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Cuando llegaron al hogar de Huh lo primero que hicieron fue lanzar sus cosas al piso y besarse como si ese mismo día no se hubieran tragado la lengua en hora de almuerzo.

Podían decir que se odiaban, pero Yunjin la tomó en brazos y las guió a su habitación para seguir con sus besos tal cual pareja enamorada.

Y es que no iban a confesarlo, pero a ambas les encantaba besarse, les fascinaba la otra y sentían demasiada atracción como para no dejarse llevar.

Luego de los besos y peleas estúpidas terminaron estudiando de verdad, mientras una Yunjin muy concentrada intentaba entenderle a la mayor.

Fue difícil pero no imposible, y dos horas después de que hayan llegado, la americana ya estaba lista para su prueba de mañana. Seguro que le iría bien con una profesora como Chaewon.

Estaban echadas en la cama, Yunjin había bajado los cuadernos al piso y se acercó a la coreana, acariciándole el cabello.

—Me miras como si te gustara —se burló Kim, aunque se arrepintió cuando Yunjin rodó los ojos y alejó su mano, parándose de la cama.

—Vamos, te llevo a tu casa —comentó, sin mirarla a los ojos.

Chaewon frunció la boca y se paró también, acercándose a ella para buscar su nuca y pasar sus dedos por allí.

—Me debes mi helado.

—Bueno, te llevo por el maldito helado y luego a tu casa.

Chaewon le golpeó el estómago molesta por su actitud tan repentinamente distante. Sí, ellas debían odiarse y actuar como enemigas, pero estaban en un descanso, ¿no? Es decir, pasaron todo el día juntas y la ayudó con Biología. Que no jodiera ahora.

—Auch —reclamó, tocándose el abdomen, pero Chaewon la jaló del cuello y las lanzó a la cama otra vez. Yunjin pareció rendirse mientras Chaewon se trepaba a ella y quedaban rostro a rostro, acortando la distancia sin mucho problema.

Terminaron por alargar su estadía en la residencia Huh gracias a los besos antes de pasar a la famosa heladería.

Ninguna podía creer la situación en que se encontraban, conviviendo y besándose, molestándose como siempre pero muy distinto a todo lo anterior.

Cuando llegaron a la casa de Chae y esta antes de bajarse le robó un pico, Yunjin comenzó a preguntarse seriamente qué estaba sucediendo y por qué ya no parecía odiarla.

El puto camino de vuelta a su hogar fue sintiendo todas las malditas mariposas atacando su estómago al recordar el día compartido con esa desgraciada enana, y allí cayó en cuenta: Chaewon le gustaba.

Probablemente siempre le gustó un poquito.

Maldita Kazuha que siempre tenía la razón.

buenas tetas | purinz auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora