[Samantha]

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Sonreí y besé sus labios, me di la vuelta y caminé mientras lo veía coquetamente de reojo

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Sonreí y besé sus labios, me di la vuelta y caminé mientras lo veía coquetamente de reojo. 

—Te veo luego, mia cara. Dijo, sonreí y sus lindos labios se curvearon en una sonrisa. Sus ojos verdes eran la única razón por la que no me aburría de él.

Mi uniforme a la altura de mis muslos se sacudió de lado a lado por mi caminar, mi mochila colgaba por uno de mis hombros y la cabeza de Amairani se apoyó en mi hombro con suavidad mientras caminábamos al mismo ritmo.

Di una sacudida a mi uniforme y le regalé una sonrisa —¿Qué harás está noche? Preguntó con normalidad, la verdad no lo sabía, muy seguramente vería Gossip Girl con mi hermana si es que no iba a salir, pero ella no era como yo, era extrovertida por completo y gracias a ella conocí a Amairani.

Ambas manteníamos una buena relación, siempre me apoyaba en todo y era la única que me acompañaba al mall siempre que quería comprar ropa, por otro lado, lo único malo era que odiaba a mi novio, a mi punto de vista él era una buena persona solo cuando no se drogaba y fumaba cualquier hierba que le vendieran en la calle.

—No lo sé, seguramente solo me dormiré temprano para aumentar mis hormonas del crecimiento y dejar de medir uno cincuenta y ocho. Dije en tono de burla y Amairani soltó una carcajada convincente.

—No seas tan tonta, ¿Algo más qué no sea dormir?

—Nada en especial, ¿Por qué? Indagué, probablemente me obligaría a ir a una fiesta, porque joder, es viernes y yo no podía quedarme en casa, pero era casi imposible que no lo hiciera.

—Vamos a una fiesta, juro que será divertido. Dijo, ella abrió la puerta de entrada y caminó en diagonal para llegar a nuestros casilleros. 

Normalmente tendría que llevar puesto mi uniforme de porrista, pero me había levantado tarde esta mañana por desvelarme poniéndome mascarillas en el cabello y en la cara. En fin, claro que tenía uno de repuesto en el casillero del vestidor, eran baratos, habían costado unos cien dólares cada pieza así que no me preocupaba tanto mancharlos.

—Carajo. Escuché a Amairani.

—Que lenguaje tan grosero. Ladré y la vi de mala manera, yo jamás decía malas palabras y mucho menos escuchaba hasta que llegó ella, me perturbaba un poco que su lenguaje fuera tan soez siendo una chica tan linda.

—Por Dios Amy, ya deberías de estar acostumbrada a mi lenguaje llevamos dos años en esta universidad.

—Por Dios Amy, ya deberías de estar acostumbrada a mi lenguaje llevamos dos años en esta universidad

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Lo doloroso que es el amor // RiverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora