Prefecio

6 5 7
                                    

Un juego lo cambio todo.

¿Quien hiba a imaginar que una pequeña niña seria amaestrada en los juego solo para generar ganancias a un vago alcohólico y adicto a los juegos de mesa?

Para muchos podría ser un gran don pero para mi no era más que una gran desgracia.

Desde muy pequeña todos mis juguetes sin excepción habían sido fichas de ajedrez o alguna que otra cartas de poker, mi padre o como a mi me gusta decirle, el hombre que me engendro solo me dejaba jugar con aquello que según el me serviría para generar dinero.

Nunca pude aspirar a tener sueños o metas a pesar de ser muy buena artista, a los diez años descubrí mi fascinación por la pintura y por lo tanto la carrera que quería ejercer, pero para mi desgracia mi padre no tenía esos planes para mi, si me dejaba ir a la universidad no era para nada más que aprender matemáticas y volverme más experta en los juegos a la hora de calcular mis jugadas.

Pero todo cambio ese día que tome la estúpida decisión de ponerle fin a mi existencia.

Después de eso no llegaron más que problemas.

Lo que nunca espere fue aquel misterioso juego que lo cambió todo.

La primera vez que sentí que al fin jugaba con un jugador digno de mi talento.

Me puso tan nerviosa que incluso me replante usar mis cartas sobre la manga.

Pero para mi era mucho más divertido esperar a ver su próxima jugada.

Y ese fue mi gran error, no sacar la carta de la manga justo a tiempo.

Después de más de trescientos juegos ganados tuve mi primer derrota y no precisamente con un juego de poker o de azar sino con el más tonto de los juegos, uno que dependía de la suerte y la analítica de los jugadores uno tan tonto que parecía un juego para niños.

¿Quieres descubrirlo?

Entonces tendrás que leer mi historia. La historia que me llevó a cruzar la brecha.

Cruzando la Brecha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora