ⵌ I

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Las risas y las palabras de otras personas se escuchaban con eco por toda la orilla de la piscina. Personas que ya se conocían conversando con otras y algunas estaban solas, tal vez porque buscaban enfocarse más en ellos mismos que en el aspecto social del deporte.

"El es de segundo, ¿no?" Se acercó Medardo a su primo, ambos volteando en dirección de las grandes puertas del lugar de la alberca, encontrándose con la nueva adquisición de los alumnos en este horario, de paso acercándole la toalla que buscaba.

"¿De la escuela?" Pensó por un momento, dándole un vistazo de arriba abajo que por un momento pudo haberse visto juzgón. "Según yo si." Tomó su toalla de las manos del otro, pasándola por su propia piel y secando las gotas que sobraban. "De segundo 'B' que yo sepa." Concluyó según su memoria se lo permitía.

Ambos se quedaron en silencio mientras charlaban sobre otras cotidianidades, por el otro lado había personas luchando por su dignidad y rezando por que el tiempo pasara más rápido.

Su primer instinto fue ir al baño, tratando de convencerse que no se estaba escondiendo y tratando de convencerse que no era un cobarde o cualquier cosa parecida.

Dejó sus cosas a un lado en un rincón del piso, casi aventando la mochila. Caminó hacia el espejo del pequeño baño, ambas de sus manos apoyadas en el borde del lavamanos, sus ojos encontrándose con los de su propio reflejo.

Abrió el grifo del agua, haciendo como si se lavara las manos aún si en realidad no era del todo necesario, solo estaba ganando tiempo como si no le faltara más de la hora para irse a casa de nuevo.

Se dió la vuelta y se recargó en donde antes se apoyaban sus palmas, cruzándose de brazos. Sus ojos se paseaban por todos los rincones del baño, dudando si debía cambiarse ya o esperar un rato.

No parecía haber nadie, así que podía quedarse ahí un buen rato sin que nadie pensara mal, además, si nadie lo conocía, realmente dudaba que alguien se hubiera dado cuenta que estaba ahí en primer lugar.

O eso quería pensar antes de que la puerta sonara con un callado click y se abriera hasta chocar con la pared. Fue casi inmediata la forma en que Julio se dió la vuelta, actuando como si se estuviera lavando las manos otra vez, solo que ahora de una manera un poco más torpe que antes. Lo bueno es que quien sea que haya entrado no le pondría atención a eso, ¿cierto?

Volteó hacia arriba, de nuevo encontrándose con su reflejo pero también con el de esta otra persona. Sus reflejos lo traicionaron, inmediatamente saludándole en el momento que sus ojos se conocieron.

"Hola."

El mismo momento en el que habló fue el momento en el que se arrepintió de haber estado aquí en primer lugar. Cerró los ojos, regañándose a sí mismo en su propia mente, ¿cómo puedo haber sido tan estúpido?

"Hola."

Su voz le parecía conocida, seguro la había escuchado antes, pero ¿dónde?

Cuando se aseguró que no volteara a dónde él, sus ojos analizaron su figura a través del espejo. Ah, claro. Sentía que no debía sorprenderse al ver a alguien de su mismo colegio, después de todo solo estaba a una pequeña caminata de ahí. Si no estaba mal, era un año mayor que él, por lógica cursando en tercer grado, lo reconocía por algunas personas.

"¿Eres de segundo?" Preguntó el mayor de los dos, sin voltear a ver al otro.

Asintió con la cabeza, cerrando el grifo del agua y secándose las manos con una de las toallas de papel del dispensador a su costado.

Se quedó parado por un momento esperando a que dijera más, pero sólo los acompañó un silencio incómodo, así que tomó sus cosas sin otra palabra y se retiró del baño.

De nuevo se encontró con el viento no fresco que indicaba el descenso del sol en el cielo, suspiró y pensó con el incómodo encuentro que acababa de tener, un pequeño sentimiento de culpa torciendo su estómago. Lo repetía en su propia mente, y por alguna extraña razón sus pensamientos casi siempre terminaban divagando hacia el físico del otro.

Era algo diferente a él: era relativamente más alto (y más blanco) que él, aclarando la diferencia de edad de un año entre ambos, asumió que llevaba aquí un tiempo, así que era fácil adivinar que se sentía más seguro en lo que hacía a diferencia de él que ni siquiera había empezado. También parecía ser más... ¿Musculoso? ¿De verdad se fijó en eso?

No tiene porqué significar algo, simplemente podía admirar su físico y ya. O a lo mejor era envidia.

Si, debía ser eso.

Y trató de convencerse de eso hasta que se terminó el día, aunque ya no estaba tan seguro después de que el mismo pensamiento invadiera su cabeza tanto tiempo.

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⏰ Última actualización: Jun 04 ⏰

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𝗆𝗂 𝗉𝖾𝗌𝖼𝖺𝖽𝗈 𝖾𝗆𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅𝖺𝖽𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora