ONE.

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Alex.

De universidad al trabajo y del trabajo a la universidad, esa es mi vida.

A decir verdad me gusta pero es muy agotador.

Soy repartidora y también tengo un trabajo de medio tiempo en un restaurante.

Aunque solo estoy ahí para mantenerme ocupada.

El agua corriendo por mi cuerpo me trae a la realidad, se me va a hacer tarde.

Y odio llegar tarde.

Me visto y como siempre toda mi ropa termina siendo negra.

Tomo las llaves y subo en mi moto.

La compré con todos los regalos monetarios que me dió mi familia al cumplir los 18 años.

La mejor inversión de mi vida.

Con mi bolso en mi espalda y casco por sobre mi cabeza llegó a la universidad.

Ya he terminado mis entregas del día (solo laboro en la mañana) y mi trabajo en el restaurante es después de salir de la universidad.

Estudio idiomas y sinceramente me estoy enfocando más en el inglés.

Dejo la moto en el estacionamiento con cámaras (gracias a Dios) y el casco sobre la misma atado con un candado.

Por si las dudas.

Camino a paso firme sacudiendo mi cabello.

Desordenando aún más mi corte Mullet.

Ajusto las correas de mi morral y saco el celular del bolsillo para ver la hora.

Tengo cinco minutos para llegar.

Pierdo la paciencia, no poseo mucha de ella.

Quitó el morral de mi hombro y lo sostengo con mis manos y empiezo a trotar.

Subo las escaleras y al llegar a mi aula observo rápidamente la hora.

Un minuto antes.

Excelente.

Entró regulado mi respiración y tomando asiento junto a Marie.

Vuelvo a sacudir mi cabello, tengo calor.

Marie me ve y sonríe y yo la miro extrañada.

—Si sigue así les provocaras un orgasmo sin tocar a ninguna de ellas.

—¿Qué?

«Voltea» me dice y por inercia lo hago.

Unas cuantas chicas se encuentran en las bancas de el otro lado viendo en mi dirección.

Corren la vista tan rápido como volteo y creo, y sí mi vista no me falla, que una se sonrojo.

Les resto importancia.

Ninguna mujer de mi clase.

Sonrío pero ignoro.

—No me interesan, aunque...

—¿Aunque...?

—La que se sonrojo ¿cómo se llama?

—Gustos finos mi querida amiga, excelente... Se llama Camile y si mi memoria y chisme no me fallan, estudia otra carrera también.

—¿Qué otra?

—Artes o bueno que sé yo, algo que tiene que ver con canto.

—¿Vocalista? ¿Música? ¿Artes?

—No sé, creo que es algo de eso.

Interesante.

La clase transcurrió en explicarnos la gramática inglesa.

Y aunque soy un buena pronunciando y redactando debido al estudios intensivos que me dieron mis padres (y obviamente el interés que mostré desde joven) me encuentro en esta carrera.

Solo tengo problema con algunas estructuras y con ciertos detalles con lo que he visto hasta ahora.

Tras realizar un pequeño diálogo con una de mis compañeras (nuestro profesor nos coloco al azar) me di cuánta que está no sabía absolutamente nada de lo que estaba viendo o haciendo.

La guíe en lo que pude y ella relajo su expresión, estaba nerviosa.

Ella no quería reprobar.

Fui lo más amable que pude y trás aclararle varios puntos, termino la clase.

Seguimos con otro módulo un poco más tedioso pero al final salí del aula con una sonrisa ladeada.

Tengo ganas de ver a mis hermanos.

Quizás más tarde.

Me despido de Marie con un movimiento de muñeca y voy a donde estacione mi moto.

Con el casco negro sobre mi cabeza arranco y dejo la universidad atrás.

Llegó al trabajo y Esteban (un compañero) me saluda.

Voy al vestidor y me cambio mi ropa por el uniforme del local.

Paso las horas atendiendo mesas y al hacerce mi hora de salida decido ir a mi casa.

Estoy demasiado cansada para ver a Alexis y a Ángela hoy.

Me recuesto en mi cama y observo el techo.

Y unos ojos verdes y cabello rojo atraviesan mis pensamientos.

Sobre todo... Su sonrojo.

Demasiado guapa como para no hacer nada.

Camile.

Canta para mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora