ᴄᴀᴘ 4 - ʀᴏᴛᴏ

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El progreso entre Bangchan y Joaquín parecía real, pero las viejas costumbres y las presiones sociales aún pesaban mucho sobre Chan. A pesar de su momento de conexión, no estaba listo para cambiar completamente, y sus amigos no dejaban de recordarle quién debía ser.

Un día, en el almuerzo, el más grande estaba con su grupo habitual. Sus amigos no habían dejado de hacer comentarios despectivos sobre Joaquín, y aunque Bangchan se había mostrado más reservado al respecto, hoy las burlas eran más intensas que nunca.

—¿Viste a Joaquín hoy? Parece que se pasó horas peinándose para la clase de gimnasia —dijo uno de los chicos, riendo.

—Sí, y siempre hablando de Ariana Grande y esas tonterías —añadió otro—. Qué patético.

Bangchan, sintiendo la presión de su entorno y temeroso de perder su estatus, decidió participar. Después de todo, ser el líder significaba no mostrar debilidad.

—Dejen de hacer tanto alboroto —dijo con un tono condescendiente—. Joaquín es solo un chico raro que quiere atención. No vale la pena.

Justo en ese momento, Joaquín entró al comedor. Escuchó la risa del grupo de Bangchan y, al acercarse, entendió rápidamente que hablaban de él. La confianza que había ganado se desmoronó al escuchar las palabras de Bangchan.

Con el rostro pálido, se acercó al grupo. —¿Es eso lo que piensas de mí? —preguntó, con la voz temblorosa.

Bangchan se quedó helado, incapaz de mantener la mirada. Había sido atrapado en su doble juego. Sus amigos lo observaban, esperando su reacción. En lugar de disculparse, se decidió por la salida más fácil y cruel.

—Solo digo la verdad, Joaquín. Deberías dejar de intentar encajar donde no perteneces —dijo con frialdad, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Joaquín sintió una punzada en el pecho, su respiración se volvió irregular y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Sin decir una palabra más, dio media vuelta y salió corriendo del comedor, con las miradas de todos los presentes siguiéndolo.

Bangchan sintió una mezcla de alivio y culpa, pero el alivio no duró mucho. Las risas y comentarios de sus amigos lo rodeaban, pero la imagen de Joaquín, herido y desconsolado, se quedó grabada en su mente. Sabía que había cometido un terrible error, uno que no se resolvería fácilmente.

Joaquín se escondió en un rincón del gimnasio, el único lugar donde sentía que podía estar solo. Las lágrimas corrían libremente por su rostro, y su corazón dolía como nunca antes. Había creído, aunque fuera por un breve momento, que Bangchan y él podían ser amigos, que podían entenderse a pesar de sus diferencias. Pero ahora, todo eso parecía una cruel fantasía.

Lisa, al enterarse de lo sucedido, corrió al gimnasio para consolar a su amigo. —Nini, ¿qué pasó? —preguntó con suavidad, sentándose a su lado.

Entre sollozos, Joaquín le contó lo que había escuchado y cómo había sido humillado frente a todos. Lisa lo abrazó con fuerza, tratando de consolarlo.

—No dejes que te derrumbe bebé. Eres fuerte, más de lo que crees. Y Bangchan... tal vez aún no ha aprendido a serlo —dijo Lisa, con la esperanza de que sus palabras pudieran aliviar el dolor de Joaquín.

Esa noche, Bangchan no pudo dormir. Las palabras que había dicho y la mirada herida de Joaquín lo atormentaban. Sabía que tendría que enfrentarlo, disculparse y, de alguna manera, intentar reparar el daño. Pero el camino hacia el perdón sería largo y difícil, y no estaba seguro de estar preparado para ello.

'𝙐𝙣 𝘿𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙤 𝘾𝙤𝙢𝙥𝙖𝙧𝙩𝙞𝙙𝙤'  𝘉𝘺 𝘑𝘰𝘢𝘤𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora