Lamentos de Gojo Satoru

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No era común en él tener un carácter apagado o incluso aterrador con los demás, siempre sonreía y jugaba para enfrentar su alrededor, las malas decisiones y a las personas que perdió en el trayecto. Pero todo eso era antes de que Sukuna pareciera y se fuera todo a la mierda.

Había muerto en combate, les entregó a los otros una oportunidad para salvarse de las maldiciones de Ryomen, les había dado un momento perfecto de seguir con sus vidas y dejar que la de él descansara, como siempre quiso.

Solo fueron diez putos minutos en el paraíso reencontrándose con sus amigos y su mayor amor que no tuvo la oportunidad de hacer crecer por azares del destino. Los ojos se Suguru en aquel mundo eran brillantes y llenos de una alegría que había olvidado que sintió, Nanami a su lado dándole la espalda, pero sabiendo perfectamente que se alegraba de verlo. Todos esos sentimientos que no creyó poder volver a sentirlo habían vuelto a nacer cuando su corazón dejó de latir.

Estaba en el paraíso y al fin tendría esa oportunidad de descansar como había soñado durante años.

Estuvo a punto de llegar donde ellos, cuando una fuerte ventisca no lo dejó avanzar. El rostro de Suguru en aquel entonces mantenía una sonrisa triste en sus labios mientras susurraba unas palabras que detestó en el momento de comprenderlas.

Lo siguiente que recordaba era estar en una camilla con Shoko su lado evaluando su estado. Las luces blancas a su alrededor cegaron sus ojos momentáneamente, pero le dio el tiempo suficiente para entender lo que había sucedido.

Había sobrevivido de alguna forma.

Esa misma noche, Yuuji apareció agitado vendado casi por completo. Las lágrimas en sus ojos lo hicieron sonreír por primera vez aquel día después de un duro golpe de realidad, después de entender que no estaría con Suguru después de todo.

Solo pasaron dos días para que al fin Shoko le diera el alta, fue trasladado a su hogar, un departamento bastante equipado para un hombre soltero. Cada esquina del lugar gritaba alguna cualidad de él, egocéntrico, narcisista, burlón y otras cosas, pero a su cuidador no le había importado menos. Yuuji simplemente demostró lo perfecto del lugar y lo muy ordenado que se encontraba.

Un cuidado casi obsesivo.

El pequeño estudiante había hecho lo posible por seguir las ordenes de Shoko, cumplir con el reposo que le indicó, la dieta que debía llevar y, bueno, sabía que le encargó a Yuuji que cuidara de su salud mental, ya que lo sucedido con Geto en su mente al morir se lo había contado a su amiga quien de inmediato cuestionó su estado mental.

¿Qué tan difícil era creer que Suguru con los otros lo esperaban?

El cuidado de Yuuji era perfecto, tenía todo el día agendado para evitar aburrimientos innecesarios, las comidas del día que él mismo cocinaba eran exquisitas, los juegos que traía y también las infinidades de películas de acción que ambos amaban ver. Claro que Gojo no se había detenido en soltar spoilers para fastidiarlo.

Así fue durante una semana cuando por fin pudo ponerse de pie, había querido sorprender a Yuuji asustándolo cuando llegara de las compras esa misma mañana. Lo esperó a un costado de la puerta cuando él entró en la cocina dejando las bolsas sobre la isla de la cocina, ausente de su presencia. Salió queriendo picar sus costillas cuando se detuvo al notar el semblante decaído que mostraba mientras sostenía su teléfono celular.

—No creo que sea necesario... —cuestionó bajando la cabeza—. Él está bien, nada de esto puede.... Por favor, si se lo digo todo cambiara... ¿Aló?

Yuuji bajo el celular más cabizbajo que antes.

Reconocía el eco de la llamada de teléfono, sin duda la otra persona era Shoko advirtiéndole algo a su estudiante.

INGRATO - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora