Capítulo 21.

26 5 0
                                    

Lilith – Halsey ft Suga (BTS)

Paul

Nerea me veía con una cara de horror que no podía ocultar aunque sonriera. Ella bajó las escaleras y yo sostuve el anillo con ambas manos. En cuanto llegó a mí, puse una rodilla en el suelo. Nerea se volvió pálida, colocó ambas manos en mi cara y me dio un beso en los labios. El beso fue largo, con fuerza, como si quisiera que este momento durara toda la vida, pero al mismo tiempo quisiera desaparecer. Ella se alejó y negó.

—No puedo. Es muy rápido todo, esto no está bien. Nos estamos conociendo —comenzó a excusarse—, de verdad que esto no está bien. Paul, realmente no tienes idea de lo que estás haciendo. No sabes lo frustrante que a veces puedo ser. Mi madre te odia y si se entera de que quieres casarte conmigo...

—¿Y tú no quieres?

—Si pasa un año de estar contigo y sigo amándote como hasta ahora... supongo que sí, pero hoy... justo hoy... no —dijo a punto de llorar—. Paul, no quiero rechazarte así... es que de verdad me encantas pero... no quiero casarme contigo aún.

—Que bueno —me levanté y ella me miró extrañada—, porque el anillo es de Adam, solo lo estaba dejando en el cajón de la cocina porque lo está escondiendo de Emily.

Todos los colores del arcoíris pasaron por la cara de Nerea, primero jadeó aliviada y después se sonrojó a más no poder. Reí fuerte y ella golpeó mi hombro.

—¡Me asustaste!

—Tú sola te hiciste ilusiones.

—Bajaste una rodilla, pensé que te rompería el corazón —reí y le di un beso rápido. Ella puso una mano en su pecho y se recargó en la isla al centro de la cocina.

—¿Estás bien?

—Bueno, por si se te ocurría proponerme matrimonio en esta temporada... ya sabes qué puedo responderte —reí y me acerqué a ella, guardé la cajita en el cajón de su lado y luego tomé su rostro con ambas manos.

—Me dijiste que me amabas —sus cejas se alzaron y el parche en su frente se movió un poco—, ¿eso también fue parte de los nervios?

—Sí —dijo aún acalorada.

—Está bien —respondí con media sonrisa— puedo esperar a que lo digas sin estar asustada.

Me incliné hacia ella y la besé otra vez. Estar con ella, abrazarla, besarla, simplemente reírme a su lado era tan fácil y tan natural que me asustaba. De repente, todo en mi vida cuando lo compartía con Nerea tenía sentido. Sus mensajes de buenos días, sus llamadas a media tarde porque extrañaba mi voz. Sus envíos de comida a mi trabajo porque sabía que había estado ocupado y que seguramente olvidaría comer... incluso enviaba algún bocadillo para Till. A veces un simple mensaje para saber cómo había estado mi día... me hacía sentir completo y lleno de amor.

Las noches que hablábamos horas por teléfono, la manera en que sostenía mi mano cuando íbamos a hacer el súper para mi departamento y para su casa. La forma en que se reía porque no me gustaba comprar ropa pero aseguraba que yo tenía más que ella. La forma en que acomodaba mi cabello cuando viajábamos en el automóvil o la manera en que colocaba su mano en mi nuca mientras conducía. El escondernos en el armario para comer fresas sin que Demian nos descubriera.

Todos esos pequeños detalles hacían que yo también la amara. Me hacían querer quedarme por mucho tiempo con ella. No podía pedir más porque el amor que ella me ofrecía era el único que quería.

—¡Mamá! —ambos nos separamos de golpe al escuchar a Demian cerca de la escalera—. ¡Menos besos y más gomitas!

—Sí, jefe... perdón —murmuró Nerea haciéndome reír.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora