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Taehoon observaba a su mejor amigo con detenimiento. Frente a él, Wonwoo comía en silencio, pero algo en su comportamiento no encajaba. Ya no era el mismo de antes. ¿Cómo puede cambiar tanto una persona después de un accidente? Taehoon no sabía si eso era posible, pero definitivamente estaba sucediendo. La persona que alguna vez fue su amigo parecía ahora un extraño, portando el mismo rostro y cuerpo, pero desprovisto de la esencia que hacía de Wonwoo quien era.

—Oye, Wonwoo —habló Taehoon, fijando la mirada en el hombre de cabello oscuro y piel pálida. —¿Desde cuándo eres zurdo? Siempre te he visto usar la mano derecha. —cuestionó, tratando de mantener la voz firme.

El sutil sonido de los palillos al caer sobre la mesa interrumpió el silencio del pequeño comedor. La expresión del hombre frente a él, antes familiar, se tornó inquietante. La frustración brilló en sus ojos, como si la pregunta de Taehoon hubiese tocado una fibra sensible.

—¿Eh...? pero soy zurdo, ¿nunca te lo dije? —respondió, su ceño fruncido. —¿No estarás prestando demasiada atención a lo que hago? —agregó, tratando de sonar casual.

Taehoon rodó los ojos, su desconfianza palpable. —Es tu culpa por no decírmelo antes.

—Bueno, es verdad —el pelinegro resopló, forzando una sonrisa. —Es una larga historia, pero te la contaré. Si quieres.

Taehoon asintió sin decir nada. Estaba listo para saber la verdad, sin embargo, cuando escuchó lo que su supuesto amigo tenía que decir, supo que algo no estaba bien. Que lo que decía aquel hombre era una vil mentira.

Y Taehoon no se iba a tragar ese cuento. La frustración se escapó de sus labios como una brusca exhalación. Decidido a conocer la verdad, interrumpió.

—¿¡Qué te pasa!? —espetó, elevando inconscientemente la voz. —No importa cómo lo mire, todo esto me resulta muy extraño. Desde el accidente luces como otra persona.

—¿Por qué crees eso? —interrogó el pelinegro con tranquilidad, dejando a un lado su plato de fideos. —Ya te dije que nací zurdo. Solo trataba de ser ambidiestro, por eso usé la derecha todo este tiempo.

—¡Pero eso no es todo! —interrumpió Taehoon nuevamente, su voz cargada de incredulidad y frustración. —Tus uñas también. Toda tu vida has tocado la guitarra, ¿verdad? Por eso mantenías las uñas largas y siempre usabas tu mano derecha para todo. ¡Por eso me parece extraño! No entiendo qué está pasando. Desde el accidente, has estado actuando raro. ¿Por qué de repente te ves como una persona diferente?

La mirada de Muhyeong se posó con pesadez en Taehoon.

—Si realmente fuera otra persona, ¿qué harías? ¿Le dirías a la policía? Si les dices que tu amigo se convirtió en otra persona, ¿crees que te creerían?

La postura temblorosa de Taehoon empeoró y su respiración se volvió entrecortada. —Wonwoo, ¿qué demonios...?

—Solo es una broma. —dijo con una pequeña sonrisa. —¿Te asusté? —añadió y el silencio se volvió gélido.

—¿Una broma? —la voz de Taehoon era irregular y asustada. La ira y la incredulidad comenzaban a brotar en él, así como la creciente necesidad de golpear a Wonwoo, pero no se atrevió a hacerlo.

—Como sea —se removió incómodo en su silla. —Dime la verdad. ¿Qué está pasando?

—Tengo trastorno de identidad disociativo —respondió Muhyeong, agitando sus manos con desdén mientras recogía los palillos. —Soy Wonwoo, pero no lo soy. —la mirada de Taehoon siguió cada movimiento casi robótico.

—¿Y qué quieres decir con eso, que tienes múltiples personalidades y que en este momento no eres Wonwoo?

—Así es.

El Hombre Oculto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora