Capítulo 7

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Christian

Siempre fui conocido por mi sutileza, sutil pero evidente. Al parecer estaba perdiendo lo sutil de mi persona, Kassandra provocaba que esta desapareciera y que rebasara los escrúpulos de lo obvio.

Cuando ella pasaba cerca mío o la veía a mi alrededor, mis ojos se perdían en lo brillante de su sonrisa, en cómo se movía su cabello cuando caminaba, lo largo de sus piernas, la pronunciada curva de trasero y sus caderas combinadas con aquella cintura, cada que la veía me recordaba a mí mismo lo dolorosamente hermosa que era Kassie o como se me ocurrió llamarle últimamente, después de nuestra insignificante discusión, Chispita, le quedaba totalmente a ese carácter un pelín explosivo que tenía y también porque así se sentía ella cuando dirigía su atención hacia mí, como chispas, calientes y peligrosas.

***

De cualquier forma, debería concentrarme, muy pronto vendría el partido más importante de la temporada. Todos en el equipo, incluyéndome, queríamos ganar este año. En el pasado el campeonato se nos resbaló de las manos, este año no le daríamos la satisfacción a los rivales de volver a perder. Si no quería que esto volviese a pasar, tenía que dar un esfuerzo extra para estar un poco más cerca de la victoria.

En palabras de entrenadores de grandes ligas, yo era el mejor mariscal de campo de todo el estado, era muy bueno, entré a la universidad sin esfuerzos gracias a que me reclutaron por mis habilidades. No obstante, no me gustaba confiarme, nunca resultaba seguro, cosa que hizo que me ganara la admiración del entrenador Anderson. Iba a entrenar hasta el cansancio e iba a ganar ese maldito partido, así fuese lo último que hiciera. Estaba lleno de determinación y cuando se me ponía algo entre ceja y ceja siempre lo lograba, sin excepciones.

Unas tres largas semanas de ejercicio físico y mental después, las Águilas Reales de la Universidad de Boston, el equipo del que formaba parte, estaba totalmente listo para arrasar con las Cobras Negras de la Universidad Estatal de Ohio

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Unas tres largas semanas de ejercicio físico y mental después, las Águilas Reales de la Universidad de Boston, el equipo del que formaba parte, estaba totalmente listo para arrasar con las Cobras Negras de la Universidad Estatal de Ohio.

Llegó el día del tan aclamado partido y los uniformes de las Águilas Reales, de azul marino, con dobleces dorados y una majestuosa águila real con ojos amarillo canario y mirada penetrante, que portaba una corona sobre su cabeza como logo de nuestro equipo. Por otro lado, las Cobras Negras, con uniformes negros y dobleces verdes y una serpiente mostrando sus afilados colmillos, a punto de lanzar una venenosa mordida, era su símbolo representativo.

Ambos equipos salimos al campo mostrando nuestros relucientes uniformes que en solo un rato quedarán prácticamente arruinados, realizamos la ceremonia para dar inicio al juego y sin más empezó el partido.

Lanzaron una moneda al aire, esta voló y todos tenían sus miradas en ella, salió cara, lo que significaba que las Cobras mandaban la primera ofensiva para nosotros. Largaron el pase rápido con buenísima recepción, prácticamente del suelo tomó el balón nuestro receptor, ajustó hacia el lado derecho, cuarto down, salió de la bolsa ganando tiempo, vino el pase y nuevamente una excelente recepción nuestra. Nuestro corredor, atento y preparado, un segundo a penas saqué la jugada y se la pasé; salió corriendo como un lince y la multitud que presenciaba el partido enloqueció eufórica.

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