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Las vueltas que da la vida con completamente impensables, el pensar que aquel trío de amigos quienes confiaban él uno en él otro más que a nada sean ahora simplemente unos extraños y con varios rencores, junto a partes de la historia de los cuales nunca se supo es algo que no se hubieran imaginado.

Ya pasó un año desde eso, y de las heridas aún quedaron cicatrices y cosas que nunca serán iguales.

Zane e Ignacio llevan en el tiempo mencionado tratando de acostumbrarse al hecho de ahora saber que son hermanos, aún que es algo complicado. Al vivir todas sus vidas cada quien por su caminó ahora les cuesta bastante coincidir incluso en lo que almorzarán esa tarde. A pesar de eso, intentan sobrellevar las cosas y dejar los problemas atrás por muy mínimos que sean, ya habían ocurrido demasiadas cosas.

La muerte de su padre era una de esas cosas por las que aún lloraban. Ignacio tenía tan solo 16 cuando se enteró del accidente y pasar ese tiempo siendo solo un adolescente que necesitaba del apoyo de ambos de sus padres no fue nada fácil. Y ni hablar de Zane, quién cada vez que pasaba fuera de la que alguna vez fue la habitación de su padre le hacía recordar que fue él el causante de su muerte.

Ese día fue un sábado de una tarde nublada, el fuerte viento junto a las bajas temperaturas anunciaban la cercana llegada del invierno.

Ambos hermanos salieron del hogar en una dirección específica que solían visitar una o dos veces al mes, el cementerio donde se encontraba el hombre que alguna vez fue padre de ambos sin que ninguno sepa de la existencia del otro.

Zane iba manejando en silencio, y su hermano menor iba con la vista perdida en la ventana. Esa actitud ya se había vuelto costumbre cada vez que iban a verlo.

El mayor estaciono el auto y juntos caminaron hacía la tumba del señor Espinoza.

Antes de poder estar frente a frente, Zane freno en seco junto a su hermano al ver a alguien junto a la tumba.

-Zane... ¿Quién esta ahí?- Preguntó Ignacio.

-¿Cómo se supone que lo sepa? No le veo el rostro.

Ambos se pusieron tras un árbol cercano para ver si escuchaban de quien se trataba. Quedaron helados al reconocer esa voz conocida que deseaban con toda su alma no tener que escuchar denuevo.

-Maldita sea... Perdón que haya tenido que ser usted la víctima de esto. -Esa voz, esa maldita voz que ahora se escuchaba entre pequeños sollozos. -Si hubiera sido otro esto no hubiera pasado...

Ignacio apretó los puños de la rabia y antes de que su hermano pudiera detenerlo, ya había ido en su dirección.

-¡Oye, tú! -Le grito el menor haciendo que el otro chico se voltee en su dirección, quien antes de poder reaccionar ya estaba siendo tomado por el cuello y amenazado de ser golpeado por la otra mano. -¿¡Qué carajo te crees que haces aquí, Juancho!?

-Ignacio...

-Ignacio, detente ya. -Le ordeno Zane.

Este soltó al llamado Juancho y se colocó junto a su hermano.

-Bien, ahora que responda.

-¿Es qué acaso no puedo venir? Alguna vez convivi con él.

-Si, y lo mataste.

-¡Ignacio! -Le grito su hermano nuevamente.

-¡Es verdad! ¡Él... -Se detuvo. No quería mencionarlo denuevo, no quería llorar y verse débil.

-Juancho, vete. -Ordeno Zane mientras miraba con desprecio al mencionado.

-Como sea. -Juancho salió del lugar sin voltear, dejando a los dos hermanos solos en el cementerio y con una sensación amarga.

-Ignacio. -Se dirigió a él nuevamente.

-Lo siento.

-Ya casi eres un adulto, debes dejar de actuar por impulso.

-... -No respondió y solo volteó a ver la tumba de su padre con resentimiento y demasiada tristeza.

Si, era cierto, no había dejado de lado sus impulsos, aún recuerda como en el pasado estuvo por agarrarse a golpes con Zane, si no fuera por su en ese momento amigo Larry, quien se interpuso para detenerlo y poder hablar las cosas con claridad.

Y ahora que lo menciona, llevaba tiempo sin ver a Larry. Él se había alejado de ellos ya que con quien más cercano era a Juancho, pero después de que se descubra la verdad de lo que hizo no podía simplemente seguir viendolo como lo hacía, y él en ese tiempo era con bastante más edad que Ignacio, así que era algo raro tratar se ser más cercano.

Aveces se preguntaba que sería de él ahora.

Una vez pasados unos minutos creyeron que ya era tiempo de irse, así que se despidieron de su difunto padre, tomaron sus cosas y salieron del cementerio.

Mientras iban al auto vierona otra persona llegar, Zane no le tomo importancia, pero Ignacio se volteo hacía el desconocido.

-Disculpa... ¿Larry?

El mencionado volteó a verlo, y si, efectivamente, era el mismo Larry de quien se trataba, aún que ahora lucía un poco distinto. Debía estar rondando los venticinco años y dejo crecer un poco su cabello, aún que seguía teniendo su misma vibra de la persona pacífica y amable que siempre fue.

-Oh, hola, Ignacio.

-Que coincidencia... ¿Cómo haz estado?

-Bien, ¿y tú? Veo que vienes con Zane.

El mencionado hizo memoria y recordo su rostro. -Si, estamos bien, Larry. -Respondio por Ignacio.

-Me alegró por eso... En fin, yo ya debo irme y veo que ustedes también. -Tras esto se decidió a retomar su camino.

-¿Me... Me pasas tu número? -Pregunto el hermano menor.

-Claro.

Luego de esta extraña conversación intercambiaron números, los dos hermanos se despidieron y Larry fue hacía donde se dirigía, el cementerio del cual hace unos minutos estaban saliendo.

-¿Por qué le pediste su número? -Dijo el mayor con curiosidad.

-No lo sé. -Tomo una pausa. -Vayamos a comer algo, me dió hambre.

-¿Tienes dinero?

-No.

-Entonces te jodes.

-¡Hey! -Protesto el menor. -¡Eres un piloto famoso, debes tener dinero de sobra!

-De que lo tengo lo tengo, pero no tengo ganas de gastarlo, niñito mimado.

-¡Vayamos a comer! ¡Te lo voy a pagar!

-Estoy bromeando, yo invito.

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Me quedó bien qlero, pero lo escribi rápido y ajá 😴

Aveces me preguntó por q les hago caso a esos pndejos como para escribir estas mierdas 🕶️

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⏰ Última actualización: Jun 08 ⏰

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Traición encubierta Pt2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora