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Lewis Hamilton se consideraba así mismo como una persona razonable y con una mente abierta.

Hace al menos de tres meses había descubierto que era homosexual y decidió decirle a sus padres que por cierto no se lo tomaron para nada bien, al ver que nunca aceptarían lo que era, decidió mudarse de vecindario.
Conoció a sus vecinos, los Russell, unas personas realmente amables con un aspecto ¿raro? La verdad es que las palabras le sobraban para describir a esa familia que era tan rara pero a la vez tan unida. Stive fue el primero en darle la bienvenida, invitándolo a una parrilla, donde conoció a la esposa del señor Russell, Alison junto a sus tres hijos, Benjy, George y Cara.


Cada uno fue bastante amable con él, e incluso George le invitó a jugar videojuegos un día que no estuviera ocupado. Lewis no pudo dejar de pensar en el bonito chico de cabello castaño, y bonita sonrisa, George sin duda era un muchacho bastante energético, seguro de sí mismo. Le llamaba muchísima la atención, pero estaba seguro que él no era homosexual o estaba interesado en los hombres.

Tres meses después de haberse mudado y de pasar más tiempo con George se dio cuenta que lo quería.
¿En cuanto tiempo te terminas de enamorar de una persona? Dos días, tres días, o cuatro días. Lewis no estaba seguro, pero en esos tres meses que conoció al menor de los Russell se dio cuenta cuáles eran sus sentimientos hacia él. Mierda quería golpearse por pensar en el chiquillo de dieciocho años, ni siquiera le llegaba a su edad.


Así que, en una mañana tan calurosa, decidió despegar su mente haciendo un poco de ejercicio, Sebastian le dijo una vez "entre más mamado estás, más gay serás" eso de alguna manera la daba mucha risa, su amigo era un verdadero estúpido. Pero así lo quería. Sebastian era de las pocas personas que aceptó lo que era por qué su amigo pertenecía a la comunidad LGBT siendo bisexual. Sentía atracción hacia los hombres y las mujeres, jamás vio como algo anormal el simple hecho de que te gustara alguien de tu mismo género. Su mismo amigo lo dijo.

"Nacimos para amar y ser amados, no para ser juzgados, hombre o mujer, todos somos iguales"

Lewis estuvo tan conmovido con esas palabras que terminó todo contacto con sus padres, su papá nunca quiso entenderlo e incluso le busco a una prometida para que curará a su hijo, y obviamente él hombre se enfureció con él esa mañana que recibió la llamada.
Pensamiento de mierda, pensaba al recordar como su padre le dio esa noticia sin vergüenza alguna.

Acomodo bien las pesas, siempre aseguraba que sus herramientas estuvieran seguras para evitar accidentes y no morir por una maldita rueda pesada en la cara. Daba risa, pero de tan solo imaginarlo te temblaba el cuerpo de solo sentirlo. Calentó sus
músculos, para después sentarse en la camilla y levantar las pesas.


Sudor bajaba por su cuerpo, sostenía las pesas con ambas manos sin dejarlas caer, las alzaba de arriba y abajo, marcando los bíceps de sus brazos. Lewis seguía tan concentrado, pero mostraba alguna inquieto.

—¿Por qué siento que me andan vigilando? -detuvo un momento su actividad para mirar las cámaras de seguridad y quedarse mirando a ese lugar.

Se encogió de hombros restándole importancia para después hacer unas cuantas lagartijas, y haciendo abdominales, casi siempre esa era su rutina. Hacer ejercicio le sentaba demasiado bien por que se sentía seguro.

-Estúpido calor, pero de algo sirve perder un poco de sudor se sacó la playera, dejando ver su pecho marcado por el ejercicio, su piel morena, pasando su mano por esos cabellos. El sudor bajaba desde el pecho hasta los bíceps, si alguien tuviera a Lewis Hamilton frente a sus ojos, diría que es como un puto dios griego.

Y ciertamente si lo parecía, por que dejó a un adolescente excitado.

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⏰ Última actualización: Jun 11 ⏰

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¡ᴄÓᴅɪɢᴏ ᴇQᴜɪᴠᴏᴄᴀᴅᴏ! | ʜᴀᴍɪʟᴛᴏɴ x ʀᴜꜱꜱᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora