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Harry mantenía los cabellos despeinados y pegados a su frente, su vista fija al techo mientras el sudor corría por su cuerpo, la sangre circulaba con tanta rapidez por su organismo que también bailaba con la agitación de su respiración, sus ojos ocultaban aquel verde esmeralda puro bajo uno oscuro y tenue. Había muerto y resucitado en aquel instante sobre las sábanas aterciopeladas encima de la cama que compartía con su novio, aquel que estaba justo a su lado, mirando el techo de la misma forma mientras ambos intentaban recuperarse del reciente orgasmo que habían tenido.

Hacía ya aproximadamente dos años que Harry se volvió a encontrar con Draco en el ministerio después del desastre de la guerra, ambos ya maduros, grandes y sin prejuicios de por medio. Harry le agradecía por salvarlo innumerables veces y Draco se lo regresaba de la misma forma.

Ninguno de los dos esperó tener que compartir con el otro ya después de tantos años pero el tiempo pareció colocarlos en el momento justo cuando ambos poseían otro semblante y forma de ver la vida. Tanto compartir, tanto encontrarse constantemente al trabajar en el mismo sitio los hizo relacionarse más íntimamente puesto que, Harry ocupaba el puesto de jefe de los aurores y Draco formaba parte del grupo de los inefables y más veces de lo que la gente creería, ambos grupos debían trabajar juntos. La enemistad había quedado años luz atrás, ya no eran unos niños reconrosos, ahora eran unos adultos que reconocían que aquello quedaba y formaba parte del pasado y entre tantas salidas, tanto cotorreo y confianza uno con el otro, a ambos se les llegó a escapar que desde siempre y en lo más oculto, había existido una atracción juvenil.

No le prestaron atención, rieron sobre aquello durante semanas sin querer afirmar que posiblemente esa atracción seguía estando dentro pero la llama se encontraba ligeramente apagada, con miedo de volver a encenderse ante la posibilidad del agua del rechazo. Siguieron saliendo pero cada vez era más notorio el deseo que aún existía y el posible amor que se tenían, almorzaban juntos, se pedían consejos el uno al otro y ya era como si no pudiesen existir sin la compañía mutua, fue entonces cuando luego de abrir sus corazones, después de tantos besos escondidos y adictivos, formalizaron una relación.

Ya de esos hechos habían pasado dos años y Harry y Draco mantenían una relación más que estable, vivían juntos, el mundo mágico conocía la posición íntima de ambos y era suficiente, podía incluso ser extraño para muchos pero ni siquiera discutían, a veces lo hacían por cosas triviales pero fuera de eso, eran sorprendentemente estables, tal vez era el hecho de que, gracias al tiempo, las heridas habían sanado, el rencor desapareció y su relación marchaba excesivamente bien, cuando alguno de los dos no cocinaba, lo hacía el otro, se dividían las responsabilidades y eran completamente funcionales.

Incluso el sexo era..

Dios, el sexo con Draco era majestuoso. Era adictivo, era una droga para Harry quién podía pasar todos los días de su vida gimiendo el nombre de su novio a medida que la longitud de este le rompía por dentro hasta hacerlo ver estrellas, era increíble y no existía nada de que quejarse, sin embargo, Harry seguía teniendo esa pequeña espina en su pecho al querer ser él quién pudiese ver a su novio de la misma forma en la que él lo veía.

Pero aquella conversación parecía ser más bien ignorada que aceptada. Draco nunca se lo negó formalmente pero tampoco le daba luz verde y eso lo desesperaba.

Harry respetaría cualquier decisión que su novio tomase, nunca lo obligaría a nada y entendería si este no quería dar su brazo a torcer y permitir ceder el control en ese sentido pero el no recibir una respuesta tajante era lo que lo frustraba pues sentía que una parte de Draco mantenía curiosidad por aquello pero no se atrevía.

—¿Sigues vivo? —Exclamó Draco con su voz ronca luego del notorio desastre hormonal que habían tenido.

Harry regresó al presente mientras se removia en la cama. Mala idea.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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Cinco deseos para un MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora