Impactado, Argo le preguntó cómo le había ido, pero ella pasó a su lado con la mirada baja, dirigiéndose al teletransportador.
Antes de que pudiera procesar su silencio, el sonido de su nombre retumbó en los altavoces, borrando todo lo demás. Su corazón aceleró el ritmo, y el tiempo pareció dilatarse mientras intentaba recordar el número de sala entre el bullicio.
-¿Sala diez? ¿Escuché bien?- murmuró para sí mismo, la voz apenas un hilo de aire cargado de anticipación. Era la misma sala. No podía creerlo. La imagen de la niña misteriosa, su evasión y esa sensación de que algo andaba mal se enredaban en su mente, formando un nudo de inquietud en su estómago.
Cada paso hacia la puerta automática se sentía eterno, como si el universo prolongara deliberadamente el instante antes de enfrentar su destino. La tensión era palpable. Argo se aferró a la esperanza de que todo saldría bien, aunque una parte de él temía lo peor: sabía que esta era su última oportunidad. Si fallaba, superaría el límite de edad para las siguientes postulaciones.
Conteniendo un suspiro, cruzó el umbral.
La sala era un cubo de luz blanca. Las paredes inmaculadas irradiaban un brillo neón integrado en el techo, y al fondo, el emblema de la A.A. dominaba el espacio. Una mesa solitaria ocupaba el centro, rodeada de sensores táctiles. Pero lo que heló la sangre de Argo fue el hombre sentado frente a él, envuelto en una neblina humeante que ocultaba parcialmente su rostro.
Su corazón martillaba contra el pecho. A la derecha, un nano-dron flotaba con una sonrisa verde en su pantalla. A la izquierda, un cuervo observaba fijamente, como si evaluara cada uno de sus movimientos.
El pájaro parecía tener una presencia casi sobrenatural, agregando un aire de misterio al encuentro. Los nervios de Argo entorpecían su capacidad para articular palabras, dejándolo momentáneamente sin habla ante la escena surrealista que se desarrollaba frente a él.
Durante dos minutos, un silencio total llenó la sala mientras Argo observaba detenidamente a su entrevistador. El imponente uniforme de la A.A. capturaba su atención, destacado por una reluciente estrella dorada en el lado izquierdo del pecho.
El uniforme era una obra de arte en sí mismo, diferente a los que había visto en el lobby. Mientras que conservaba la misma esencia en tonalidades y diseño, este tenía un toque especial. Una chaqueta larga, impecable y hermosa, descendía hasta las rodillas del entrevistador, adornada con una elegante capucha que añadía un aire de misterio y sofisticación. Era evidente que este uniforme no era común; estaba diseñado con una atención meticulosa, fusionando un estilo único con la tecnología de vanguardia característica de los Agentes de Aeris Astra.El rostro del entrevistador era inolvidable: una tez morena resplandeciente, una barba de unos días que añadía un toque de misterio a sus facciones marcadas, y una nariz pronunciada que confería carácter a su rostro. Pero lo que realmente destacaba eran sus largos dreadlocks, que caían con gracia sobre su rostro caribeño, acentuando su presencia.
El humo que salía de su nariz parecía añadir enigma a su figura. El entrevistador también poseía una musculatura imponente, con trapecios tonificados que se marcaban incluso debajo de su chaqueta. Su presencia física imponía respeto y cierto temor en Argo, quien se sentía intimidado por la prestancia del hombre frente a él.De repente, Argo pareció despertar de su ensimismamiento. La importancia del momento lo golpeó como una ola, y todos sus sentidos se agudizaron. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decir? Emociones tumultuosas y recuerdos de su vida desfilaron frente a él, abrumándolo. ¿Qué debo hacer?, se preguntó en silencio, mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. ¿Debería presentarse primero o esperar a que alguien más tome la iniciativa?.
Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando desesperadamente algo inteligente que decir.
Entonces, como si fuera una revelación, sus ojos se posaron en el cuervo.
-Esa ave... es un cuervo-, declaró con convicción, antes de comenzar a exponer sus argumentos con fervor. Con cada palabra, su confianza crecía, mientras delineaba meticulosamente las razones por las cuales estaba seguro de que no podía ser otra ave más que un cuervo.
-¡Esa ave es definitivamente un cuervo!-, continuaba Argo con pasión y seguridad.
-¿Por qué lo digo?. Fíjense en su plumaje negro brillante, en su pico robusto y curvado, características típicas de los cuervos. Además, estos pájaros son increíblemente inteligentes y tienen un repertorio vocal único. ¿Y qué me dicen de su comportamiento social? Los cuervos son muy sociables y forman grupos familiares. ¡Y no olvidemos su longevidad! Todo esto apunta claramente a que estamos ante un cuervo, sin lugar a dudas-.
Mientras Argo terminaba su frase, Murray no pudo contener la risa y estalló en carcajadas, llenando la sala con su risa única y contagiosa. Incluso, aplaudía con sus alas, tan entusiasmado que algunas plumas se desprendían con la fuerza de sus aplausos. Jackson, contagiado por la risa de Murray, también sucumbió a la tentación y se unió con gestos de risa, su rostro evidenciando un ataque de risa igualmente irresistible. Además, golpeaba la mesa, creando un ritmo rítmico donde sus dreadlocks se unían al baile y añadían un toque de caos alegre a la escena. La sala resonaba con la alegría espontánea de los presentes.
Argo se unió nerviosamente a las risas que llenaban la sala de evaluaciones número díez del tercer piso, aunque sin comprender del todo el motivo detrás de la alegría compartida. Trató de disimular su desconcierto con una sonrisa, simulando entender la causa de la hilaridad.
Quizás sea algo relacionado con mi comentario, pensó, mientras intentaba convencerse de que no había confundido a una simple ave con un cuervo. "Pero si es un cuervo, estoy seguro de ello", reafirmó en su mente. Entre dudas y auto cuestionamientos, Argo se debatió entre sí debería haber esperado a que alguien más iniciara la conversación o si su intervención había sido simplemente inoportuna. A falta de respuestas claras, optó por continuar riendo, esforzándose por mantener una actuación convincente como si fuera un consumado actor en escena. Decidido a seguir la corriente hasta que alguien rompiera el silencio con alguna indicación sobre el motivo real de aquella hilaridad compartida. Con el eco de las risas disminuyendo lentamente, resonó la voz de Murray, interrumpiendo el ambiente con un singular graznido -"Craaak"-. Argo, aún envuelto en la confusión y la tensión, se sorprendió al escuchar la voz de cuervo tan peculiar. Observó cómo Murray, con un entusiasmo contagioso, volvía a aplaudir con vigor, como si estuviera presenciando algo verdaderamente asombroso.
-Craaak-, repetía Murray con un brillo travieso en los ojos, como si estuviera disfrutando de algún tipo de juego secreto.
Argo asintió con cautela, aún tratando de entender el giro inesperado de los acontecimientos.

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Neon Justice: Agente Argo
Science FictionEn un mundo arrasado por la guerra, Argo entrena para convertirse en un agente de élite, la última línea de defensa de la humanidad. Con el futuro de su gente en juego y sombras acechando en cada esquina, deberá superar pruebas letales y enemigos im...