Alex nunca había sido un gran aficionado a las fiestas universitarias. Prefería pasar su tiempo libre leyendo o jugando videojuegos. Sin embargo, aquella noche, sus amigos lo convencieron de asistir a una fiesta en el campus. Llegaron a la casa donde se celebraba el evento, y desde el primer momento, Alex se sintió fuera de lugar. La música estaba demasiado alta, y el ambiente, lleno de gente bebiendo y bailando, no era lo suyo.
Intentó integrarse y disfrutar, pero simplemente no podía. Decidió alejarse un poco del bullicio y se dirigió a una esquina más tranquila de la casa. Fue entonces cuando la vio: Emma, una chica desinhibida y vibrante, estaba bailando en medio de la sala. Su energía era contagiosa. Emma se movía al ritmo de la música con una sonrisa en el rostro, sin importarle quién la mirara.
Alex no podía apartar los ojos de ella. La observó mientras se besaba con un chico, y luego, sin ningún pudor, se dirigía a otro con la misma intensidad. Después de un rato, Emma se llevó de la mano a un tercer chico hacia las habitaciones de arriba. La curiosidad pudo más que Alex, así que decidió seguirlos. Subió las escaleras con cautela, tratando de no ser visto.
Cuando llegó al pasillo, vio la puerta de una habitación entreabierta. A través de la rendija, observó cómo Emma besaba al chico apasionadamente. Luego, ella misma se quitó la ropa, revelando su espectacular cuerpo y curvas. Alex contemplaba fascinado cómo Emma sacaba la masculinidad del chico de sus pantalones y se arrodillaba, comenzando a acariciarla y usar su boca.
Emma se lamió los labios con deseo después de usar su boca en el chico. Luego, se levantó, lo tiró a la cama y se subió encima de él, introduciéndose su masculinidad y comenzando a moverse. Los sonidos de placer y las expresiones de Emma llenaban la habitación. Alex estaba hipnotizado, observando cada movimiento, hasta que se dio cuenta de que Emma lo estaba mirando de reojo. Ella sonrió con satisfacción al notar que Alex la observaba.
Emma comenzó a moverse más rápidamente, gimiendo cada vez más fuerte. Miró directamente a Alex, provocándolo aún más. En un punto, dejó de gemir y, mientras lo miraba fijamente, movió los labios sin sonido, formando las palabras: "¿Tú también quieres gozarme?" Alex, sin saber qué hacer, se quedó paralizado. Decidió que era mejor retirarse antes de ser descubierto.
Bajó las escaleras con el corazón latiéndole a mil por hora y se reunió con sus amigos, tratando de aparentar normalidad. Pero las imágenes de Emma seguían en su mente, llenándolo de una mezcla de deseo y confusión.
ESTÁS LEYENDO
Amor entre lujuria
Teen FictionLa historia sigue la vida de Alex, un estudiante universitario que se ve envuelto en una serie de encuentros y situaciones inesperadas después de conocer a Emma, una chica carismática y atractiva. Lo que comienza como un simple encuentro en una fies...