Paz antes de la tormenta

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Stranger_01: Retrocedamos un poco ¿Sí?

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Lionel observaba a Guillermo en esa camilla y soltó un largo suspiro al notar el fuerte moretón en una de sus mejillas, fue inevitable no morder su labio inferior al imaginarse a ese bonito alfa indefenso. Sostuvo su mano con un poco de fuerza al mismo tiempo que acariciaba el dorso con su pulgar en busca de traerlo de vuelta, sabía perfectamente que no era grave pero ya suficiente traumas cargaba para escribirle otra en su piel.

El argentino sabía perfectamente que Guillermo era la clase de hombre, que, de niño había recibido fuertes palizas de esos matones del pueblo por siempre protegerlo.

Una lágrima traicionera rodó por sus mejillas ante ese recuerdo.

Eran tan solos unos pequeños cachorros buscando su propia libertad.

Lionel con su padre y hermano menor.

Guillermo con sus dos hermanos.

Lejos de Madrid, el misterioso sujeto leía con emoción aquellos documentos recién descubiertos. Siempre había odiado a ese maldito engendro llamado Gerard Piqué y le juró a su esposo que vengaría la muerte de su retoño, siempre cumplía todo lo que se proponía y fue así como se abría paso por las calles de un gran país desconocido, leer los nombres de esos archivos le causo un poco sorpresa.

— Jamás imaginé verlos en el listado corrupto de David — expresó con diversión y fue sonando los huesos de sus manos, encendió su PC y los secretos empezaron a salir, reluciendo uno en particular.

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¿Qué hace tu nombre aquí?

¿Buscas destruir ese omega?

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Varios celulares empezaron a sonar en todo Madrid y los oficiales a cargo de la misión, empezaba a tratar de buscar la ubicación de esos comentarios, pero ¿En verdad estaban calificados?

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¿Por qué buscas dañarlos?

¿No fue suficiente el trauma que les origino David?

Siempre fuiste la zorra favorita de ese británico idiota

¿Verdad? Luka Modric

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— ¡Maldita sea! ¿Por qué no han podido encontrar a ese sujeto? Tengo a toda la maldita prensa en los teléfonos y los padres de Beckham están furiosos. — expresó Zidane al borde del colapso, los jefes mayores no dejaban de ordenar la detención de esa persona, pero ¿Cómo encontrarlo? Jamás dejaba un rastro fijo.

Y el silencio reinó en toda la oficina central.

Lionel solo sonreía divertido sin apartar la mirada del televisor.

Realmente no se sorprendía de esa revelación e inclusive debió apostárselo a su padre.

El ruido de unos leves quejidos le hizo borrar la expresión y regreso a lado de Guillermo, quién se mostraba confundido, sus ojos poco a poco se iban acostumbrando a esa luz blanca — ¿En dónde... estoy? — preguntó algo mareado.

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