‎ ‎ ¡𝗖𝘂𝗽𝗶𝗱𝗼 𝘀𝗲 𝗵𝗮 𝘁𝗼mado unas copas!

𝘾𝙪𝙥𝙞𝙙𝙤 𝙛𝙚𝙡𝙞𝙯

──¿Cuánto tiempo llevas enamorado de mí?── cuestionó Jaeyun, acomodando un clavel justo detrás de su oreja, acariciando su cabello de paso.

Lo miró con una sonrisa por lo lindo que se veía allí, con su uniforme escolar y sus ojitos gatunos.

Sunghoon sintió un escalofrío recorrerlo, uno cálido.

Se habían sentado en el césped frente a las flores, importándoles poco perderse de más minutos de la clase.

──Unas semanas luego de verte en el taller de arte── admitió, su tono de voz era bajo y tranquilo, embriagador para Jaeyun.

Cerró los ojos cuando el australiano pasó su mano por su mejilla, recorriendo su bonita piel aún colorada.

El mayor no se resistió y dejó otro beso sobre su boca, un pequeño pico caramelizado.

──Yo desde que llegaste al colegio.

Sunghoon abrió los ojos, atónito.

Eso había sido hace tres años atrás.

──¿T-tanto?

Shim asintió, sin despegarse de él.

──Me llamaron mucho la atención tus ojitos y con el tiempo supe que no solo era eso; eran sentimientos de amor── sonrió y Sunghoon tuvo que taparse los mofletes, avergonzado. ──No puedes culparme, Sunghoon, eres adorable.
──Siempre lo fuiste.

──P-pero..¿por qué no me dijiste nada?

──No creí que te gustara, ya sabes, casi no hablabas y parecías agrio a cualquiera que intentara acercarse.

──¡No es cierto!

──¡Lo es!── carcajeó, besándole la punta de la nariz. ──Luego de años mirándote en secreto me decidí y terminé inscribiéndome al taller de arte para intentar acercarme a ti── confesó y Sunghoon no cabía del asombro. ──Y de alguna forma u otra, funcionó. Comencé a hablarte, no me respondías siempre, pero cuando lanzaba comentarios de artistas al azar y sus obras parecías más interesado, así que me aprendí todo de Caravaggio y te hablé.

Una tarde, cuando Sunghoon tuvo que pasar al pizarrón para exponer de su artista preferido, Jaeyun supo que Caravaggio era su solución.

──¿Así que usaste a Caravaggio para ligar con un chico?

Los dos rieron, envueltos en flores y un cielo precioso, solo para ellos.

──Fue exactamente lo que hice── afirmó, aún con una risita suave.

Quizá porque era San Valentín y nadie realmente parecía interesado en las clases o tal vez porque ni siquiera notaron sus ausencias, pero Sunghoon y Jaeyun se pasaron esos dos bloques de hora sin volver al salón, perdidos en sus conversaciones, conociéndose de a poquito. Querían tanto saber del otro y no podían creer que hayan desperdiciado tanto tiempo, pero eso ya no importaba ahora, ya estaban unidos.

Cuando la jornada escolar acabó, el rubio lo invitó a una cita improvisada para celebrar ese mágico catorce de febrero que, para sorpresa de ambos, podrían vivir juntos.

Sunghoon aceptó sin insistencia, e iniciaron su viaje caminando por la ciudad.

──¿A dónde me llevas?

──Eso es sorpresa, Hoonie── tomó su mano y avanzaron más rápido, riendo de vez en cuando y comentando cosas que veían.

Parecía ser un sueño, pero no lo era.

Era la realidad.

Jaeyun y Sunghoon por fin se conocieron como debían; como Cupido dictó.

No les importó ir de la mano porque sencillamente parecían solo buenos amigos, pero Jaeyun no se resistió y cada que veía un callejón despejado, lo aprovechaba para besarlo una vez más. Esos besos inocentes y cariñosos, besos de enamorados.

──Bien, no sé si estará abierto o si podremos entrar, así que no te ilusiones── dijo el extranjero, deteniendo el paso.

──¿Ya llegamos?── Hoon miró a su alrededor.

──Estamos cerca, pero primero cierra los ojos. Yo te guiaré.

Y así, entre risitas por los pasos inseguros de Sunghoon y bromas de Shim, caminaron media cuadra más hasta llegar a su destino.

──Puedes abrirlos── indicó, aún con sus manos unidas.

Sunghoon parpadeó un par de veces hasta lograr leer correctamente las letras blancas adheridas al vidrio. Estaban frente a una galería de arte, pero no cualquiera, sino una de sus pintores modernos favoritos.

──¿Cómo supiste que...?── se giró a verlo y Jaeyun sonrió. ──¡¿Qué?!

──Sunghoon, en el taller dejas muchos de tus gustos al desnudo, quizá más de lo que te das cuenta── rió. ──¿Por qué crees que sabía que solo comías chocolate blanco?

Park, pareciendo un niño pequeño, saltó hacia los brazos del chico que lo traía loco, como si llevaran años en una relación, años amándose por completo.

Todo sucedió de manera tan natural entre ellos luego del beso que se dieron en aquel jardín que ya parecían una pareja casada.

Fue todo... perfecto.

Tuvieron suerte de poder ingresar, tanta que hasta en un momento apareció el mismísimo artista y el hombre no dudó en firmar una fotografía que Jaeyun había comprado de una de sus obras más famosas para su chico. Hasta tuvo el honor de hacerle un par de preguntas.

──Gracias por todo esto, Jakey.

Terminaron en un café, lleno de decoraciones de corazones.

Frente a frente, compartiendo una malteada, unieron sus manos bajo la mesa, sonriéndose con amor brotando de sus poros.

──Gracias a ti por ser mi San Valentín.

Un nuevo comienzo había iniciado entre ellos, almas jóvenes destinadas a compartir besos secretos y caricias profundas.

Cupido, quien se paseaba en esa misma cafetería para seguir uniendo corazones, se detuvo un minuto a observarlos, riendo travieso porque sí había tomado unas cuantas copas el día que los flechó. ¿Pero qué importaba ya? Si se notaban el uno para el otro.

──¡Viva el amor!── gritó el muchachito de alas, feliz.