Era por la noche y estaba tumbado en la cama, de nuevo, con él estando en frente de mí mientras me miraba, y al estar en la oscuridad solo se le veían sus ojos blancos. Estaba harto de verlo ahí de pie, asique al día siguiente decidí enfrentarle.
Sustituí mi cuerpo por un montón de almohadas, mientras que yo me encontraba esperándolo detrás de la puerta del baño. Eran las 2:00 de la mañana y aún no había venido, pero no me rendí, las 2:15, aún nada, 2:30 y tampoco estaba, 2:45, me comencé a plantear que esta noche no vendría, 2:59, no había aparecido y decidí irme a dormir, asique salí de detrás de la puerta y cuando fui a poner un pie fuera del baño escuche un ruido detrás de mí.
Me di la vuelta, lo único que había era una ducha la cual tenía una cortina que estaba tapando lo que contenía, asique agarre la cortina y de un tirón la abrí, me lo encontré ahí, pegue un grito y del susto me caí al suelo. Me levante, salí corriendo del baño y me dirigí hacia la cama para poder esconderme debajo. Cuando ya estaba escondido vi sus pies acercarse hasta donde yo me encontraba, y ahí es donde se quedó durante el resto de la noche.
Al día siguiente escuche como alguien abría la puerta, salí de debajo de la cama y vi que era Emma, que venía a traerme las mismas pastillas de todos los días, las cuales siempre tiraba. Le conté lo que me había ocurrido y ella comenzó a insistir con más intensidad que me tomara las pastillas y por una vez decidí hacerle caso, me las tome y espere impaciente a que llegara la noche. Cuando llego yo ya estaba tumbado en la cama, esperando a que él llegara, pero por desgracia eso nunca sucedió.
Aquella noche no vino y la siguiente tampoco. Era extraño, estuve pensando que había hecho aquellos dos días que no hubiera hecho los anteriores y llegue la conclusión de que eran las pastillas que Emma me traía. No sé por qué, pero si me las tomaba, él no aparecería.
Emma al día siguiente volvió a entrar con las pastillas en la mano, me las metí en la boca y fingí que me las tragaba. Me estuvo preguntado si lo había vuelto a ver y yo le conteste que no, ella sonrió, se despidió y en cuanto salió por la puerta yo escupí las pastillas, sabían fatal y encima no tenía ni idea de para qué eran, asique las tire por el váter, esta noche le quería ver.
La noche volvió a la misma hora de siempre y volvía a estar tumbado en la cama esperando para verlo. A las 2:45 de la mañana aún no había aparecido, pero después de casi 15 minutos lo vi, de nuevo estaba delante de mí. Al principio me asuste, pero poco a poco ese sentimiento se fue transformando en felicidad, era raro, pero estaba contento de verlo y por ello aquella noche dormí genial.
Todo aquello se convirtió en una rutina, primero fingir tragarme las pastillas y tirarlas por el váter, luego esperar impaciente la noche y por último mi parte favorita del día, hablar con él. Sí, hablaba con él, le contaba cosas que me habían pasado o lo que había estado haciendo durante el día, y aunque él no me contestaba, yo me sentía escuchado, lo cual era más que suficiente. Lo único que cambiaba durante el paso de los días era que él cada vez aparecía más cerca de mí, hasta que un día apareció a mi lado. Yo me alegre con aquella acción, pensaba que él ya confiaba más en mí, pero estaba equivocado.
Él se abalanzó sobre mí y en ese preciso instante deje de sentir los latidos de mi corazón, para después ver la oscuridad.
Cuando me desperté no sabía ni que día era, pero me alegre al poder volver a sentir los latidos de mi corazón y también de poder volver a Emma, la cual estaba sentada en una silla. Cuando recupere un poco las fuerzas conseguí poder llamarla y en cuanto ella escuchó mi voz se levantó para venir hacia mí. Ella me estuvo contando que aquel día encontró las pastillas en él váter, también me explico que aquellas pastillas eran muy importantes y que por eso me las debía de tomar, lo cual comencé a hacer.
Todas las mañanas al despertarme lo primero que hacía era desayunar y tomarme las pastillas, después pasaba el día leyendo o viendo la televisión hasta que llegaba la noche y me iba a dormir, como me tomaba la medicación, él ya no aparecía y aunque a veces me sintiera solo valía la pena.
Un día cuando me desperté me encontré una nota encima de la mesa, donde ponía que Emma no podía venir y que otra persona me cuidara, deje la nota en la mesa y escuche como la puerta se abría, era la chica que me cuidaría, que entraba con la bandeja del desayuno. Aquella chica se llamaba Olivia, ella me estuvo el porqué Emma no vendría y cuando acabo, me dejo la bandeja en la mesa y se fue.
Cuando acabe de desayunar me di cuenta de que no me habían traído las pastillas, pero por alguna razón, pensé que no tardarían en hacerlo, asique me quede esperando a Olivia. Pasaban los minutos y nadie venía para traerme las pastillas, me comencé a poner nervioso e incluso me faltaba el aire y estaba muerto de miedo. Decidí irme a la ducha para poder relajarme, asique agarre una toalla y ropa limpia, me dirigí hacia el baño, entre y cerré la puerta.
Después de un rato termine de ducharme y cuando termine de vestirme me acerque al espejo para poder peinarme, quería verme guapo, ya que hoy vendrían mis padres a verme. Me agache para poder sacar el cepillo de dientes del cajón, pero cuando me levante me encontré con él, se le veía reflejado en el espejo y estaba detrás de mí, poco a poco me fui dando la vuelta y cuando lo tuve delante lo vi con más claridad.
Entre en pánico, quise salir del baño, pero cuando él vio mis intenciones se puso delante de la puerta. No tenía ninguna escapatoria, asique di unos pasos hacia atrás para intentar coger la alcachofa de la ducha y poder defenderme, pero en el tercer paso me resbalé con el agua del suelo y me caí, dándome un golpe en la cabeza.

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Cortas historias
De TodoAquí estaré publicando algunas de mis historias, son cortas y la mayoría de terror o misterio.