Sangre

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Desde el interior de la casa Potter, podíamos observar desde una ventana el bello atardecer que salía a relucir. Harry veía cómo las nubes se teñían de tonos naranjas y rosados, y cómo las pequeñas aves se refugiaban en un árbol cercano. El sol reflejaba sus últimos rayos de luz entre las ramas de los árboles, y estos daban en la piel de Harry, llenándolo de una calidez reconfortante. Esa alegría que los atardeceres le daban era irremplazable. Le encantaba observarlos con tanta dedicación que podía quedarse horas viéndolos. Percibió una suave brisa que entró por la ventana abierta, trayendo consigo el aroma a tierra y hojas secas. Eso lo hacía recordar cuando pasaba horas y horas en el jardín de su casa jugando con las hojas que a los árboles se les caían. Mayormente era en otoño cuando eso pasaba. En esos momentos, se sentía libre y feliz, lejos de las preocupaciones del mundo. Harry cerró los ojos por un instante, dejando que los recuerdos lo envolvieran. Podía escuchar el crujir de las hojas bajo sus pies y el sonido lejano de la risa de sus amigos. Aquellos días despreocupados parecían tan lejanos ahora.

Nada volvería a ser como aquellos días.

Fingiría demencia si alguien más preguntaba, pero sabía que, desde hace varias semanas, el consejo de sangre había propuso una ley vampira que consiste en cazar a cada hijo hibrido. Sabía que el debate se ha alargado por días, pues bien sabía que su papá había estado recibiendo tantas cartas de parte del consejo. Eso lo hacía suponer cosas como que su papá, sabiendo bien como era, se había estado negando a la aprobación de dicha ley. Y quizá eso resultase extraño ante el consejo, ya que, al ser miembro representante de dos familias importantes de todo el mundo vampírico, debía de estar de acuerdo con esta ley, pues se casó con nada más y nada menos que con Regulus Black. Alguien cuya familia ha seguido las leyes de pura sangre desde el inicio del apellido Black. Lo cual debía de provocar una disputa entre el consejo, ya que seguramente no debían de tomar en serio la desaprobación de la familia Potter-Black ante la ley.

No sabía el estatus actual del consejo en esos momentos, solo sabia pequeños detalles que escribían el Profeta, que debes en cuando leía. Todo lo demás se basaba en las peleas que han tenido sus padres últimamente. Y si alguien le preguntara su opinión, él se sentía dividido. Por un lado, entendía la preocupación por la seguridad de los vampiros sangre pura. Había crecido escuchando historias sobre los cazadores, de cómo casi provocaban la extinción de la raza vampírica. Si no fuera por un vampiro antiguo, cuyo poder era inigualable, ahora mismo su propia familia no hubiese existido. Pero, por otro lado, sabía que la ley propuesta significaba la persecución de seres inocentes, incluso de aquellos como algunos de sus amigos, amigos de sus padres, familias inocentes. Que si, corrían el riesgo de revelar su secreto, pero al fin y al cabo eran felices.

Algo que le molesto al enterarse de esta ley, era que una de las familias que más ha estado insistiendo en la caza de los híbridos eran los Malfoy. Salieron varias veces en algunos detalles del Profeta. Al parecer el actual patriarca Malfoy, no ha dejado de insistir sobre la ley y eso le causaba una gran impotencia y frustración. Sin embargo, su padre se niega a estimar las opiniones de los Malfoy. Harry suponía era que la querida prima de su padre, era esposa del asqueroso Lucius Malfoy y seguramente, creyendo en las palabras de su padre, se opondría a dicha ley. Y aunque, desde un punto de vista de Harry, entendía la presión de los Malfoy, no a ciencia cierta, ya que ellos, o solo Lucius, verdaderamente desprecian a los híbridos y quizá los demás parientes, no lo sabía, debía de estar enfrentando muchos problemas probablemente influenciados por las creencias tradicionales de dicha familia. Pero, por otro lado, no podía ignorar el sufrimiento que esta ley causaría a tantas personas inocentes.

La situación lo hizo reflexionar sobre la complejidad del mundo en el que vivía, donde las líneas entre el bien y el mal a menudo se difuminaban, y las decisiones tenían consecuencias que afectaban a todos, incluso a aquellos que no estaban directamente involucrados, como lo híbridos. Le dolía la cabeza de tanto pensar en esa estúpida ley y eso que ni era su estúpido problema. Si lo perjudica, pero él no era nadie para decir palabra alguna ante el sagrado consejo de sangre.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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