Se levanta el telón.

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Vaya noche, trabajadores exhaustos en camino a su hogar, quizás algunos adolescentes rebeldes escapen en busca de diversión y otros, lo más dichosos, irán a un gran espectáculo, el circo había llegado a la ciudad Xi´an.

Desde los hombres más modestos con sus emocionados hijos, hasta aristócratas en las butacas exclusivas de vista privilegiada.

Esta noche, se registró casa llena dentro de la carpa.

El show daría comienzo en 10 minutos, y los asientos vacíos eran pocos, dando oportunidad a los que iban retrasados.

Detrás de los telones, los artistas se alistaban, los acróbatas calentaban sus músculos, las bailarinas ondeaban sus vestidos, los instrumentos ya estaban preparados y el presentador, Wei ChangZe carraspeó, arregló el cuello de su camisa y alzó su bastón para darse paso a través del telón.

De pronto, se apagan las luces.

La iluminación de un foco se centra sobre el presentador, haciendo su saco de terciopelo rojo brillar, extendió sus brazos con una gran sonrisa, se podía escuchar los gritos de algunos infantes de alegría, contagiosa para el maestro de ceremonias.

Una vez que los padres silenciaron a sus niños, ni siquiera una sola tos se escuchó.

— ¡Encantador público! — Exclamó con fuerte voz, llevando practica por años. — Ah, viejos conocido, caras nuevas, encantadoras sonrisas y jóvenes risueños. — Continuó girando sobre sus pies ante el medio circulo de butacas, apreciando a cada familia del público. — Como cada noche, es un placer, y honor, tenerlos en nuestra humilde show. — Baja su torso y su diestra, haciendo una reverencia, la diestra con el bastón y la izquierda en su espalda. Termina su reverencia y vuelve a extender sus brazos.

— No importa tu origen, no importa tu edad, no importa tu aspecto, pues nuestros brazos siempre estarán abiertos para todos ustedes, ¡hacerlos reír y llevarlos a un mundo repleto de magia y diversión es nuestra misión! —

Tan pronto terminó su presentación, unos pequeños cañones disparan a lo alto brillos y serpentina, las luces se encienden y el telón abre para dar paso a los integrantes del circo.

Las bailarinas fueron las primeras en adentrarse, con belleza y gracia al caminar, la mayor de las tres, una mujer de belleza peculiar, guiaba a las más jóvenes al centro del escenario, su propia hija y a otra joven de ojos claros, tan claros que parecía no tener iris. Cada una con un hanfu dorado y detalles anaranjados, en cada movimiento de las doncellas ondeaban como flores.

Cuando se esparcen las bailarinas, entran los acróbatas con pequeños saltos y listones en las manos. Las bailarinas giraban y danzaban en su lugar mientras que los acróbatas terminaron de formar la circunferencia en trote sonriendo a los presentes.

— Con ustedes, el tesoro de nuestro espectáculo. — Anunció Wei ChangZe mientras los acróbatas se retiran dejando el escenario para las damas.

Meng Shi, en el centro movía sus brazos con delicadeza, sus largas pestanas no permitían ver el color de sus ojos cuando miraba el suelo, el rojo de sus labios y destacables curvas atraería a cualquier hombre. Mientras tanto, su hija, Meng Su y su acompañante WeiQing, danzaban detrás de ella con más sencillez, pues la mujer estaba a punto de cantar.

No solo su belleza era cotizada, su voz estaba a la altura, una melodía que acariciaba los oídos, suave pero alto, permitiendo que escuchasen hasta los de la última fila. Mientras cantaba sus piernas y manos se movían más lentamente siendo bañadas por la letra de su canción, poesía de primavera, encanto de invierno. Las jovencitas no dejaron de brillar por supuesto, ambas coordinadas y su corta edad añadía inocencia al acto.

El circo de los marginados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora