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Con mucha paciencia traté de que comiera un poco, pero era inútil. Dejé el plato de comida y le quité la cinta. No me atacaría, lo sabía muy bien.

Caminó hacia mi, mirándome a los ojos, sus largos y delicados dedos adornados con unas preciosas uñas pintadas de negro se dirigieron a mi rostro y antes de que pudiera decir una palabra, sus labios estaban sobre los míos.

Mi cometido no era el Síndrome de Estocolmo. Sin embargo, no me quejaría si eso llegara a suceder.

Dark (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora