PRÓLOGO

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Había estado desesperado, incluso aterrado de volver a quedar solo.

Tras la muerte de su abuelo la soledad para la que se preparó toda su vida había sido interrumpida por un callado alumno y un intrépido profesor que alborotaron su mundo tranquilo y sin emoción. Unos acontecimientos que lo obligaron entrar al mundo de la hechicería y las maldiciones. Por desgracia.

Un nuevo mundo donde conoció a gente amable y paciente con él entre otros. Ellos le enseñaron como vivir y enfrentar aquella nueva humanidad, protección de los débiles y celador de los demonios que habitaban lugares que no debían.

Todo lo había aceptado, las peleas, las amistades, las pérdidas... incluso dejó que otros decidieran su destino sin poner oposición, pero algo había cambiado en su interior cuando sintió esa gran pérdida. Una aún mayor de la que no se preparó como era debido.

Yuuji golpeó su cabeza contra el suelo, desesperado.

No podía estar sucediendo, se suponía que él era el más fuerte, un hombre invencible reconocido por todos, protector de los humanos, ¿cierto?

Gojo Satoru era alguien casi inmortal con su fuerza e inteligencia, la audacia que mostraba en combate y su forma de enfrentar al enemigo; un carisma que había nublado la sensatez de Yuuji sintiendo aquel cálido amor hacia un hombre que con sus palabras no lo dejaría morir por nada del mundo. Sin embargo, todo aquello se resumía en un "casi" en un simple "parecer" porque él no era inmortal ni el más fuerte.

Él había muerto en manos de Sukuna.

¿Por qué sucedió aquello? ¿Había sido su culpa? ¿Su debilidad era la causante de su muerte?

Yuuji estaba perdido en sus pensamientos tratando de encontrar una posibilidad de que Gojo lo hubiera planeado desde el principio. Tal vez estaba cansado de ser el guardián del mundo, una vida tan agotadora que solo se resumía en él protegiendo a los débiles, pero todo esos pensamientos e ideas llegaban a un mismo punto.

Tal vez deseaba morir.

Gojo estaba atrapado en un nido de personas débiles e inútiles que dependían siempre de él para llevar a cabo el trabajo pesado y consumidor. Con el tiempo escuchó de muchos lados que con los años perdió a gente muy importante para él, si realmente no se agotó en aquel entonces Gojo Satoru seria la definición perfecta de un robot con el cuerpo de un ser humano.

Si lo pensaba bien, era natural saber que había ocupado la situación de Sukuna para pasar a mejor vida y descansar de lo que estaba viviendo, después de todo su última promesa de mantenerlo con vida ya la llevó a cabo.

En su interior ya no estaba Ryomen, por lo que tendría una vida larga y satisfactoria. Sin él a su lado.

Sukuna al fin había muerto con ayuda de todos y había sobrevivido a ello... pero no estaba agradecido.

Sabía que no poseía de esa fortaleza que Gojo demostraba, había perdido a sus amigos, conocidos, personas inocentes que fueron un daño colateral en la lucha y no le quedaba nada.

No lo aceptaría, por qué lo haría. Una vida sin sus amigos no era algo que deseaba vivir.

—Entonces cámbialo.

¿Cómo cambiarlo?

Era la realidad que le tocó y debía aceptarla, su mente quería seguir viviendo, pero su corazón hecho pedazos lo debatía demasiado bien.

—Puedes cambiarlo.

Yuuji negó inundado por la oscuridad de su mente.

—Solo debes darme tu mano.

Su mente s detuvo unos segundos analizando aquella orden.

Tirado en el suelo con la cabeza pegada a un lado del cuerpo de Satoru, Yuuji tembloroso y agotado por la agonía vio un brazo, solo eso, un brazo con la mano estirada hacia él. Esperando por algo.

Su piel casi translúcida lograba ver a través de él el cuerpo sin vida del hombre que más necesitaba.

—¿Él... vivirá? —logró articular con la voz ronca.

No escuchó respuesta.

La mano en su dirección no se movió en su momento de duda, pero con la desesperación que tenía su mente no le pareció raro en lo absoluto.

Yuuji cerró los ojos con fuerza eliminando toda alerta que su inconsciente le mostraba, con un rápido movimiento se aferró a esa mano; helada y dura.

Aquellos dedos largos y fríos sostuvieron su mano temblorosa y habría jurado que sin ver su rostro sintió una sonrisa que congeló cada nervio de su cuerpo.

Pero no importaba, ya nada importaba porque Gojo Satoru volvería a estar a su lado... como siempre lo quiso.

INGRATO - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora