Ella gana una beca para estudiar en la Universidad de Corea, un sueño que se convierte en realidad. Sin embargo, sus padres, preocupados por su seguridad, se resisten a dejarla sola en un país tan vasto.
Deciden contactar a un amigo de la familia q...
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Tuve que buscar en lo más profundo de mi armario algún conjunto que no fuera revelador. Finalmente, encontré uno adecuado, evitando así ser castigada por desobedecerlo. Aunque, siendo honesta, la idea del castigo tenía su tentación.
Me preparé meticulosamente, cuidando cada detalle: arreglé mi pelo, maquillé mi rostro con sutileza y me vestí con la ropa seleccionada. Por último, apliqué un toque de perfume antes de bajar las escaleras.
Al llegar al pie de la escalera, él me miró detenidamente, como si cada parte de mi ser estuviera bajo un escrutinio minucioso.
—¿Deberé cambiarme? —digo ya que no obtenía respuesta.
Con pasos firmes, se acercó y dijo en voz baja —El problema no es la ropa, eres tú. Todo se le ve sexy. Así se ponga un saco de papas.
Su comentario me dejó sin palabras y, con un ligero rubor en mis mejillas digo:
—No me diga cosas que podrían provocar que me ausente de la universidad.
—Sus estudios primero. Andando —me da unas dos nalgadas.
Nos dirigimos hacia el coche y él abrió la puerta para que yo subiera. Una vez dentro, se aseguró de que estuviera cómoda antes de cerrar la puerta y rodear el vehículo para ocupar su lugar al volante.
—Se quedó callada después de mi último mensaje; no esperaba que reaccionara de esa manera —dijo con voz ronca, sin mirarme, mientras conducía con una mano.
—No lo negaré, me dejó sin palabras —admití.
El coche avanzaba suavemente, mientras el paisaje se deslizaba a nuestro alrededor.
—Si ha decidido jugar, entonces jugaremos. Esta noche le daré las reglas a seguir —añadió, deteniendo el auto frente a la universidad y apagó el motor, quedándose un momento en silencio esperando mi respuesta.
—¿Realmente piensa bajar? —pregunté esquivando lo mencionado.
Él me miró con seriedad —Por supuesto. No estoy convencido de sus intenciones. Lléveme hasta él, ahora mismo —ordenó.
Asentí y bajamos del coche. Él lo cerró con un clic mientras seguía mis pasos, atrayendo las miradas de los universitarios con su presencia imponente. Sus pasos eran seguros, y a lo lejos pude ver a, Niki y Haruto.
Deseaba que la tierra me tragase, porque sabía que nos cruzaríamos con ellos y Niki tendría que enfrentar la fulminante mirada de Jungkook.
Aunque no fue así, Jungkook se detuvo en seco cuando pasamos frente a Niki
—Al fin estamos cara a cara. —dice con una voz firme. —Jeon Jungkook, el encargado de Lea.