¿Cómo sería la vida de Nick Nelson con una hermana? Descúbrelo aquí en 𝗦𝗶𝘀𝘁𝗲𝗿.
Alicia Nelson lleva años viviendo en París bajo la custodia de su padre, separada de su madre y sus hermanos mayores Nick y David. Pero tras ser expulsada del inter...
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Nick
Tenía mucho sueño.
Eran apenas las tres de la mañana y en vez de estar durmiendo como debería estar haciendo, estaba ahí, con un cartel en mis manos esperando a una chica a la que no veía desde mis diez años. Los últimos recuerdos con ella eran de una navidad que acabó en desastre y desde entonces no he vuelto a saber de ella.
— ¿Estás nervioso cariño? —me preguntó mi madre.
Bostecé como respuesta.
— Supongo que no —rió.
La gente del avión comenzó finalmente a desembarcar y levanté el cartel. Me preguntaba cómo sería ella después de tanto tiempo, ¿se parecería mucho a mí? Después de tantos años separados la verdad es que se me hacía extraño la idea de tener una hermana menor. Supongo que me acostumbré a la vida de hijo único. Entre que mi hermano está en la uni y ella en otro país prácticamente hemos sido mamá y yo. Y Nellie, claro.
Miré hacia la gente que salía, ninguna parecía una chica de quince años. Cuando mamá levantó el brazo para saludar a alguien, me giré y vi como una rubia de pelo largo y bastante ondulado se dirigía hacia nosotros con una maleta rosa. Se parecía bastante a mí: rubia, nariz recta, cara redonda... Sí, definitivamente debía ser de la familia. Cuando llegó hacia nosotros mi madre la abrazó.
— Hola cielo, ¿qué tal el vuelo?
— Bien, podría haber sido peor —respondió con simpleza y se giró hacia mí para saludarme—. Hola Nicolas.
— Hola, em...
— Alicia —me respondió captando lo que quería decir mientras me daba un abrazo.
— Eso, Alicia.
Ambos nos miramos incómodos pero mamá habló llamando nuestra atención.
— Bueno, vamos al coche. Nick ayuda a Alicia con la maleta por favor —me pidió pero cuando fui a hacerlo ella me detuvo.
— No hace falta, gracias.
— Pero...
— No, gracias —insistió.
Caminamos hasta el coche, la incomodidad se notaba en el ambiente y ninguno de los tres decía una palabra. Abrí el maletero pero ella subió la maleta por su cuenta. Subimos al coche y finalmente partimos a casa. Miré por el retrovisor, Alicia estaba callada y apenas nos miraba. Quería hablarle pero que fuesen las tres y media de la mañana no ayudaba nada, así que estuvimos escuchando música todo el camino de vuelta.
No tardamos mucho más en llegar a casa. Bajamos del coche y mamá abrió la puerta, inmediatamente Nellie vino corriendo a recibirnos y Alicia inmediatamente se alejó de nosotros.
— Dios mío, dime que eso no es un perro... —susurró mirando con incomodidad a Nellie.
— ¿Qué pasa cielo? ¿Te dan miedo los perros? —le preguntó mi madre.
