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Agosto del dos mil catorce.

Fué ahi cuando hizo su primer corte, empapando sus muñecas de sangre. Lágrimas de dolor, de querer volver el tiempo atrás, cuando era una pequeña a la que sus padres amaban y admiraban como a nadie, lugar donde no importaba nada, solo ella. Ella y su felicidad.

No entendía porque tomó esa tonta decisión de lastimarse, y fueron las voces de su interior, "demonios" como ella los llamaba, que le recordaron que su existencia no era necesaria para nadie en el mundo.
Derrochaba lágrimas y gotas de sangre...

Ésa visión de ella, no era. De pequeña soñaba con ser bombero, ayudar a muchas personas, pero... ¿en qué se convirtió? ¿Acaso era su propia pesadilla? ¿Tal vez era su propia enemiga?
Preguntas constantes sin respuesta alguna, solo preguntas que la atormentaban.

Esa noche empezó todo, estaba fuera de sí misma, quería apagar todo ese dolor que la tenía dando vueltas. Estaba en un estado catatónico.
Tirada en el suelo del baño se repetía sin parar: "mereces esto y mucho más", una madrugada horrorosa para muchos, pero para ella ahí empezaba su salvación.

Continuó sin piedad, se sentía débil pero no quería parar. Su brazo izquierdo ya no era el mismo, en parte lo lamentaba, entonces recordaba sus razones y lo hacía peor. Presionaba y deslizaba con odio esa navaja. Sin temor alguno. Se sentía libre, por primera vez sintió que era ella.

Su muñeca no era la misma, tenía esas líneas que le recordaban su tormento. Líneas que le provocaban dolor, miedo, intriga. ¿Debería seguir luchando? ¿Era ésta una batalla que podía ganar?

Sabía que esa noche su vida cambiaría rotundamente, pensaba en su familia... ¿qué familia? ¿Esa que la hacía llegar a eso? ¿A tal punto de querer morir? Su única familia era su hermanita. Nadie más.
Se dió cuenta que siempre fue eso, sí ESO, que tenía razones para desaparecer, arruinarse. Dormir y no volver más de ese profundo sueño.

Inclusive pensaba que todo era una horrible pesadilla, pero no. Era su maldita realidad, su "hogar" se transformó en su infierno, sus auriculares su salida momentanea y su hermana la razón por la cual seguir.

Esa noche, cuando decidió acabar se levantó, y cuando lo hizo se sintió más "liviana". Llevó la cuchilla ya limpia a su habitación, mientras trataba de que su sangre no manchara el suelo.
Corrió al baño nuevamente para lavar su brazo, sólo logró derramar un poco de agua y luego cubrió las heridas con un suave pañuelo blanco.

Se durmió, sollozando, pensando en todo lo que le pasaba. Si estaba bien o mal, si tenía que seguir o parar. Mucho por pensar la cansó, durmió en un profundo sueño, hasta el otro día.
Durmió teniendo la esperanza de que en la mañana todo estaría mejor.

She flyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora