Capítulo 37: Los celos de Eros Dunkel (Parte II)

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Capítulo 37: Los celos de Eros Dunkel (Parte II)

Eros Dunkel

Sin embargo antes e que pudiera propinarle otro golpe, Martin me sostuvo de los brazos lanzándose hacia mí e interponiéndose entre nuestros asientos, Federico se rió mientras se cubría la nariz que empezó a sangrar.

—Cálmate, estás tomado —dijo Martin.

Tomé una profunda respiración y alejé a Martin de mí cuando por fin llegamos al castillo, me bajé del auto como alma que lleva el diablo, la verdad es que mi enojo viene desde anoche y no logro mejorar mi humor, solo quiero devolverme y partirle la cara a Federico.

Entré al castillo ignorando a un grupo de excursión que estaba cerca del palacio en los sitios guiados para turistas, Aurora, Carmelo y Eva se detuvieron para tomarse fotos con ellos, los miré por la ventana, eran hombres y personas de su edad, ella les sonreía como si no entendiera por qué le pedían fotos a ella, pero a su vez parecía disfrutar la atención de esos chicos.

Apreté la quijada sintiendo ese mismo sentimiento que sentí cuando la vi en el gym y un chico se le acercó y ella pareció indiferente con mi presencia, como si yo no fuera la gran cosa ni lo mejor de ese lugar.

Vi como Federico marcó territorio y la tomó de la cintura Eva le sonrió. Joder, no soportaba verla con él, ni con otro, ni rodeada de chicos que tenían la mitad de mi edad.

No soportaba verla feliz si no era conmigo, como si le diera igual tenerme en su vida o no, no estaba acostumbrado a no ser el centro del universo.

Me fui de ahí hacia mi oficina y encendí un cigarro mientras abría la ventana, tenía trabajo qué hacer y mi maldito humor no mejoraba, ni mi concentración, sentía que estaba botando humo por las orejas, ¿qué me pasaba con este mujer?

—Mi príncipe Dunkel...

Cierro los ojos y me apoyo de la ventana.

Joder lo que me faltaba. Me voltee soltando el humo del cigarro, Mónica entró llevando una ridícula tiara en la cabeza con un vestido de encajes como si quisiera provocarme.

Esta mujer solo me daba asco.

—¿Qué quieres? —respondí.

Ella se detuvo analizando que estaba con un maldito humor de perros y se cruzó de brazos.

—Al menos salúdame como es debido... —comentó, pero la interrumpí diciendo:

—No te me acerques, sabes que ver tu cara me irrita, más aún por la mañana.

Le di otra calada a mi cigarro y escuché voces que venían por el pasillo, Aurora pasó con Eva, ambas hablando de algo que no logré escuchar, pero se reían, Eva parecía feliz sin dedicarme alguna otra mirada. Como un maldito fantasma que solo quiere molestarme, necesitaba que este mes pasara rápido, necesitaba dejar de verla.

Mónica pareció darse cuenta de mi mirada perdida en el pasillo y entrecerró los ojos mirándome.

—¿Te la follas? ¿O te la quieres follar?

Hice una mueca con mi boca de molestia, sentía como me empezaba a doler la cabeza otra vez. Me acerqué a mi estante sacando un vaso de cristal, me serví whisky mientras inhalaba un poco más de mi cigarro y botaba el humo.

—No es de tu incumbencia. —respondí a secas.

Mónica se inclinó sobre el escritorio intentando seducirme, pero por favor, no la tocaba desde que quedó embarazada de Aurora, hace 22 años, no me provocaba más que asco esa mujer.

—Claro que es de mi incumbencia saber con quien se acuesta mi esposo y si es una puta barata. —replicó.

Bebí de mi whisky, sentía que la cabeza me iba a explotar.

—Cállate —dije— y no la llames así, si hablamos de putas sabes que te llevas el premio.

Ella apretó quijada, su rostro enrojeciendo.

—¡Soy tu maldita esposa!

—Por desgracia.

Mónica alzó la mano para abofetearme pero le sostuve la muñeca con fuerza en pleno vuelo a mi cara, fije mi mirada en sus ojos claros.

—No me provoques —dije—, sabes que eres lo que más detesto en el mundo.

—Mátame entonces —me retó—, librate de mí, porque no soporto vivir más contigo en este infierno, ruego el día por el que te mueras o me mates.

Ambos estábamos atrapados en un infierno sin salida, uno escrito en un papel irrompible.

Volví a darle una calada a mi cigarro para botar el humo en su cara, sus ojos estaban cristalizados. La solté y sabiendo que ella no se iba a largar de mi oficina, salí yo para terminar de fumarme mi cigarro y ver si lograba encontrar paz.

Iba bajando las escaleras cuando me encontré de frente con Carmelo, hice como si no lo vi, pero él se interpuso en mi camino.

—Príncipe Dunkel —dijo Carmelo y sacó un teléfono de su bolsillo—, Aurora ha dejado su teléfono en el auto, ya me voy con Francia para descansar antes de la fiesta de mañana en la noche. ¿Puede entregárselo?

Se lo quité de la mano y seguí bajando las escaleras.

Con ese hijo de puta de Carmelo ni me provoca verlo en pintura, pero estos malditos arreglos venían por órdenes de mi abuelo, el rey Roman Dunkel, se necesitaban unir las familias de diferentes estados influyentes por las inversiones futuras, una mujer de nuestro linaje no hacía más que forzar relaciones, la intenté salvar mandándola a estudiar lejos, intentando que con algo de suerte huyera de esta maldición que trataba ser de sangre azul, pero no sirvió de nada, no cuando el rey Roman ya había trazado su futuro, tal y como hizo con mis padres, conmigo y elementalmente con todos.

Me aislé en el único lugar que tenía para estar solo, la biblioteca junto con el juego de ajedrez frente a mí, pensando infinitas jugadas y a la vez teniendo flash back de la vez que tuve a Eva aquí, de todas las veces que se resistió pero terminó cediendo por mí.

Terminé el cigarro y el whisky y subí a mi dormitorio para dormir un rato, sin embargo me desvié del camino para ir a entregarle el teléfono a Aurora, toqué dos veces, no obtuve respuesta, así que abrí la puerta y vi que ahí en la cama estaban acostadas las dos, mi hija y Eva en la gran cama de Aurora, me acerqué sin hacer ruido y dejé el teléfono en la mesa de noche de Aurora, quiero irme, pero mis ojos van hacia Eva, sus labios entreabiertos con una respiración tranquila, su rostro tranquilo y despejado; relajado, la sabana cubre su cuerpo pero veo el hueso de su clavícula asomarse y me hace recordar cuando dejé marcada su piel...

...Ella era como uno de mis libros favoritos, su portada gustaba, pero lo que lograba llamar mi atención, era leer el resto de sus páginas donde me cautivaba con cada palabra de su contenido.

Trago pesadamente saliva y me obligo a dejar de mirarla como un completo idiota y me voy antes de que vea lo jodido que me está dejando el hecho de yo haberla dejado.

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Ay Eros mi amor, ya vemos que tu ego está siendo herido por alguien que tiene autoestima wujajajaja! falta un cap más, recuerda votar o te dará diarrea con hipo y sin papel :D

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora