Época de princesas

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En aquella época, tan distante a la de ahora, existieron reinos inmensos, cada persona tenía un papel en la sociedad, y el que más valía era la realeza; reyes, reinas, príncipes y hasta princesas. Cada uno tenía un valor, tan incalculable, que no se podían sustituir con tanta facilidad, pero las princesas, debían ser estatuas, debían estar quietas, ser bellas y que realzaran la nación en la diplomacia.

Pero presentarse al pueblo a la imagen que quería la realeza, no era un deleite, era un castigo para ellas. No podían ayudar con sus manos a sus madres; no podían hacer mandados, si debían caminar solo era para realzar el palacio con su belleza; no podían bailar con abanico, solo sentarse al lado de sus padres y taparse medio rostro para demostrar delicadeza e intimidad, sin disfrutar el placer de bailar, ni tocar a nadie que no fueran sus sirvientas o futuros cónyuges diplomáticos. Nada de tomar naranjada con pajita, una princesa debía beber de sus labios y si es posible, cubrirse al comer, a nadie le gustaba ver a la gente comer o beber, mucho menos a la belleza de la nación a quien anhelan. No podían estudiar en la escuela, solo en el palacio y por el mejor de los mejores, no podían ser bellas y ser huecas, solo debían saber lo necesario y no más que sí, matando la curiosidad.

Más no podían sonarse la nariz, las princesas debía ser precavida, nada de suciedad en ellas ni en el aire, ser pulcra hasta en lo más mínimo. No podían pelar siquiera una ciruela, nada debían tocar sus suaves manos, a menos que no fueran perfumes, papeles y joyas de la más valorada calidad, no podían tocar su propia comida...

Y lo que menos debían hacer era comportarse como niños o como bárbaros, jugar y revolcarse, no podían, mucho menos, cazar una pequeña lombriz, no podían divertirse... No podían hacer nada de nada.

Y por todo esto, ya casi nadie quiere ser princesa, prefieren sacrificar todos aquellos lujos, para poder ser libres y tener sus placeres, hoy ya no son estatuas, son personas, bellas, libres y salvajes; ya no son subyugadas por cumplir un canon, no quieren ser el estándar, quieren ser el nuevo inicio de aquel horroroso fin.

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