Ahí estaban, solos, en ese bosque oscuro, iluminado levemente por la poca neblina helada que reflejaba la luz de la Luna. Ahí estaban, esperando sobre una manta de puras flores y húmedo césped; frente a frente, distanciados, cruzando sus miradas desafiantes, entristecidas, poderosas. No pueden continuar. Ahí estaban, esperando a que alguno hiciera el primer movimiento. Pero ninguno quería. Ella se arrodilla sobre sí. Él se arrodilla sobre sí. Pero esta vez ninguno dejó caer su vaina, aunque confíen entre sí indudablemente.Desde pequeños fueron incrustados en el camino de la batalla, de la obediencia y de la delicadeza de la lucha. Sus caminos se cruzaron para empezar uno nuevo juntos, y es el de una amistad inquebrantable, incomprendida por muchos, especial únicamente para ellos dos. A pesar de la violencia que escuchaban y veían, eran felices uno al lado del otro. Al empezar los entrenamientos para ser un guerrero y servir a la nación, enorgullecer a los ancestros y a las familias, ahí estaban, preparados para luchar entre todos sus compañeros jóvenes, superar los desafíos físicos que se presentaban y anticipar los peligros que se aproximaban. Un examen final. Una simulada batalla campal entre niños. Ahí estaban, los dos últimos pequeños, destinados a pelear entre sí para que haya un absoluto ganador. No importó quién tuviera las mejores estrategias, o si la fuerza era más que la inteligencia, hubo un empate. Ambos estaban al borde de perder por la espada de madera del otro. El desempate iba a ocurrir la semana próxima, para la Academia.
Ahí estaban, solos en ese bosque cálido con muchas piscas de color al rededor y en el suelo, y los rayos del Sol penetraban entre las hojas de los árboles. El desempate no podía esperar una semana. El verdadero desempate iba a ocurrir ahí, para los niños. Según la experiencia pasada, esperaban el primer movimiento del otro para no cometer los mismos errores. Pero no sabían cómo. Él se arrodilló sobre sí. Ella se arrodilló sobre sí. Él desenvaina su espada de madera primero, y ella después. Todo estaba en juego, incluso no había reglas. Era en serio. Se miraban entre sí de forma desafiante. Comenzaron a pelear. A veces parecía que uno iba a ganarle al otro, a veces uno caía al suelo y se levantaba al instante. Ninguno iba a rendirse. Empataron de nuevo. Y empataron de nuevo, y empataron de nuevo. Y cada vez que ocurría, conectaban. Ambos querían ganar, ninguno quería perder, pero en ese transcurso charlaban sobre sus técnicas y se divertían.
Era el fin de semana y querían volver a intentarlo, pero las nubes lloraban incansablemente sobre todo el pueblo. Estaban en el bosque, pero era diferente. Hacía frío, llovía, la tierra se convertía en barro. Ella dijo que era un posible escenario para luchar, y que debían adaptarse. Cuando él iba a responder, un estruendoso sonido la hizo temblar de miedo, y la lluvia comenzó a hacerse más densa. Él cuestionó si era mejor para ambos dejarlo para el desafío final. Ella aceptó.
El verdadero desafío ocurrió pocos días después. Para la sorpresa de todos, empataron de nuevo, aunque usaron técnicas diferentes. La próxima semana hay otro desempate, dijeron. Pasaron los días y volvieron a empatar. Y después de una semana, para la sorpresa de nadie, empataron otra vez. El jurado y los maestros cerraron la Academia por un mes entero, y por un mes entero, los jóvenes buscaban desempatar. Nunca pudieron. Los grandes maestros no podían continuar aplazando sus bienvenidas, así que los aceptaron, sin importar el empate.
Años pasaron perfeccionando sus habilidades; peleaban con otros jóvenes y ganaban, pero entre ellos ninguno podía vencer. De igual manera, eran los estudiantes estelares de la Academia, destacados honorablemente. Era el destino de ambos ser fuertes guerreros.
Hubo un asalto. Un grupo lejano de bandidos llegó una noche, alertando a todos los estudiantes y oficiales armados que pudiesen haber. Era muy extraño que atacaran allí, el pueblo estaba escondido entre las montañas. Sin embargo, ya estaban lo suficientemente expuestos ahora, y cualquier otro grupo podría asaltarlos de nuevo. Los bandidos robaron y lograron escapar, era gente experimentada en combate. Él tuvo un enfrentamiento con uno de ellos. Él pudo revelar el rostro del bandido quitándole su máscara roja. El bandido vió su potencial. Solicitó que él vaya con el grupo asaltante. Le esperaban riquezas, reconocimiento, y sobre todo, un entrenamiento más duro y experimental. Él estaba desesperado con esa solicitud. Ella llegó a salvarlo porque lo vió con la guardia baja, y espantó al bandido, como a los demás. Los asaltantes estaban asustados por sus habilidades.
Luego de unos días de recuperación y calma, decepcionados, continuaron su desempate personal. Él se rindió. Pidió hablar con ella sobre los pensamientos que ocurrieron esa noche del asalto. ¿Qué tal si no está listo para defender la nación? ¿Qué tal si ser guerrero no es un destino? Ella comprendía su pesar y su incertidumbre, la calma llegó cuando le recordó lo destacable que es como luchador. Cuánto más entrene, más poderoso será. Pero él dudaba sobre el entrenamiento experimental. Se sentía muy grande en la Academia, y quería más. Un conflicto comienza cuando ella cuestiona sus comentarios: No debería irse del pueblo para experimentar y ser el mejor, su hogar era este y había que defenderlo. Pero él no estaba seguro si quería defender a los suyos, o atacar a los demás. Estaba cruelmente confundido.
Meses después, los bandidos regresan, eran más en cantidad. Estaban dispuestos a llevarse cierto tesoro. De nuevo, los estudiantes, los maestros, los oficiales armados estaban alarmados y salieron a las calles a defenderse. El bandido fue a buscarlo a él, y al encontrarlo, estaba en paz. Le ofreció una máscara roja de oni para cubrirse e irse con ellos. Él, decidido, se equipa la máscara y huyen.
Ella observa que en el pueblo los bandidos empezaron su retirada, pero estaba dispuesta a enfrentarlos a todos. Los persigue y halla a la mayoría en el bosque oscuro. Estaba rodeada por ellos. Él les dice que ella es buena, y no deberían hacerle daño. El líder de la banda, entonces, ordena la retirada, y escapan rápidamente, incluyendo el líder.
Él y ella se quedan, cara a cara. Él se quita su máscara para demostrarle quién es. Ella, devastada, cuestiona el por qué. ¿A qué se debe su traición? ¿Por qué abandonaría a las personas que más lo aman? Él le ofrece una máscara igual, pero ella lo niega rotundamente. No quería seguir su destino, dijo él. Quería cambiar la dirección, y le agradaba el cambio que se avecinaba. Ella estaba sorprendida y muy triste. No quería que él se fuera, pero a la vez, quería que él descubriera la belleza del mundo, su verdadero destino. Pero no podía dejar que se vaya, no como un bandido, sino como alguien libre. Ella en ese momento solo lo puede mirar como uno de esos asaltantes, y él no era así. Para probarlo, él procede a ponerse su máscara de nuevo. Listo para pelear con ella. Ahí estaban, solos, en ese bosque oscuro.