𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘵𝘳𝘰↬ 𝗗𝗲𝘀𝗮𝘀𝘁𝗿𝗲

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Al final de cuentas, Max decidió preparar la cena personalmente y ya tenía pensado que haría, no era muy experto en la cocina y la mayor parte del tiempo suele comprar comida, pero al menos podría preparar un rico guiso de espaguetis con tomates

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Al final de cuentas, Max decidió preparar la cena personalmente y ya tenía pensado que haría, no era muy experto en la cocina y la mayor parte del tiempo suele comprar comida, pero al menos podría preparar un rico guiso de espaguetis con tomates. De una alacena sacó un recipiente donde podría los tomates cortados y una olla de color rojo, un regalo de su madre, para poner a hervir un poco el agua y poner los espaguetis. Esperaba que al menos no se le haga un desastre como recuerda la ultima vez, pero no es como si fuera algo difícil de preparar.

Prendió la estufa de la cocina y dejó la olla hay, luego le cargo un poco de agua que sacó del grifo, acto seguido fue a abrir la heladera buscando la verdura roja llamada tomate. Max abrió el cajón que tenía las verduras y algunas frutas para sacar de este una bolsa de plástico que contenía unos tomates frescos y muy maduros. Los sacó y tiró la bolsa en el basurero que tenía a un costado de la isla, dejó los frutos rojos en el lavamanos y fue a revolver un poco lo que tenía en la olla. Escuchó que una puerta se cerró y unos pasos acercarse a el.

—¿Quieres ayuda?

—No, gracias, estoy bien— dijo para luego volverse a lavar los tomates que había dejado.

De reojo vió a Sergio tomar asiento en un banco de madera alto que tenía al otro lado de la mediana isla. Se dedicó a su labor y comenzó a cortar en rodajas los tomates con mucho cuidado en no cortarse un dedo. Eran solo dos, así que cortó dos tomates de los que había y el resto los volvió a meter en la heladera. Levantó la tabla de cortar con las rebanadas de tomates y los dejó caer en el recipiente que anteriormente había sacado de la alacena.

Lavó un poco sus manos y se giró a ver la olla, los fideos largos aún no estaban del todo listos así que los dejó unos minutos más. De repente, Max sintió un cosquilleo en su nuca y la necesidad de girarse. Sentía una mirada sobre de él y solo podría ser Sergio, quien seguía en su lugar apoyando sus codos sobre la mesa y sujetando su cara con ambas manos, no se había movido desde que llegó. Verstappen agarró un cucharón y volvió a mezclar un poco los espaguetis, no le tomó mucha importancia ese cosquilleo ni la sensación de ser observado.

Luego de algunos minutos sacó la olla del fuego y colocó la tapa de esta un poco corrida para luego voltearla un poco a su costado y dejar caer un líquido algo amarillo en el fregadero. Emilian peleaba internamente con su necesidad de mirar al chico, no entendía el porque o no tenía una buena razón para sentir esa necesidad. Solo estaban ellos, lo vería día a día desde ahora en adelante y aunque pasará la mayor parte del tiempo en la universidad, al llegar lo tendría que ver obligadamente.

Sostenía las orejas de la olla que tenía en cada costado con una servilleta para no quemarse. Sus manos extrañamente estaban sudando más de lo normal, las sentía muy frías, estaba nervioso y lo sabía, pero no entendía porque estaría nervioso. Se alejó del fregadero una vez todo el líquido terminó de salir y dejó la servilleta aún costado. Entonces, después de tanta resistencia, pasó su mirada por Sergio encontrándose con los ojos cafés viéndolos, parecía como si viera cada movimiento que hiciera y eso lo tenía así de nervioso.

𝗛𝗲𝗮𝗿t𝗯𝗲𝗮𝘁   |   𝗖𝗵𝗲𝘀𝘁𝗮𝗽𝗽𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora