CAPITULO III

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Los nervios le dieron a Amber pocas horas de sueño. Dormía alguna hora y después se despertaba sin querer, se quedaba pensando y volvía de pronto a dormirse y así continuamente. Así que la última vez que se despertó, a las 6:30 decidió no volver a dormirse a pesar de que su alarma estaba programada para sonar recién una hora más tarde. Para su sorpresa a su lado no estaba Sulli. Salió de la habitación andando como un zombie buscando a su amiga.
- Amber - oyó la voz de Sulli detrás de ella cuando se disponía a bajar a la cocina.
La tomboy se giró y, en el pasillo, vio, asomada por la puerta del baño, la cabeza de la adorable Sulli, con el pelo envuelto en una pequeña toalla y una amplia y dulce sonrisa en su rostro.
- ¿Qué haces despierta tan temprano? - le preguntó la muchacha a Amber y añadió enseguida antes de darle tiempo a contestar y preocupada -. ¿No te habré despertado yo con el sonido de la ducha?
- ¿Eh? - Amber ni se había percatado del sonido del agua - No, yo... simplemente no he tenido una buena noche.
Empezó a andar hacia donde estaba Sulli. Entonces Sulli se apartó un poco de la puerta y dejó entrar a Amber al cuarto de baño. Esta abrió el grifo del lavamanos y empezó a limpiarse la cara mojando incluso un poco de su pelo sin qerer.
- Si te es incómodo que durmamos en la misma cama, dímelo - dijo Sulli, mientras se frotaba suavemente la cabeza con la mini toalla, un poco preocupada todavía de ser la culpable del poco descanso de su amiga.
Amber cerró el grifo y buscó la toalla de manos sin levantar la cabeza. Sulli le facilitó el trabajo extendiéndosela y añadió mientras su amiga se secaba la cara:
- Es que a veces me quedo dormida sin querer en tu cama.
- No pasa nada - dijo entonces Amber dejando la toalla de nuevo en su sitio -. Estoy perfectamente con ello. A veces, incluso duermo mejor, ¿tú no?
Sulli sonrió y asintió con la cabeza.
- Por cierto, ¿que haces tú también despierta a estas horas? - preguntó Amber.
- He quedado... y un poco temprano - Sulli desvió la mirada hacia un lado con un poco de rubor en sus mejillas.
Amber se asombró y por un momento tuvo el pensamiento de que había quedado con Choiza. Aquella idea le desagradó bastante, así que decidió preguntarle a su amiga que con quién iba a encontrarse. Pero primero dijo a Sulli que se vistiera para no enfriarse y ella le obedeció y fue a su habitación. En pocos minutos estaba en la habitación de Amber donde esta se encontraba buscando que ropa ponerse.
- ¿Te ayudo? - le preguntó mientras se sentaba en un rincón de la cama.
- ¿Puedo saber con quién has quedado? - preguntó Amber impaciente sin dar respuesta alguna a la pregunta de su amiga y siguió haciendo un poco de broma -. ¿A qué tonto se le ocurre hacerte madrugar? No te quedan bien las ojeras. No apoyo esa relación ehh.
Se giró sujetando una camiseta en cada mano y enseñándoselas a Sulli. Una era de tirantes, negra y con letras blancas que ponían "Too fabulous for you" y la otra era de mangas cortas, roja y con estrellitas negras en las mangas y al final de la camiseta.
- Con Minho-oppa - contestó Sulli un poco sonrosada, señalando a la vez la camiseta de tirantes y dejando a Amber boquiabierta por la respuesta.
- ¿Cómo? ¿Cómo? ¡¿Cómo!? - la tomboy soltó un chillido un poco emocionada por lo que su amiga le acababa de decir.
Sulli sonrió nerviosa y sonrojada. Amber cogió la camiseta que la menor había elegido y empezó a dar saltitos sobre el suelo.
- Y ¿tú? - dijo de pronto Sulli haciendo que los pies de Amber se detuvieran en el suelo.
- ¿Y-yu-yo? - tartamudeó Amber pareciendo incluso que lo hacía apropósito. Pero la joven estaba completamente ruborizada - ¿Cómo sabes que he quedado?
- No sé. Solo me lo imaginé.
Amber se arrepintió de no haber negado desde el principio que había quedado con alguien. Le daba mucha vergüenza admitir que había quedado con Key. Siempre quedaba con chicos y no le importaba que la gente lo supiera, después de todos eran solo amigos, eran como ella. Pero Key... Él era diferente y, aunque ella no quisiera admitirlo, su corazón era el que tenía la razón en aquel caso. Le resultaba muy bochornoso especialmente decírselo a Sulli, ya que su amiga insistía mucho en que la diva estaba perdidamente enamorado de Amber, o al menos se sentía un poco atraído. Y muchas veces también intentaba sonsacar a Amber sus sentimientos hacia él.
- Venga dime - insistió Sulli poniendo morritos e inflando sus mofletes rosados.
Amber dio media vuelta y, poniéndose de cunchillas junto a un cajón, empezó a buscar un pantalón que fuese a juego con su camiseta.
- Key-oppa - susurró de pronto.
Su cara estaba tremendamente roja y su corazón latía a cien por hora. Por suerte, Sulli solo veía su espalda y su pelo. Solo esperaba que los latidos no fueran tan fuertes para ser escuchados por su amiga.
- ¡ESO ES GENIAL! - exclamó Sulli a gritos - ¿Volveréis a tener otra cita?
- ¿C-ci-CITA?! - amber se giró de golpe con unos skinny jeans grises entre sus manos, tartamudeando y soltando un grito al final.
Sulli se rió pícaramente.
- ¡Solo hemos quedado! - se apresuró a explicar Amber azorada - ¡Nunca hemos tenido una cita! ¡Ni la tendremos!
- Vale vale - Sulli se levantó y le dio unas palmaditas a su amiga dedicándole una de sus mejores sonrisas.
Amber suspiró. Lo que no sabía era que ahora si, su cara estaba más que roja.
Unos minutos después Sulli ya se había marchado rápidamente a lo que para Amber era una cita. "Parece que las dos pensamos igual la una de la otra", pensó riéndose sola.
Miró su reloj. Eran recién las 7:30 y ella ya estaba lista. Los nervios no la permitían estar ni un segundo más en casa así que salió y se dirigió hacia el café donde habían quedado. Estuvo paseando por los alrededores nerviosa y emocionada, tanto que casi iba saltando en vez de caminando. De pronto escuchó unos chillidos casi contenidos y algunas cosas parecidas a "Sí, es Amber".
Amber miró a los lados y vio, a traves de sus gafas de sol, entonces a un pequeño grupo de chicas. Eran cinco en concreto. Todas la estaban mirando y alguna la señalaba. Eran pocas, así que Amber no se preocupó y les dedicó una sonrisa a la vez que las saludaba con la mano. Unos chillidos tan agudos y fuertes que podían romper cristales, sonaron entonces. Las chicas empezaron a dar saltitos a la vez que gritaban de la emoción, haciendo que más de una persona las mirase y entonces notasen la razón por la que estaban así. Amber comenzó a andar de nuevo, pero sin darse cuenta el grupito de chicas y algunos jóvenes más empezaron a seguirla un poco de lejos. Cuando cada vez disimulaban menos y se acercaban más, Amber lo notó y empezó a preocuparse un poco. ¿Debía detenerse y complacer a sus fans o empezar a andar más rápido? Hoy no tenía ningún guardaespaldas y aunque últimamente había sido muy descuidada al andar por las calles, podía ser malo si un gran grupo de fans la rodease.
- ¡Amber! ¡Fírmame un autógrafo! - escuchó una voz femenina a sus espaldas.
Se volteó rápidamente y vio a un grupo de adolescentes ante ella, exitados por verla y conseguir algún autógrafo o foto con ella. Amber aceptó lo del autógrafo y así empezó a firmar a todos. Sin darse cuenta, de pronto se vio rodeada por un gran grupo de personas que cada vez le dejaban más espacio. Entonces empezaron a tocarla, a cogerla de la camiseta, tocar su pelo, algún que otro estirón. Amber dejó de firmar enseguida e intentó escapar pero era imposible, todos se abalanzaban sobre ella y la sujetaban sin piedad. Empezó a sentir que le faltaba aire. Entonces de pronto sintió como alguien le cogió de la muñeca y empezó a tirar de ella. Intentó soltarse del agarre con todad sus fuerzas, pero aquella persona tiraba cada vez más fuerte de ella. Entonces, perdió toda sus fuerzas y no pudo seguir negándose. En ese instante, sintió como empezaba a atravesar a un montón de personas y entonces, luz.
- ¡CORRE! -le gritó el chico que la agarraba el cual ya había echado a correr llevándola a rastras.
Amber obedeció. Una masa de jóvenes alocados reaccionaron tarde y empezaron a ir tras ellos al darse cuenta. La tomboy solo podía ver la espalda de su salvador, pero lo primero que le vino a la mente fue él.
- ¿Key? - susurró, pero el joven no pareció escucharlo.
Se metieron por un barrio con muchos callejones y de pronto lograron, por unos segundos, que los fans les perdiesen de vista. El muchacho la dobló entonces ante un callejón estrecho arrastrándole a ella también y poniéndola contra una pared.
- ¿Qu-? - el chico tapó la boca de la joven con una mano.
Un montón de personas pasaron corriendo al lado del callejón, sin darse cuenta de la presencia de los dos famosos. Él solo miraba como pasaban todos, esperando a que pasase hasta el último de ellos. Amber le miraba a la cara. A la cara de la persona que no era la que ella pensaba. Sus ojos se empañaron de lágrimas entonces. Henry notó que la mano con la que tapaba la boca de su amiga se estaba empezando a humedecer. Miró el rostro de la tomboy entonces y lo encontró empapado de lágrimas incontrolables. El corazón se le encongió al ver a la chica así.
De pronto pasaron bastante segundos sin nadie que pasase por allí.
- Ya se han ido - dijo Henry liberando la boca de Amber.
Amber se dejó caer al suelo encogiéndose sobre sí misma y escondiendo su cara entre sus rodillas, llorando desbordadamente. Henry la miró apenado.
- Pensé... yo pensé que era él - dijo de pronto Amber entre sollozos.
Henry no logró comprender de quién hablaba, pero se agachó y apoyando una mano en su hombro, empezó a acariciar su cabeza con la otra mano libre, intentando tranquilizarla y consolarla. Amber seguía llorando y respiraba de forma entrecortada.
- Te llevaré a casa - dijo su amigo.
Amber negó con la cabeza sin siquiera levantarla un poco para mirarle.
- Tienes que descansar un rato. Debe haber sido un momento de mucha frustración. Tu cabeza y tu cuerpo deben descansar - le explicó Henry.
No. Lo único que necesitaba un descanso en aquel momento era su corazón. No sabía que le pasaba, pero dolía mucho, demasiado. Pero aún así quería ver a Key.
Henry pasó a acariciarle los hombros intentando liberar tensión de estos.
- Estoy bien -dijo entonces Amber, levantando un poco la cabeza y mirando a los ojos al famoso. Tenía los ojos rojos, al igual que su cara, e hinchados -. He quedado así que debería irme.
- ¿A qué hora has quedado y dónde?
- En el caffé Toto, a las 9:30. No te preocupes, estoy bien.
- Recién son las 8:15 - le explicó Henry -. Espera un poco.
- No, tengo que irme - insistió Amber levantándose tambaleando un poco y soltándose de las manos de Henry y haciendo que él también se pusiera de pie -. No puedo llegar tarde.
- No vas a llegar tarde, llegarás a en punto.
- No, tengo que llegar antes - siguió insistiendo Amber. De pronto sintió que las fuerzas la abandonaran y su cuerpo se tambaleó hacia el suelo, cerrándose al mismo tiempo sus párpados, y sujetándola al instante Henry. Se había desmayado.
Henry llamó rápidamente a un taxi.
*Casi dos horas después, en el café*
Key había llegado puntual y desde la hora que habían quedado había estado esperando casi media hora mientras se tomaba lentamente un té. "¿Le habrá pasado algo?", se preguntó a sí mismo mirando su reloj de muñeca. Las 9:52. Suspiró y cogió su móvil.
"¿Te has quedado dormida?", le envió un mensaje a la llama.
- ¿Me traería otro té? - le pidió entonces a una camarera que pasaba a su lado y que asintió amablemente.
Esperó media hora más bebiéndose el segundo té y sin contestación alguna. Salió entonces del café, poniéndose las gafas de sol y la mascarilla.
*En casa de Amber*
Henry seguía sentado en una silla junto a la cama de Amber, mirando como esta dormía plácidamente. Había llegado incluso a tener fiebre, pero Henry consiguió que disminuyera bastante, poniéndole un paño húmedo y frío en la frente.
- ...Key... - susurró la tomboy entonces. Lo dijo tan bajo que Henry no sabía si había escuchado bien o no.
- ¿Key? - se preguntó él a sí mismo en voz baja y observándo como Amber fruncía un poco el seño. Alargó la mano, pero la detuvo a mitad de camino.
Sonrió con tristeza y devolvió su mano a su sitio inicial.
- Key... Oppa... - volvió a murmurar Amber con voz frágil. Esta vez si pudo entender claramente lo que decía.
- Habías quedado con él ¿no? - preguntó Henry a la dormids Amber, sabiendo que no obtendría respuesta alguna.
Después se cogió un post-it de la mesilla de noche y empezó a escribir algo. Al terminar, bajó hasta la entrada de la vivienda, con la cabeza gacha. Nada más dar un paso al exterior, al levantar la mirada se encontró con Key delsnte suyo, a punto de tocar el timbre, mirándole con asombro. Henry puso la misma expresión.
- ¿Qué haces aquí? - preguntaron los dos a la vez.
Key frunció el ceño.
- ¿Por qué sales de casa de Amber? - preguntó intentando contener la ira que amenazaba con explotar su corazón y exparcirse por todo su cuerpo.
- No es de tu incumbencia. Lo que hagamos Amber y yo no es algo que tengas por qué saber -contestó con firmeza Henry.
- Aparta - le ordenó Key con voz ronca.
Entonces Henry cerró la puerta que todavía no había soltado hasta ahora. Ambos quedaron fuera de la casa.
- He dicho que te muevas de mi camino - insistió Key casi gritando.
- Vete - dijo Henry con voz imperativa pero a la vez con un semblante sereno, casi triste -. Amber no está bien. Así que solo déjala por hoy.
Key se sorprendió ante aquello y el gesto de su cara no pudo ocultarlo. ¿Estaba mal? ¿Qué le había ocurrido?
- Con más razón tengo que verla - contestó Key lanzándose hacia la puerta intentando pasar a través de Henry. Pero este lo detuvo empujándole hacia atrás.
- Key - volvió a hablar -. Hoy tuvo un momento de gran apuro... y tú no estuviste ahí. ¿De verdad quieres presentarte ante ella?
Key notó entonces en la mirada mohína de Henry que solo quería lo mejor para Key mismo y la tomboy.
- Gracias por cuidar de ella - dijo entonces Key con la voz un poco baja -. Pero por no haber estado ahí cuando me necesitaba, por eso mismo, ahora me toca a mí cuidarla.
Ambos jóvenes se miraron como si comprendiesen perfectamente el sentimiento del otro. De pronto Henry metió una mano en el bolsillo de su pantalón y, cuando volvió a sacarla, le ofreció unas llaves a Key.
- Hazlo bien - dijo con voz casi amenzante al chico que ya estaba aceptando las llaves.
Henry se fue entonces casi chocando su hombro con el de Key. Key se apresuró a abrir la puerta y subió rápidamente hasta la habitación de ella.
Allí estaba la tomboy, inconsciente sobre su cama. De no ser por la continua y suave, casi imperceptible, subida y bajada de su pecho, cualquiera diría que estaba muerta. Key se acercó rápidamente a ella y se sentó en una silla cercana a la cama, y acarició con suavidad, pero impaciencia, el rostro de su amiga. Entonces notó su ceño fruncido. Puso dos dedos en su entrecejo y lo subió para arriba, aliviando la tensión entre ambas cejas.
Sonrió al ver la dulce cara de la tomboy durmiente. Quiso incluso reír, pero se contuvo. Entonces miró un papelito pequeño y amarillo que había sobre la mesilla. Lo cogió y empezó a leerlo en su mente.
Key arrugó la notita al terminarla y se la guardó en un bolsillo. "Por eso tenía esas llaves", pensó.
- ¿Key? - escuchó de pronto la voz de Amber. La miró como acto reflejo.
- Amber - Key se agachó un poco apoyándose en la cama, para acercarse más a ella.
- ¿Eras tú? - preguntó Amber. Key la miró un poco desconcertado. No sabía de qué hablaba. Entonces Amber continuó -. Pensé que fue Henry.
Amber sonrió llevándose una mano a la cabeza.
- ¡Qué tonta soy! Con lo diferentes que sois - siguió hablando y entonces refunfuñó casi como si estuviera echándole la bronca - ¡Ya! Que sepas que podría haber escapado yo solita de aquel alboroto. Pero por ser tú tal vez te lo perdone.
Key comprendió entonces que Amber se pensaba que el que la había salvado había sido él. No sabía qué habís ocurrido exactamente, así que decidió cambiar de tema para que Amber no le descubriera. Ambos empezaron a hablar de otras cosas, a veces incluso tonterías, lo primero que pasase por sus cabezas. Se rieron mucho. Sin apenas darse cuenta Key acabó en la cama junto a Amber, ambos haciendo el tonto y riéndose a carcajadas. Parecía como si nada malo hubiese ocurrido esa mañana y eso hacía sentirse bien a ambos.
Unas horas después Key decidió volver a casa posponiendo la quedada para otro día que ya decidirían en otro momento, y devolviéndoles las copias de las llaves a Amber.
Cuando Amber volvió a su habitación empezó a ordenar su cama sonrosada por la alegría que invadía su corazón. Entonces, extendiendo las sábanas, encontró entre ellas una bolita de papel amarilla y arrugada. Extendió el papel y empezó a leer lo que ponía en él:
"Soy Henry. Espero que ya estés mejor. No sé si lo recordarás, pero por si acaso, que sepas que te has desmayado. No ha sido nada, solo te subió un poco la fiebre. Si ocurre algo no dudes en llamarme. Cojo una copia de las llaves por cualquier urgencia. Te las devolveré la próxima vez. Y espero que esa próxima vez me des tanto miedo como siempre."
Amber volvió a arrugar el papel y lo tiró a una pequeña papelera que había en un rincón de su habitación.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2015 ⏰

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