El Ojo Negro Y La Elfa De Cristal

Acto 1

El viento silbaba a través de las grietas del castillo, llevando consigo el aroma a sangre y polvo. El rey Aethon, joven y ambicioso, se encontraba en el punto más bajo de su vida. Su mejor amigo, el duque Voren, había traicionado su confianza. En un golpe de estado cruel, Voren había arrebatado el trono, dejando a Aethon exiliado en un remoto y árido valle.

Aethon, antes un rey bondadoso y justo, ahora ardía en una furia implacable. La traición de Voren había quemado su alma, transformando su corazón en una fría y dura roca. En su exilio, Aethon no se lamentó ni se entregó al dolor. En cambio, se dedicó a la venganza, forjando una nueva identidad: la del "Ojo Negro".

Durante años, Aethon, bajo la máscara del Ojo Negro, se entrenó en las artes oscuras. Aprendió a manipular las sombras, a invocar demonios y a controlar la magia de la muerte. Su objetivo: volver a su reino y reclamar lo que le pertenecía.

Su regreso fue espectacular. Con una hueste de guerreros y demonios, Aethon aterrorizó al reino, sembrando el pánico en el corazón de Voren. Las batallas eran brutales, un torbellino de fuego y sangre. Voren, un líder mediocre, no pudo resistir la implacable furia del Ojo Negro.

En el clímax de la batalla final, Aethon se enfrentó a Voren. La batalla fue corta y despiadada. Aethon, con una fuerza sobrehumana, aplastó a Voren, arrancándole el título de rey y la vida.

El reino quedó en ruinas, pero bajo el gobierno de Aethon, renació. Aunque su bondad y su compasión habían desaparecido, su gobierno era implacablemente justo. Se convirtió en un tirano temido, pero respetado, un líder capaz de mantener la paz con una mano de hierro.

La historia de Aethon, sin embargo, es un recordatorio de la fragilidad del poder y la corrosiva naturaleza de la venganza. Su transformación, aunque le permitió alcanzar su objetivo, lo había dejado vacío. La traición lo había convertido en un monstruo, y la venganza, en un arma de doble filo que lo había consumido por completo.