Capítulo 22.

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She's Everything – Brad Paisley

Nerea

—Te amo —alcé la cara al escuchar lo que Paul me decía.

El corazón me dio un brinco al darme cuenta de lo que significaban esas dos palabras. Sonreí y puse mis brazos alrededor de su cintura. Él besó mi frente y cerré los ojos.

Por un momento olvidé que había muchas personas en la fiesta, que estaban personas que alguna vez lastimaron tanto mi corazón que pensé que no me podría recuperar. Paul me mecía entre sus brazos, me regalaba besos en la frente, mis mejillas y mis ojos. Sonreí cuando llegó a mi boca y sonrió sobre mis labios.

—Te quiero tanto que hasta miedo me da —alcé la cara y esos bonitos ojos castaños se encontraron con los míos.

—Oye... no pienses que algo nos sucederá —instó levantando mi rostro poniendo un dedo en mi barbilla—. Disfruta lo que vives... mereces una bonita relación. Mereces un bombón como yo —sonreí y él se acercó a darme un último beso antes de regresar a la fiesta—. Mereces que te amen... una y otra vez... —el beso comenzó lento, con suavidad hasta que sentí que su lengua tocaba mi labio inferior y mi vientre comenzó a hacerse un nudo. Ceñí mis manos en sus jeans, y lo acerqué un poco más a mí. La respiración de ambos comenzó a agitarse, pero cuando mis piernas comenzaron a languidecer, él se alejó de mí.

—Demasiados invitados —susurró sobre mis labios—. No quiero que piensen que me aprovecho de ti.

—No lo pensarán, pensarán que me estoy comiendo mi postre... nada más —gruñí y él sonrió abrazándome—. De acuerdo... vamos afuera, no tarda en llegar Spiderman.

Ambos regresamos con los vasos que necesitaban. Lizzy estaba en una mesa dándole de comer a Lucy. Su esposo estaba con el resto de los hombres cerca de la parrilla y los niños seguían corriendo de aquí para allá entre la pequeña granja y el resto del jardín.

Mamá se acercó a donde estaba y después de darme un abrazo, me miró con una sonrisa y le correspondí. Ella soltó un suspiro y señaló a donde estaban Paul, Wess y el resto de la familia.

—Algo debí haber hecho bien, para que mi niña sea tan bendecida por una familia que la quiere y para que el amor le sonría por segunda vez —sonreí ante lo que decía—. Perdón mi amor por haberte pegado, por haberte gritado y por haberte hecho sentir mal. Me equivoqué. Si no me perdonas lo voy a entender... yo...

—Te perdono, ma —Ella me abrazó y después regresó a donde estaban los niños.

Los invitados especiales que dieron el show fueron todo un éxito. Demian y el resto de sus primos y amiguitos lo disfrutaron mucho. Incluso algunos adultos trataban de hacer las acrobacias que había hecho el Hombre Araña, pero no fue hasta que fue el momento de partir el pastel que noté que Leslie y Luisa ya no estaban en la mesa, en la fiesta o en alguna parte de la casa.

Sarah todavía estaba en la piscina de pelotitas, había estado ahí ya por un buen rato, Ellis iba a vigilarla un par de veces, pero básicamente estaba sola.

—¿Y tu novia? —pregunté a Ellis cuando él terminó de preparar una bebida para mi suegro.

—Mamá fue a llevarla al departamento, tampoco creo que mamá regrese. ¿Podrías echarme una mano aquí? Tengo que revisar a Sarah, no sé si le cambiaron el pañal antes de irse o...

—Termina, iré por ella.

Caminé hacia donde estaba Sarah, Demian estaba con ella y le pasaba un par de pelotitas haciendo que ella riera. La levanté con cuidado y noté que su pañal ya estaba sucio.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora