Day 5

970 91 40
                                    

Día 5: Pet play / Shibari

⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺

El resplandor de la tarde es cálido contra su rostro, no le molesta el brillo más bien le provoca una felicidad que solo incrementa cuando recuerda que acaba de cerrar un trato importante para su empresa, además, que es viernes y tendrá un fin de semana tranquilo ahora que ha terminado todos los pendiente de su agenda.

La mujer rubia mira su reloj, falta aún para que sean las seis de la tarde por lo que aún está a tiempo para pasar por la pastelería y comprar varios dulces, tal vez unos pasteles de chocolate o dulces de café.

Puede que a su gatita le guste ...

Luciane no tarda mucho hasta llegar a casa, es una sorpresa ya que llega con las manos llenas de cosas, algunas de su trabajo y en otra lleva el pastel que ha comprado en una pastelería muy linda. Se las ingenia para sacar sus llaves y abrir la puerta. Cuando logra entrar puede ver cómo todo está oscuro, es algo deprimente en un comienzo ya que le trae varios recuerdos de lo que era su vida hacía un año atrás.

Ser una mujer cuya único interés ha sido su trabajo, que no tiene niños en su vida a menos que cuente a sus sobrinos que suelen pasar con ella durante las vacaciones, de ahí no hay nadie más, solo sus amigos con los que se llama raramente cada 3 meses para ponerse en contacto para después desaparecer y seguir con sus vidas y trabajo.

Mientras enciende la luz de la estancia puede notar cómo al final del pasillo se encuentra encendida, solo puede sonreír con felicidad genuina, las cosas que ha traído las deja en la mesa y va a la cocina por algo, tal vez un poco de agua.

Se queda un momento en el lugar, esperando a que su mascota aparezca por el filo de la puerta siendo sigilosa como ha aprendido buscando asustar a Luciane cuando aparece de la nada.

Pero se queda esperando, pues su gatita no se asoma por la cocina

Suspira cansada, es cierto, Alice ha de estar molesta con ella ahora mismo. La ha descuidado mucho estas últimas semanas por andar más pendiente de su trabajo que de su tierna Alice. Aún puede recordar cómo su minina se sube a su regazo y la ha tenido que quitar o la mantenía ahí si no podía bajarla, dando mimos en la cabeza hasta que se quedase dormida.

—¿Alice? Ya estoy en casa preciosa — ahora es Luciane quien asoma la cabeza con una sonrisa nerviosa mientras que en sus manos está una porción de pastel que ha servido en un plato para su Alice.

Las personas creerían que Alice sería una pequeña gatita por la forma en que Luciane llega a hablar, muchos en su trabajo suelen imaginarlo así, pues Luciane dirá que Alice es una especie exquisita, la más fina que ha tenido la oportunidad de tener. Pero la realidad era que Alice no es ningún animal, sino que es una mujer alta y pelirroja, una muy hermosa con un cuerpo que sería la envidia de cualquier mujer.

Para Luciane, el motivo por el que ha llegado a babear.

La pelirroja era una divinidad, sus piernas largas y tonificadas que se ven suaves a la vista por las faldas que suele usar o la poca ropa al estar en casa. Las caderas son anchas y bien formadas, siendo un espectáculo hipnótico para cualquiera que la vea caminar y menear de un lado a otro, esto hacía más distinguida la cintura pequeña que poseía. Otra cosa que es difícil de quitar la vista es su pecho enorme y voluptuoso que apenas caben en las manos de Luciane, ese par era su herramienta perfecta para tentar a la mujer mayor cuando quería algo.

Y por último, pero no por eso menos importantes el rostro tierno de la mujer, sus facciones podrían asimilarse a los pequeños cervatillos: ojos grandes, una nariz ancha y las pequeñas pecas pintadas en sus mejillas. Alice era sin lugar a dudas una especie maravillosamente hermosa.

𝘼𝙇𝘼𝙎𝙏𝙊𝙍 𝘽𝙊𝙏𝙏𝙊𝙈 𝙒𝙀𝙀𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora