Único.

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Cygnus estaba hambriento, llevaba más de dos días de viaje con paradas apenas suficientes para ir al baño, juraba que el hambre que tenía comenzaba a hacerlo alucinar, maldecía a Daemon y a su estupido mensaje de invitación ¿Cómo es que había accedido a eso? "Tienes que venir a este lugar, esta en el rincón más olvidado del mundo pero el pan es delicioso" y con eso basto para ir detrás de su amigo.

No era sorpresa para nadie que Cygnus era un amante del Pan, le gustaba buscar las mejores panaderías de cada ciudad que visitaba por su trabajo, aunque jamás espero que su mejor amigo le dijera que el mejor pan que probaría en su vida estaba en un alejado pueblo a las orillas del río.

Tampoco se tomó la molestia de investigar, probablemente en internet no encontraría mucha información tomando en cuenta que el camino para llegar no se encontraba trazado en Google maps.

Mando algunos mensajes más a Daemon pero este no contesto más desde la noche anterior, supuso que simplemente no había señal, estaba ebrio o había perdido el celular. No era la primera vez que le pasaba por lo que no estaba ni un poco preocupado.

Entro por el camino de terracería que se alejaba de la carretera y entonces supongo que estaba a punto de llegar, llevaba todo lo necesario para dormir en la comodidad de su camioneta. No planeaba rentar un cuarto de hostal o pedir asilo con alguien del pueblo, el prefería encerrarse en la seguridad de su todo terreno y dejar que el mundo rodara.

Tras unos minutos más de viaje las pequeñas y coloradas casas comenzaron a hacerse presentes así como la gente que le observaba curioso, claro, era obvio que no pasaría desapercibido pues aquel lugar parecía estar parado en el tiempo, tan rústico que se sentía en otra época, era un viajero en el tiempo ¡Oh! Cómo le encantan las películas de ciencia ficción.

Cuando el camino llegó a su fin y comenzó a verse una pequeña vereda sobre la cual solo se podía entrar caminando o en su defecto en algún animal de carga.
Estacionó el auto y dejo bien puestos los seguros, no quería ser clasista pero tampoco quería ser robado, aunque ahora estaba suficientemente lejos de la última casa del pueblo no quería arriesgarse y supuso que su amigo tampoco había querido hacerlo pues su auto también se encontraba allí estacionado.

Avanzo por la vereda disfrutando del paisaje y la tranquilidad, debía admitir que desconectarse de la ciudad era bueno, después de tanto trabajo y estrés sumado a la contaminación de las grandes urbes el encontrarse ahora en aquel lugar tan alejado le causaba paz, no le sorprendía el que Daemon no le hubiera vuelto a contestar, el tampoco contestaría a nadie si estuviera en un lugar como ese.

Estando tan sumido en sus pensamientos el ruido de algo entre los arbustos logro captar su atención y devolverlo a la tierra después de caminar de forma automática prácticamente la mitad del camino.

Giro su vista en dirección al sonido y se topo con una figura femenina que parecía cortar algunos frutos de entre la hierva, la chica pareció sentir su presencia pues rápidamente sus miradas se conectaron.

La contraria mantuvo una mirada curiosa más tan pronto pareció terminar de analizarlo volvió a su tarea de recoger los frutos, el por su parte decidió continuar con su camino para no hacer sentir amenazada a la ajena, después de todo era solo una chica sola en el bosque y el un hombre, si el fuera otro tipo de persona la historia se contaría sola pero para fortuna de la fémina el siempre había sido una persona de bien.

Después de unos cuantos pasos más pudo observar una cabaña que parecía bastante antigua aunque bien cuidada, se sentía en un cuento de hadas, de la choza salía humo por la chimenea y pese no encontrar ningún cartel supuso que era ese el lugar al que se dirigía.

Se adentro al lugar haciendo sonar una campana, el olor a pan recién horneado inundó su nariz y pudo sentir la felicidad llenar su cuerpo, debía ser el mejor olor de todos y eso que el había visitado ya muchas panaderías en todo el mundo, estaba fascinado.

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