Pegasus

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Tras el exitoso robo al yate, el grupo sabía que el siguiente paso era crucial: no levantar ni una sola sospecha. Para Carlo, Toni y Jose, eso significaba integrarse en la rutina diaria del Kerule y actuar como si nada hubiera pasado. Obviamente si se publica una noticia en la que han robado un barco y de repente los Gambino aparecen con un Ferrari irían directos a interrogatorio.

Carlo y Toni se levantaron temprano, como de costumbre, y se dirigieron a la tienda. Kerule, con sus estanterías llenas de productos de alimentación y bebidas, poco a poco se convirtió en una tienda de barrio más, conocida por sus clientes habituales. Carlo, con su actitud amigable, saludaba a cada persona que entraba, mientras Toni se encargaba de organizar los estantes y reponer mercancía.

-¡Buenos días, señora Ramírez! ¿Cómo está hoy? -Dice Carlo con una sonrisa al ver entrar a una mujer mayor

-Buenos días, Carlo. Todo bien, gracias. Sólo vengo por el pan y leche.

-Perfecto, justo acabamos de recibir un nuevo lote de pan fresco. Déjeme llevarle una bolsa.

Mientras Carlo atendía a los clientes, Toni trabajaba en la trastienda, asegurándose de que todo estuviera en orden. Ambos se movían con la naturalidad y confianza de aquellos que han hecho esto toda su vida, sus acciones cuidadosas y medidas para no levantar ninguna sospecha.

-Carlo, necesito que me ayudes a mover estas cajas de refrescos. Son un poco pesadas.

-Claro, Toni. Dame un segundo y te ayudo.

A la misma hora, Jose recorría las calles del barrio, vigilante y cauteloso. Sabía que cualquier interacción debía parecer rutinaria y sin importancia. Pacto una breve reunión con sus vendedores para revisar como iban las ventas.

Después para disimular paso por los puestos de un mercadillo cercano , se detenía a charlar y a comprar algunos productos.

-¿Qué tal, Javi? ¿Cómo van las venta' hoy? -Dice Jose mirando la fruta del puesto.

-Bien, Jose. Lo de siempre, ya sabes. ¿Te llevas algo hoy?

-Sí, dame un par de esos tomates. Y un kilo de manzanas por favor.

Jose se aseguraba de no hablar demasiado ni quedarse mucho tiempo en un solo lugar. Cada interacción era breve pero cordial, manteniendo la apariencia de un comprador normal. Después de terminar en el mercado, se dirigió al Kerule para ayudar a Carlo y Toni.

-Buenos días jefes ¿Cómo va todo por aquí? -Dice Jose entrando al Kerule.

Todo ha estado tranquilo, como siempre, atendiendo a los clientes y poca cosa mas. -Carlo respondió desde el otro lado del mostrador.

-Sí, y esta mañana ha llegado un nuevo pedido de refrescos. Estoy terminando de ponerlos en el almacén. -Toni se asoma desde el almacén.

Era esencial que cualquier observador viera la tienda como lo que parecía ser: un negocio normal y corriente, sin ninguna actividad sospechosa.

El día transcurrió sin incidentes, con Carlo, Toni y José moviéndose entre los clientes y las tareas cotidianas de la tienda. No había señales de la agitación de la noche anterior, ni indicios de su reciente golpe. Cada uno de ellos sabía que mantener esta fachada era crucial para su seguridad.

Después de varios días de normalidad, en los que Carlo, Toni y Jose mantuvieron un perfil bajo atendiendo el Kerule y realizando sus tareas cotidianas, llegó la hora de cerrar la tienda. Al bajar la persiana metálica y asegurar las cerraduras, los tres amigos se sentaron en la puerta, disfrutando del aire fresco de la noche.

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⏰ Last updated: Jul 25 ⏰

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Marbella: Porque los problemas nunca son suficientesWhere stories live. Discover now