Oneshot - Stalker

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Cale Henituse era un estudiante en último semestre de Administración de Empresas. Quizá en su anterior vida había sido un guerrero que luchó en un apocalipsis, pero ahora, simplemente era un estudiante a punto de entrar al mercado laboral. No recordaba mucho; sin embargo, tenía sueños que no podía distinguir si eran reales o no. Quizá por eso su personalidad actual era tan calmada y analítica.

Pero al final del caso, no tenía mucha relevancia para su vida.

Aquel día terminó tarde debido a un proyecto que estaba por entregar y se dirigió a su casa después de liberarse finalmente de todos sus compañeros. No era que fuera sociable, de hecho, consideraba que era al revés.

—"Sin embargo, hay muchas personas dando vueltas alrededor".

Y su grupo cada vez se volvía más grande.

El cielo anaranjado cedía bajo los tonos azules de la noche y Cale llegó a casa. Tras abrir la puerta, colgó la mochila en el perchero y después volvió a asomar la cabeza en la salida.

—¡Entra! —, dijo en voz alta, sin querer gritar demasiado. El pasillo abierto de su piso estaba completamente vacío. La distribución era similar en todos los edificios residenciales de estilo japonés. Un pasillo largo en el que había puertas de todas los apartamentos y a cada lado, un ascensor y las escaleras de emergencia.

La suya era la última puerta junto a las escaleras de emergencia.

—Entra, sé que me estás escuchando. — Bajó su tono, mirando fijamente a las sombras de la escalera. No quería que algún otro vecino lo descubriera gritándole a la nada, por lo que su voz sonó más calmada.

Después de observar las sombras fijamente, se dio media vuelta y entró a la casa con el corazón latiéndole a mil por hora. Ni siquiera se quitó los zapatos como habitualmente hacía. Dejó la puerta abierta, quitó el seguro de la ventana y fue a sentarse en su sofá, en el puesto más cercano a la ventana.

Aunque en su rostro no se reflejara la ansiedad que recorría su cuerpo, observó fijamente a la puerta, que podía ver perfectamente desde su posición. Después de esperar por aproximadamente dos minutos; es decir, una eternidad, finalmente una de las sombras se movió.

Lentamente, como titubeando, apareció una pequeña sombra en el suelo. La tenue luz del atardecer pronto se vio opacada. Y después de algunos segundos, una mano apareció en el borde del marco.

—¿Puedo entrar?

Cale no respondió, básicamente porque se le fue el aliento. Sentía su piel erizarse como si estuviera desnudo en una ventisca.

—Dije que entraras. — Su voz sonó seca. Le costó mucho reunir el valor para llegar a ese punto y su cuerpo estaba totalmente a la defensiva, no había otra manera en la que pudiera hablar. Si no fuera así de brusco y cortante, probablemente sonaría como si llorara.

Tap.

Un zapato lustroso apareció junto con la sombra humanoide de una figura alta, mucho más que él. Debía medir al menos un metro con ochenta o quizá más. En ese momento se dio cuenta de que olvidó encender las luces de su casa.

La tarde se hizo repentinamente más oscura y a penas podía distinguir la silueta del hombre. Su acosador.

Intentó relajar su respiración tomando aire profundamente. La verdad es que estaba lleno de emociones. Por fin estaba frente a la persona que lo persiguió por más de un mes, la misma en la que pensó cuando compró los seguros extras para las ventanas o cuando ocultó los cuchillos esa mañana en lo profundo de su armario.

La misma persona que se detuvo a unos pasos de él, guardándose entre las sombras del pasillo.

—No cerraste la puerta. — Quizá sonó amenazante, pero la verdad era todo lo contrario. Qué fortuna. Agradecía que no lo hubiera hecho porque aunque se preparó para enfrentar a esta persona estando encerrados en el mismo lugar, ver que tenía otra salida, lo reconfortó. No esperaba que la persona que lo acechaba fuera un hombre tan grande y de contextura ancha.

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