Lo Hecho Esta Hecho

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Siempre había dudado de sus sentimientos respecto a su mejor amiga.

Desde que la había conocido, las cosas entre ellas habían sido extrañas hasta que cada una tomo un rumbo diferente en su vida y no supo más de ella, hasta hace tan solo unos pocos meses.

Volvieron a tener contacto, se escribirán seguido y a veces se reunían en cualquiera de sus casas o en algún bar. Sus dudas volvieron a resurgir desde lo más profundo de su alma cuando la volvió a ver.

Había crecido un poco más, sus músculos estaban bien definidos y siempre la veía usando ropa ajustada, lo que hacía resaltar sus pechos y cintura. Estaba hipnotizada.

Akaza se le hacía muy atractiva.

No sabía que tenía, no sabía que era, realmente no tenía la menor idea, pero era así. Era atractiva y no en sentido de "como amigas digo que te ves muy atractiva", era algo más allá de eso.

Era de una forma más sexual.

Todo en ella le parecía muy atractivo y eso la confundía demasiado. Porque se supone que a ella le atraían los hombres. ¿Verdad?

Estaba casada con un hombre de muy buena familia, alguien amable y atento en todo sentido, Kyo realmente lo quería con su corazón, pero no le causaba las mismas sensaciones que su mejor amiga sí cada vez que la veía.

- Hola Kyo.

- Hola.

Incluso su voz le gustaba, había cambiado un poco durante todo ese tiempo, se notaba más ronca y baja, como si su propósito en la vida fuera ir encantando a todos los que la escucharán.

Quizás se apresuró demasiado, quizás se dejó seducir por las palabras y gestos atrevidos de su amiga, por sus bromas subidas de tono que siempre entendía, quizás no quería ver la verdad de sus acciones y sentimientos hasta que fue demasiado tarde.

- Te demostraré que no necesitas de un hombre para derretirte de placer.

Habían sido palabras tan extrañas en un principio, solo le había contado que le gustaría que su esposo fuera más activo con ella al momento de tener relaciones y Akaza le sonrió mientras pronunciaba aquella frase de forma tan baja que le erizo la piel.

Ahora estaban en un hotel, en la suite número dieciseis, algo que Akaza se ofreció a pagar sin pedirselo. Aunque antes de llegar ahí habían estado bebiendo en un bar mientras hablaban tranquilamente de su semana. Akaza vestía un traje que aflojó de la parte superior, dejando a la vista sus clavículas y parte de su pecho.

¿Por que había hecho eso?

Kyo no podía dejar de mirar en esa dirección, el como su blanca piel relucía sin ninguna vergüenza ante la vista de todos. Por un segundo quiso decirle que se cubriera, que solo ella podía verla así, que solo ella tenía ese derecho. Más se contuvo y desvió la mirada, estaba acalorada.

No sabía si por vergüenza o por la frase que soltó en su momento.

Debe admitir, que cuando su mejor amiga le susurró al oído para irse de ese lugar a uno mucho mejor mientras le mordía su lóbulo, estuvo a punto de soltar un gemido en medio del bar. Nadie la hubiera escuchado por la fuerte música, pero hubiera sido muy humillante hacer tal cosa en ese lugar.

Akaza de había dado cuenta de su intensa mirada sobre ella, entendiendo perfectamente que ese era el momento que tanto había esperado. Por fin, tendría a Kyo para ella y no iba a desperdiciar ni un solo segundo de ella.

No dejaría ninguna zona sin explorar, descubriría cada parte sensible en su cuerpo, la haría llorar y gritar de placer, para que al momento de terminar quiera continuar.

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