y mira alrededor, después de fruncir el ceño devuelve su atención a mi figura–. ¿Y Lee?

Suspiro intentando calmarme y no gritarle en la cara, entonces capta su error.

–Oh, está retrasado ¿cierto? –sonríe, intentando simpatizarme después de su fracaso.

–Sí y no contesta, pero ya debería estar por llegar.

–¿Tienes un plan b? –masculla, como si en realidad no quisiera preguntar.

Pero lo hizo y lo observo con la mirada más fulminante que he dado en el último tiempo, dejando en claro que es un idiota. Debería aprender a callarse la boca, pero era Hwang Hyunjin, seria pedir demasiado.

–Solo lo digo por si acaso… está lloviendo como si el cielo se fuera a caer, quizás el tráfico y eso… –su voz se apaga cuando nota que mi expresión no cambia–. Bueno, suerte, me voy.

Veo su espalda alejarse y antes de desaparecer voltea y me muestra la lengua.

Un plan b. En realidad si lo tenía: improvisar.

Cuando pensé la coreografía por primera vez era un solo: un amante practicando cómo le pediría a su amado que bailaran juntos por siempre. Sin embargo, al mostrársela a Minho él se unió sin mi permiso y terminamos creando una coreografía para un dueto. Una que pulimos y le presentamos a la maestra. A quien le encantó.

“La química que tienen es impresionante, hicieron a las chicas suspirar y a mí sonrojar, es espectacular.”

Ahora mis mejillas estaban sonrosadas.

Minho.

Lee Minho.

Ese castaño molestoso que no paraba de decir cosas para hacerme reír. Solía ser callado e “inalcanzable” –o eso decían mis compañeros de clase, porque yo nunca le presté atención–, sin embargo, un día se acercó a mí después de verme llorar por una chica en el patio de la escuela, aunque no nos conociéramos de nada.

“Tranquilo, no eres tan feo.” –dijo, después de que me sacara a pedazos la historia–. “Quizás no fuiste bendecido con un rostro como el mío, pero seguramente alguien te querrá.”

Lo miré mal y me puse de pie para irme, pero no me libré de él. Me siguió y caminó a mi lado.

“Desde este ángulo eres incluso lindo. Voy a ayudarte a encontrar a alguien, pero llorando te vez mucho peor, no lo hagas.”

Podía recordar ese día a la perfección y parecía irónico, porque después de eso cada vez que fue testigo de cómo lloraba, él elogiaba lo tiernos que se veían mis ojos brillantes o lo adorable que era el puchero de mis labios y como jamás antes vio a alguien que se mirase tan lindo luego de moquear tanto.

Desde ahí nuestra relación se basó en burlarse del otro y probar hasta donde llegábamos. Con el tiempo mutó y Minho se convirtió en quien alegraba mis días haciéndome enojar. ¿Cómo era que eso podía hacerme sentir tan bien y revolver mi estómago? Solo verlo me causaba nervios y luego su cercanía me reconfortaba, absurdo.

Can I Have This Dance? 》2min OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora